XXII
Abrió sus ojos despacio, hacía demasiado frío esa noche. La luz de la luna se filtraba por una de las ventanas de la habitación. A su lado Eren dormía envuelto en las finas sábanas, mientras pasaba uno de sus brazos debajo de la almohada y el otro rozaba levemente el abdomen del contrario.
Levi se sentó lentamente, y buscó su ropa, colocándose solamente el pantalón.
Deseaba poder tomar un vaso de agua, ya que sentía su boca demasiado pastosa, sin embargo cuando comenzó a descender los primeros peldaños de la escalera, quedó estático en su lugar.
Miró fijamente hacia la puerta de entrada, para cerciorarse de que no estaba teniendo alguna especie de alucinación o simplemente que había visto mal. Pero cualquier indagación que hizo en su mente fue detenida por los hechos. La puerta, estaba abierta.
Bajó los escalones lentamente y echó una rápida mirada hacia los otros sectores de la casa para quedarse tranquilo al saber que nadie había entrado a su morada. Sin embargo, tuvo que caminar hacia la puerta para cerrarla.
Se detuvo cuando sin pensarlo terminó observando el exterior, al contrario de lo que había pasado en la habitación donde había visto la luz de la luna iluminar a través de su ventana, allí no se veía más que la niebla y una oscuridad casi aterradora.
Sin saber muy bien el porqué de sus acciones, terminó por salir al exterior, hacía frío, demasiado. No se oía ningún sonido que pudiese movilizar la noche pero él pudo verla. Pudo ver la figura donde se suponía que estaba el camino, moverse lentamente hacia el lado derecho y detenerse segundos después.
Levi, intrigado, se atrevió a hablarle a la figura.
—¿Tú abriste la puerta?
La figura volvió a moverse, esta vez hacia el lado izquierdo, la niebla se dispersó un poco, y pudo ver a una mujer con hábito, una monja.
—¿Por qué están haciendo esto?
Entonces esta vez, se giró hacia él, sus ojos tan negros, y su rostro estaba totalmente quemado. La mujer gritó y avanzó en su dirección, parecía molesta, con sus brazos extendidos dispuesta a atacarlo. Levi caminó torpemente hacia atrás y cayó sin poder evitarlo después de tropezar con uno de los escalones de la entrada. Cerró los ojos por inercia, sin embargo un gruñido delante de él lo sacó de su bruma.
Fisher estaba dándole la espalda, pero la mujer que antes había intentado atacarlo ahora había retrocedido, estaba totalmente asustada.
Varias figuras aparecieron a su alrededor, todas ellas, mujeres. Fisher volvió a interponerse mostrando sus filosos dientes y pronto, escuchó la primer campanada.
Los cuerpos ardían en la hoguera.
Cubrió sus oídos e hizo presión, su cabeza había comenzado a doler.
La niebla se dispersaba y las figuras se iban.
Segunda campanada.
La iglesia.
Soltó un jadeo ante la presión insoportable.
Eren dentro del círculo.
Sintió que ya no podía respirar.
Tercer campanada.
La señora Fisher se giró hacia él, tan hermosa como había sido, como la mujer que vivía en la iglesia.
Cuarta campanada.
Extendió una mano hacia él y la tomó como si de su vida se tratase.
Quinta campanada.
—Estoy contigo, mi niño.
La oscuridad, terminó por rodearlo.
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