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XXIX

HOOOOLA!!! LES TRAIGO EL FINAL DE ESTE FIC ❤️😖

Realmente quiero agradecer a todos los que han estado leyendo, comentando y votando. Es gracias al apoyo que recibo que cada vez que termino con una historia me encuentro a la espera de poder darles lo mejor ❤️

Muchísimas gracias. Esta clase de historia es la que disfruto realmente al escribir y que ustedes le dieran una oportunidad, me hace muy feliz ❤️🙋

Sin más, Disfrútenlo.

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Sus ojos se abrieron, su corazón parecía a punto de salir de su pecho, miró a su alrededor y se encontró en su consultorio.

—Otra vez se ha dormido— una risita lo hizo sobresaltarse, Historia se encontraba a su lado extendiéndole un vaso de café —. Petra se encuentra afuera esperando por la consulta ¿quiere que la cancele?

—¿Petra?— susurró casi sin voz.

La muchacha asintió, pero no pudo volver a hablar ya que Levi se había levantado de su asiento y había corrido hacia la puerta. Sus ojos se agrandaron al verla sentada en la sala de espera, pronto sintió que las lágrimas amenazaban bajar por sus mejillas, pero las retuvo al momento que se lanzó a envolverla entre sus brazos.

La niña empezó a reírse y luego con voz cantarina le habló.

—¡Señor Ackerman! ¿Qué sucede?

Levi se alejó un poco y le sonrió.

—Estoy muy pero muy contento de verte.

La niña parecía sorprendida, sin embargo la sonrisa que le dirigió fue todo lo que necesitó.

—Necesito que te quedes con Historia por un momento, tengo algo que hacer.

Miró su reloj, era temprano. Observó el calendario que tenía la muchacha sobre el escritorio y su mente trabajó con rapidez.

Salió despedido hacia el exterior y buscó las llaves de su coche. Mientras encendía el vehículo y manejaba hacia las afueras de la ciudad se dedicó a hacer unas cuantas llamadas.
A Hanji y a Nile. Estuvo tratando de convencerlos en que no dejaran a la pequeña en su casa y revisaran a sus padres, debían quitarla de allí inmediatamente.

Manejó hasta que se hizo de noche, se detuvo para cargar gasolina, comer y dormir un poco. Recibió una llamada de Nile, muy temprano en la mañana, le informaba que la niña estaba a salvo, sus padres estarían retenidos, habían encontrado muchas pruebas que los inculpaban y lo más probable era que Petra terminara en un centro para niños hasta que consiguieran una familia.

Después de la llamada siguió con su viaje hasta llegar a Lungs, con un peso quitado de sus hombros. Petra estaba viva.
Llegó a la cafetería que había visto en su visión, bajó y se dirigió directamente al entrar hasta el señor Robert que se encontraba en una de las mesas.

—Necesito que me lleve a Fogtown, ahora.

—Mis encargos son para los lunes, lo lamento pero...

—Le pagaré, necesito ir.

El hombre terminó aceptando de mala gana, aún así acabó con Levi en su carreta. El transcurso parecía más lento y lejano de lo que recordaba, pero aquello solo se debía a la serie de sensaciones que recorrían su cuerpo, estaba nervioso y asustado porque no estaba seguro de que funcionara. Sin embargo las palabras de Smith seguían en su mente. Si necesitaba su sangre, no hacía falta llegar a la muerte, algo que Erwin no había podido entender.

Cuando salieron del bosque, Levi le pidió al señor Robert que se quedara allí, no esperaba tardar demasiado.
Solo caminó un poco sobre la hierba cuando se detuvo por completo, lo vio como si se acercara a él muy despacio, sus ojos brillantes seguían una mariposa azul en cuanto se cruzaron con sus ojos.

—Levi...

Avanzó hacia el muchacho y sin importarle absolutamente nada más lo envolvió con sus brazos pero quedó sorprendido cuando Eren le correspondió.

—Ha venido, vino a cumplir su promesa.

Levi lo miró, Eren le sonreía.

—Lo he visto en mis sueños, estaba esperando.

—Quédate con el señor Robert ¿De acuerdo? Volveré y nos iremos de Fogtown, es una promesa Eren.

El muchacho asintió y Levi no esperó un segundo más en salir corriendo hacia el pueblo. Eren aún estaba con vida. Tenía tiempo.

Traspasó el camino de tierra, siendo observado por varias personas, debía terminarlo, debía cerrar el círculo. Para dejarlos libres, a todos.

La institución estaba abierta, sin embargo cuando entró no había ni un solo movimiento, subió las escaleras con rapidez y se detuvo cuando encontró a Armin cerca de lo que era su consultorio. O al menos, lo había sido en su visión.

—Armin.

El jovencito lo miró con extrañeza sin embargo se señaló a sí mismo y le habló.

—¿Puedo ayudarle en algo?

Levi se acercó a él y sostuvo sus manos.

—Gracias, Armin. Voy a sacarte de aquí, lo prometo.

Se alejó rápidamente hacia la oficina de Smith y cuando miró hacia atrás, Armin ya no estaba.
Encontró la puerta sin seguro y no tardó en adentrarse.
Había un escritorio y un sillón en el centro, pero nada más. El círculo estaba marcado debajo y Levi comenzó a quitar las cosas que lo cubrían.
Cuando dejó a plena vista el círculo sintió un extraño cosquilleo recorrerlo de pies a cabeza.

"Ya no es Fisher"

"Tu sangre es lo único que puede detenerla"

"Dijiste que las monjas se quemarían y así fue"

Asi fue porque nadie quiso escucharlo, porque nadie intentó cambiar lo que sucedería. Pero él mantendría a Eren con vida, él terminaría la maldición de Fogtown. Él dejaría libre a Armin y a todos aquellos que estaban muertos.

Comenzó a revisar por toda la oficina, y al no ver nada cortante se detuvo y observó las tablas de madera. Estaban sueltas, al retirarlas un suspiro de alivio salió de su boca cuando descubrió que el cuerpo del joven aún no estaba allí. Sin embargo un sabor amargo lo embargó cuando se dio cuenta de que Erwin ya tenía el lugar para ocultar el cadáver preparado.

Sus manos se incrustaron con fuerza en la madera y la corrió hacia la derecha, logrando que un pequeño tajo se hiciera en su piel. La sangre comenzó a salir lentamente y se acercó al círculo con el puño cerrado.

—¡Fisher! ¡Fisher ven aquí!

Su entorno comenzó a oscurecerse, el frío empezó a escalar por todo su cuerpo, respiró agitadamente cuando la oficina comenzó a cambiar de forma, sus ojos vieron el momento exacto en el que solo era un salón de ocultismo.
Vio a Fisher, estaba tal como la recordaba. Bonita, como lo había sido cuando él solo era un niño.

—¿Levi?

Su voz era suave, tranquilizadora y por un instante titubeó acerca de la veracidad de las palabras de Smith.

—No eres ella.

La mujer había comenzado a avanzar hacia él, sus pasos lentos como si danzara sobre las tablas.

—Claro que soy yo, mi niño.

—No eres Fisher.

Los ojos de la mujer observaron su mano por unos segundos, casi imperceptible, pero no para él.

—Y voy a acabar con esto.

Abrió su mano, la sangre estaba a punto de caer, justo en el momento en el que Fisher se lanzaba hacia él, su aspecto había cambiado en un instante. Otra vez convertida en aquella monstruosidad que había visto tantas veces, Levi cayó hacia atrás y forcejeó al momento en que las fauces de la mujer se abrían para dejar a la vista la gran dentadura que poseía y una lengua larga y delgada como la de las serpientes.

Levi esquivó el mordisco que fue dirigido hacia él. Y empujó el cuerpo hacia el círculo, podía sentirla tan real que estaba seguro que no era otra de sus ilusiones.
Apoyó la mano dentro de las tablas del círculo y la sangre pareció brillar por un segundo. El círculo se iluminó y ante sus ojos, Fisher quedó atrapada.

Todo pasó demasiado rápido, pero él parecía ver cada detalle, cada instante en que la piel de la mujer comenzó a desaparecer, el mismo instante en que una bestia enorme tomó su lugar y abrió sus fauces hacia él. Cada momento en que comenzó a retorcerse y muy pronto se reducía tan solo a simples cenizas.

Su entorno volvió a cambiar, pero esta vez por la escuela, caminó lentamente por el pasillo, buscó con su mirada a Armin pero no pudo encontrarlo.
Cuando salió de la institución muchas cosas habían cambiado. El pueblo había cambiado.

Las casas que había visto pequeñas y tal vez un poco acogedoras ahora solo de ellas quedaban sus escombros.
Caminó confundido, viendo como todo lo que había conocido, o visto, desaparecía para quedar en la nada.
A lo lejos pudo ver un hombre de mayor edad y al acercarse lo suficiente descubrió quien era en realidad.

—Gracias—. Erwin Smith ya no se veía como en sus visiones, sino que parecía tener más edad —Te he reconocido en cuanto pasaste por aquí.

—¿Tú...? Eres el padre Smith, tú no lucias así.

—¿Me habías visto antes? Yo no te había visto desde que eras un niño.

—No importa, ya terminó—. Cuando pasó por su lado, sus pensamientos despedazaron al hombre, sin embargo decidió seguir, se llevaría a Eren y él ya no tendría nada.

—Ahora el tiempo parece transcurrir correctamente.

—¿Tú y Eren eran los únicos con vida en este lugar?

Erwin asintió y luego continuó.

—Llévalo contigo, un joven como él no puede quedarse aquí.

Levi guardó silencio y siguió su camino, siguió hasta que pudo distinguir la carreta del señor Robert.

—¡Debemos salir de aquí de inmediato!

—¿Qué sucede?— preguntó Levi al llegar a su lado, buscó al muchacho con la mirada y no lo encontró.

—El muchacho se ha desmayado, está arriba— señaló la carreta y se dirigió a su lugar, Levi se acercó y observó a Eren.

El tiempo en Fogtown seguía su curso como debía, tanto como el señor Smith, ahora se veía más grande. Eren ya no parecía un chico de dieciocho años, su cabello estaba largo y parecía un poco más alto. Cuando estuvo acomodado arriba de la carreta, terminó por acariciar su cabello mientras el señor Robert los sacaba de Fogtown.

Había podido sacar a Eren, de Fogtown.

Seis meses después.

—¡Está nevando Levi!

Volvían de las compras navideñas, estaba atardeciendo. Sus ojos verdes brillaron al ver la nieve por primera vez, su nariz estaba roja y su abrigo le cubría la mitad del rostro, pero Levi pudo ver la sonrisa que asomó en sus labios cuando extendió sus brazos hacia adelante.

Estaban viviendo juntos, Eren en realidad cumpliría los veintidós años en marzo. El círculo había retrasado la versión de su tiempo, sin embargo para cualquiera que lo hubiese visto antes como el señor Robert no había podido reconocer el cambio.

Cuando llegaron y dejaron las cosas para la cena sobre la mesada de la cocina, Eren no tardó en salir corriendo para acariciar y tener entre sus brazos a Rufus, se había llevado extrañamente bien con esa bola de pelos que siempre parecía esquivarlo a él, al menos hasta que tenía hambre.
Su madre llegaría esa misma noche y Eren estaba nervioso, podía verlo en la manera en la que caminaba por el salón con el gato entre sus brazos.

Su cabello estaba recogido en una media cola y se había colocado el suéter que le había comprado la semana pasada. Eren no había querido separarse de su lado, incluso cuando él le ofreció un lugar donde vivir si no se sentía cómodo en su departamento. Pero todas las dudas que había mantenido en su cabeza se habían disipado cuando Eren le contó su parte de la historia.

Ambos habían visto su propio futuro de Fogtown. No podrían explicar jamás el porqué, pero aquello solo le hizo saber, que Eren estaba al tanto de los sentimientos que ambos habían tenido en aquellas visiones.

—Puedo hacer la cena—. Le dijo entonces sacándolo de sus pensamientos.

—Te lavas las manos entonces.

Eren sonrió y luego de hacer lo pedido se acercó para comenzar a lavar las verduras.

—¿Crees que a tu madre le agrade?

—Por supuesto, ella te amará estoy seguro.

—¿Y le contaremos lo que estamos haciendo?

—¿Lo de Petra?

Eren asintió por lo que Levi también afirmó su respuesta. Petra, viviría con ellos a partir del mes próximo. El castaño se lo había propuesto cuando ambos fueron a verla al centro para niños, su corazón se había estrujado al verla sonreír en cuanto se encontró con Levi. Y al ver que al ser una niña de diez años, sus posibilidades eran menos de ser adoptada por alguien más, decidió que podían darle un hogar.
Levi al principio estaba indeciso, pero no pudo negarse por demasiado tiempo, porque él también quería darle una buena vida a la pequeña, la quería demasiado y estando junto a Eren, podrían ser la familia que necesitaba.

Ahora ya podían descansar, su promesa estaba hecha, habían dejado a Fogtown enterrado desde el momento en que salieron de allí.
Levi miró una vez más a Eren, quien fruncía el ceño mientras cortaba las verduras, ahora ya nada importaba, porque él estaba donde siempre debía haber estado.

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