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5-a

Al ver que su marido ya no estaba a la vista, Mina abrazó a Esteban con profundo cariño pues realmente se encontraba preocupada por el futuro del demonio. Aquellos truenos le habían dejado muy claro que la chica Dios era supremamente poderosa cuando se quedó estática al sentir el poder de aquel ángel. Por Dios, era un poder lleno de luz que quemaría a todos los demonios. Esteban giró los ojos con molestia, al ver la sonrisa de Daniel mientras le daba la mano a Mina.

-Mucho gusto, mi nombre es Daniel -El ángel sintió el gran poder de Mina-. Lamento haberte asustado. Lo digo en nombre de mi amada esposa y... -Miró a Esteban y suspiró. Luego se sentó, mirando las iris grises de la Chispa de Dios.

Se parece tanto a Laura y Catalina. Pensó recordando a sus pequeñas hijas. Tiene los mismos ojos de Laura y una piel tan bonita como la de Catalina.

El demonio de ojos verdes no podía creer qué el cabrón del ángel estuviera comparando a las princesas con aquella mortal y, por eso, blanqueando los ojos, instó a Mina a preguntar. Ella tenía ese hábito, era parte de su ser el descubrir y aprender como buena profesora.

-¿Por qué Dios tiene a un ángel de consorte? -interrogó con la ilusión de una niña que le presentan algo nuevo-. ¿Y cómo es posible eso? Yo creía que los ángeles, inclusive los de otros lugares, perdían su Gracia si tenían sexo.

Daniel sonrió mostrando sus dientes. Estaba nervioso, pero le parecía divertido responder algunas preguntas a la chica y al mismo tiempo amar a su diosa.

-Sabes, señorita Mina, ella hizo una revolución -Miró a Esteban, quien estaba concentrado en los infiernos-. Yo fui el primero en perder la Gracia cuando James y yo la sacamos de Sion -Subió la manga de su camisa para explicar más atentamente-. Ella debía cumplir con algunos mandatos impuestos para las mujeres y, por ser ella la heredera directa de dios, era doblemente su obligación. Pero cuando ella acabó con Lucifer y todos arcángeles le dieron el favor a ella -recordaba el miedo y la piedad que ella siempre pidió-, de inmediato supe que mi deber era estar con ella.

Mina guardó silencio y se quedó mirando fijamente la marca de Daniel en el brazo.

-Daniel, ¿qué es esa cicatriz?

-Esta marca es la representación, o lo que me distingue, como consorte de la Dama Dios. De esta manera recuperé mi Gracia y soy el líder de los arcángeles.-Esteban se abrió la camisa, mostrándole la misma marca de Daniel, pero en el pecho-. Somos de ella por la eternidad, así como tu y el hijo de Lilith.

Ella extendió una mano y acarició la marca de Esteban, pues no se atrevía a hacer tal cosa con el ángel. Era tan suave al tacto; como piel de bebé recién nacido. Sus pensamientos vagaron a la vez que retiraba su mano y se observaba el tatuaje en su muñeca. Sus situaciones eran tan parecidas, a pesar de las obvias diferencias, que no podía evitar compararlas.

-Yo quisiera que fuera solo mío, pero aparentemente los demonios de mi dimensión son más liberales que incluso los humanos de este siglo y les gusta la variación en la cama -dijo la chica más para sí que para su audiencia con una mirada perdida. Aunque la promesa de Vergil de no tomar amantes, a menos que ella lo hiciera, aliviaba un poco su inseguridad-. Eso me trae a la mente otra pregunta un tanto personal: ¿alguno de ustedes ha tenido amantes?

Daniel miró a Esteban y volvió hablar con solemnidad e ironía.

Ya viene él hacerse el santo. Pensó el demonio blanqueando los ojos, esa era la situación que odiaba Esteban. Que ante el ángel, él sería el lado oscuro de la vida de Sophia.

-Mi naturaleza no me permite tener amantes, soy de ella desde que se hizo presente en la tierra. En cambio, James si ha tenido muchas amantes -Daniel y Esteban se miraron como los peores enemigos-, ¿verdad, bastardo?

Mina solo se quedó en silencio, esperando a que su cuñado respondiera algo cuando de repente sintió mucho, mucho frío. Se acercó a la ventana y se quedó perpleja.

Jerusalén se encontraba nevando y si no fuera porque ambos hombres la acompañaban, de seguro se hubiera tropezado. De repente, la tierra comenzó abrirse y muy en el fondo los chicos sabían que todo este alboroto se debía a su mujer.

Debe de estar con Lucifer, teniendo sexo con el maldito. Daniel se dijo adolorido, observando a Esteban que también se sentía muy mal.

-¿Qué está sucediendo? ¿Es-esto es m-mi culpa? ¿Porque rompí el primer sello? -preguntó Mina, aferrándose a Esteban y levantando la vista a los ojos del demonio como si le implorara que desmintiera sus palabras-. ¿Esteban? -Sus dedos empuñaron la camisa de su cuñado, buscando consuelo en sus brazos-. Dime que no envié la humanidad al carajo -susurró con lágrimas humedeciendo sus ojos.

-No puedo mentirte y debo de ser lo más franco posible -Esteban se mostró apacible aunque muy en el fondo de su ser concebía que ella, al abrir el primer sello del Apocalipsis, tuviera que ver con las circunstancias que estaban viviendo. Apretando a la mujer más hacía su pecho dijo-: creo que tú nos trajiste aquí -De inmediato miró al ángel, quien le pidió un favor a Mina.

-Señorita Mina, ¿me puedes dar tus manos? -Esteban le dio tranquilidad besando su frente-. No te haré daño, solo necesito ver que pasó la noche antes que llegamos a esta dimensión.

Mina caminó hacia Daniel cuando otro temblor de tierra se hizo presente. Para que ella no se lastimara, Esteban la trasladó al frente de Daniel, quien sacó sus alas.

-No tengas miedo.

-Tu aura me recuerda a la de mi ángel guardián, nunca te tendría miedo -dijo ella, asintiendo con una pequeña sonrisa y poniendo sus manos sobre las del celestial.

-Tranquila, relajate y deja que tu poder fluya -Mina dejó de estar tensionada y la energía propia comenzó a fluir. En el cuarto había magia blanca de la más pura y las paredes comenzaron a vibrar con la combinación de poderes hasta hubo un estallido que proyectó siluetas sobre toda la habitación.

La chica suspiró mientras las memorias eran revividas y presenciadas por el rey de los arcángeles. Le mostró cada una de las pruebas que Uriel le obligó a pasar. El miedo con la criatura del río y después con las ilusiones que retorcieron a sus padres en demonios. Luego, cómo fue llevada ante la Llave del Infierno y que, al elegir un destino para la humanidad, fue obligada a abrir las puertas del averno. Por último, le mostró a Daniel su dolor y sorpresa al ver cómo había iniciado el Apocalipsis solo para que la Llave se le tornara en polvo sobre sus manos.

El arrepentimiento por sus acciones le pesaba cada día más, por lo que presenciar como Jerusalén era cambiado tan drásticamente sacaba a relucir su culpa con mayor intensidad.

Esteban, a pesar del daño causado por los celestiales, decidió quedarse allí por Mina, cuidando de ella. En un instante, Mina soltó las manos de Daniel y cayó sobre sus rodillas llorando.

-N-no fue mi intención causar tanto daño -susurró la mujer entre sollozos mientras escondía el rostro entre sus manos-. Solo quería usar la Llave como evidencia de que mi madre no estaba loca. Nunca quise sacarlos de su mundo ni abrir las puertas del Infierno.

De inmediato, Daniel abrazó a Mina, diciendo algo paternal.

-Dios, señorita Mina. Tú no tienes la culpa de nada -Era una voz transparente y tranquila-. Ahora lo que debemos hacer es buscar la manera de volver a nuestro mundo y que el rumbo de las cosas aquí sigan.

La chica negó con la cabeza y se paró, mirando al celestial con una tormenta reflejada en sus bonitas iris.

-Te equivocas, Daniel. Yo tengo la culpa de todo. Mi ira condenó a la humanidad y, aunque no sé cómo sucedió, el romper el primer sello, abrió las puertas del averno y los trajo. Es mí culpa que no estén junto a sus hijas. Mi egoísmo los separó de lo que más aman -Ella le apretó una mano al ángel y luego acarició la mejilla del demonio-. Perdónenme. Ustedes son hombres buenos que no se merecen en lo que los metí -murmuró antes de ir a sentarse en la cama de la habitación y hacerse un ovillo. Le dolía demasiado como para importarle si sus acompañantes pensaban que actuaba como una niña.

Uriel me las va a pagar, se dijo el ojiazul mirando atento a su contraparte. Todo lo que vivió Mina la a dejado mal herida en sus adentros.

-Entiendo, Halle -el demonio dijo después de llegar a un a consenso mental con el ángel-. Ahora bien, ¿como sacaremos a Sophía de las garras del maldito de Lucifer?

-Lo único que sé, es que si no volvemos pronto con ella, nuestra dimensión se quedará sin equilibrio y aquello me preocupa -colocó las manos bajo su mentón-, y lo peor que puede pasar es que nuestras niñas desaparezcan.

-Quiero matar a ese tal Uriel -sentenció el demonio. Después miró a Mina confiado-. Regresaremos y tú podrás tomar el mando al fin, como es debido.

-Aunque sí podemos darle una buena paliza, -el ángel sabía que su enemigo se enojaría-, trató muy mal a Sophi.

Al escuchar esto, Esteban le dio un fuerte puño en la cara a Daniel; susurrando ya que no podía despertar a Mina.

-¿Cómo permites que un pajarraco trate a tú Dios de esta manera? ¡Por Sophia!, es tu mujer, tu reina y tu Dios -El rey de los arcángeles, miró apremiante pues sí tenía toda la razón. James estaba tan exasperado que decidió salir de allí-. Te encargo a Mina Larsa. Cuídala, porque recuerda que si a ella le pasa algo malo, ya no solo me tendrás a mí como tu enemigo -agarró la puerta y antes de cerrar para salir dijo-. Gracias por la información, idiota.

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