Ben estaba completamente confundido, si bien Lena desde un primer instante le había parecido una joven muy particular las cosas que estaba diciendo en ese mismo instante le parecían aterradoras.

—Ben— anunció después de un minuto de haberse quedado en silencio —¿Hay algo que tengo que contar en particular? No sé cómo funciona esto.

—No, no— carraspeó un poco y acomodó sus gafas —. Puedes continuar con lo que gustes a menos que quieras que pregunte.

Lena asintió y se apoyó suavemente sobre el escritorio, aún estaba sentada pero se curvó un poco para quedar a la misma altura del psicólogo.

—¿Sabe que esta escuela antes era una iglesia?

—No, no lo sabía— no le enseñó a la joven que se había interesado en el tema, después de todo, Fogtown era demasiado intrigante —¿Quieres hablar de ello?

—Por supuesto, yo viví aquí por un tiempo - Lena juntó sus manos sobre el escritorio y golpeó levemente la madera con la punta de sus dedos —. Era una iglesia pequeña, me abandonaron en la puerta de la institución cuando apenas era una bebé de unas cuantas semanas, la hermana Lisa cuidó de mí junto a las demás, decían que mi madre había sido una forastera que desapareció después de haberme dejado.

—¿Creciste en la iglesia Lena?

—Hasta los seis años, llegó un día la hermana a decirme que tenía una buena noticia para mi— sus ojos recorrieron la oficina nuevamente y luego terminaron posados en los del mayor —Gerald Strof quería adoptarme, su único hijo estaba a punto de morir y él solo esperaba que alguien siguiera con su trabajo una vez que ya no esté.

—¿A qué se dedica tu padre Lena?

—Es médico, me ha enseñado muchas cosas, pero a mí no me gusta en realidad, me iré de aquí en cuanto termine mis estudios.

—¿Qué hay de la relación que mantienes con él?

—Papá no me quiere, mi hermano Zack murió un año después de que yo estuviera viviendo con ellos, fue realmente bueno conmigo y mi madre, Dina, bueno ella me odia.

—¿Por qué dices eso?

—Porque Dina siempre ha dicho que Zack falleció con mi llegada, que al ser hija de forasteros, había traído la maldición a la casa— Lena sonrió —. Papá se ha dejado convencer y me obligan a rezar a todas horas, me mantienen vigilada hasta cuando voy al baño.

Ben frunció el ceño, el rostro de la muchacha le recordó al de Caroline el último día de vida que había tenido y aquello lo hizo temblar. Sin poder evitarlo, una de sus manos viajó a las de Lena y las apretó suavemente, terminó por sonreírle buscando la manera de tranquilizarla, o al menos poder calmar a su propia consciencia.

—Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites.

—No es lo que quiero oír de usted Ben, sabe, estoy acostumbrada a esto pero ese no es el problema— la muchacha alejó las manos del psicólogo y luego suspiró —. Cerraron la iglesia después de que encontraran restos de una especie de ritual o algo así, ya sabe, los rumores corren en un lugar tan pequeño como lo es Fogtown.

—¿Eso es verdad?

Lena volvió a sonreír y Ben no pudo esperar más que esperar por su respuesta.

—Quien sabe, lo único que sé es que la cerraron y pronto la convirtieron en una institución escolar, diciendo que el gobierno así lo quería— luego las campanas volvieron a oírse y Lena se puso de pie inmediatamente —, aunque sí asesinaron a las hermanas que habitaban la iglesia anteriormente, las quemaron en una hoguera como si hubiesen sido brujas— luego volvió a sonreírle mientras caminaba hacia la puerta —. Es la hora del almuerzo señor Ben, no se atrase.

—¡Espera Lena!— el joven la sostuvo del brazo antes de que saliera de su oficina —¿Todo lo que dice es cierto?

—Señor Harl, que usted haya llegado a Fogtown no es coincidencia— luego se soltó bruscamente de su agarre y comentó lo último antes de largarse —, también puedo verlos, lo mismo que usted ha visto, cuídese.

Ben jamás había creído que una sola sesión podría haberlo hecho temblar y quebrantar todas sus creencias, se preguntó por un instante si Lena era alguien con mucha imaginación pero le pareció extraño que en una aldea tan creyente como Fogtown no tuviesen una iglesia. Terminó por cerrar su oficina con la llave que le habían dado anteriormente y un poco atormentado se dirigió hacia el comedor; los jovencitos ya estaban en sus asientos, esperando a que una de las hermanas terminase de servirles su plato.

La hermana Marie lo invitó amablemente a unirse a su mesa y pronto estuvo disgustando un rico estofado. No estaba aún con la confianza que se necesitaba para preguntar lo que había oído por parte de la joven a una de las hermanas, así que simplemente su mente terminó por divagar en millones de respuestas posibles.

Tal vez estuvieron allí cerca de diez minutos, en donde acabó por escuchar las últimas noticias del pueblo y las renovaciones que tenían planeadas para las clases y la institución. Fue demasiado tiempo para Ben, quien se encontraba en silencio sin prestar la más mínima atención, cuando la voz de Carol sobresaltó a todos en el comedor.

—Hermana Sasha, Lena está actuando extraño otra vez.

Fue allí cuando todas las mujeres detuvieron la conversación y miraron hacia una de las mesas de atrás, Ben también lo hizo y sintió que los vellos de su nuca se erizaban. Lena estaba de pie, con sus ojos en blanco y una mano extendida hacia un rincón del comedor, Marie se puso de pie inmediatamente y avanzó hacia la muchacha, para tomar su mano y sacudir su cuerpo levemente.

—Vuelvan a comer, me encargaré de su compañera.

Ben quiso levantarse pero la mujer con una sola mirada le advirtió que no se inmiscuyera en aquellas cosas. El psicólogo aceptó casi a regañadientes y sin embargo, tal vez por impulso o simple curiosidad sus ojos viajaron hacia donde anteriormente la joven había extendido su brazo.

Quedó congelado en su asiento en cuanto pudo distinguir aquella silueta la cual tantas noches de insomnio le habían ocasionado.

La señora Fisher estaba allí, observando, sonriendo, disfrutando su desconcierto y temor. Pronto una de sus manos se extendió hacia él y Ben supo que lo que había dicho Lena, era completamente cierto.