— ¿Y... qué tal el instituto? —pregunta Johan, creo que para sacar una conversación, pero no quería estar allí.

— Bien.

— Que bueno, mmm. ¿Te gustaría bai...? —pero no termino de formular la pregunta, porque llegó Sam, su novia, a la cual no le caigo tan bien que digamos.

 El sentimiento es mutuo.

— Amor, te extrañe —dice lanzándose a sus brazos, al cual el corresponde y la besa, bien creo que debo irme.—. Oh, hola... —dice mirándome como si no me conociera y hace ademán para que le diga mi nombre.

¿Es enserio?

Suspiro, esta chica es tan irritable con su vocecita de pito, y su cuerpo de gimnasio, demasiado linda para su bien y para colmo es modelo ¡Sí, modelo!.

Yo en cambio tengo una vida tan interesante, nótese el sarcasmo.

— Brenda, mi nombre es Brenda y si me disculpan debo ir al baño. —Johan hace una mueca de... ¿Tristeza? ¿No quiere que me valla? Debo estar delirando.

— Tranquila Brenda, no hay problema. —hago un atisbo de sonrisa y me doy la vuelta.

No quiero estar allí de mal tercio, ya me basta con que nadie se fije en mi.

Le doy un trago largo a mi bebida por ese pensamiento, al pasar por mi garganta quema.

¿Tan fea soy? Quiero decir sé que no soy tan hermosa como Annie, ni tengo tantas curvas como Emma, ni una apariencia como Sam, pero no estoy tan mal, se que no me arreglo de lo mejor pero tiene solución, pero no, como soy la "nerds", la invisible, nadie se fija en mí, en este desastre andante.

— Auch —creo que el destino se tomó en serio eso de desastre andante, porque mientras iba caminando y sumida en mis pensamiento le voltee la bebida a alguien—. Yo lo sien...

Pero no termine la frase, al levantar la cabeza me encontré con que le eche la bebida a nada más y nada menos que Andrew Williams, el cumpleañero, el chico más popular de la escuela, y reconocido a nivel nacional, genial mi suerte no puede ser mejor.

— Maravilloso mi regalo de cumpleaños. —dijo con sarcasmo.

—¡Ay carajo! —dije en un susurro.

Me quedé clavada en mi lugar, pensando en ¿Porqué demonios accedí a venir aquí? ¿En dónde estaba Annie para sacarme de este aprieto? ¿Porqué no me quede con Johan? Era mejor estar de mal tercio que estar enfrente de él, su postura tan segura, su cuerpo bien formado, sus tatuajes que le daban un aire peligroso, pero lo más intimidante su mirada tan fría, que te dejaba helada, como en estos momentos, esperaba que dijera algo pero no sabia que decir. Estaba... asustada, por él.

Reaccione después de unos minutos que me quede observándolo, el me escudriño con la mirada, parándose en mis labios y volviendo a mis ojos.

— Lo siento, no fue mi intención iba pensando y no me fije en ti, te ayudo a limpiarla o te compro otra ¿Si quieres claro? —dije rápido por lo nerviosa que me encontraba, sus ojos brillaron, eran tan hermosos de un verde que te hacia suspirar, pero había algo más en ellos, me parecieron interesantes.

Carraspeó por lo que volví a la realidad.

— Me estás diciendo ¿Qué soy tan insignificante como para que no te fijaras en mí? —preguntó con una ceja enarcada.

Tragué duro y me mordí el labio nerviosa.

— No, no estoy diciendo eso sino, que iba distraída y por eso paso esto. —dije señalando su camisa mojada, sonrió con malicia.

Ay Dios apiádate de mí porque tengo el presentimiento de que él no lo hará.

— Creo que la tendrás que limpiar —dijo serio y mirándome a los ojos—. Vamos.

— ¿Va..a..mos? ¿A dónde? —pregunté nerviosa y tartamudeando, a lo que él sonrió de lado, haciéndome temblar.

— Arriba. —abrí los ojos de par en par.

Dicho esto me todo de la mano y se puso a esquivar todos los cuerpos que lo saludaban, mientras que yo cavilaba.

Me fije en nuestras manos entrelazadas, encajaban perfectamente o eso creía.