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Ꜥꜥֶָ֢🪖ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo 37

JungKook no era una persona que pudiera tener conciencia de la palabra "límite". Él hacía las cosas a su modo, sin medir consecuencias, y no se arrepentía de nada. Pero por primera vez en su vida, estaba seguro de haberse pasado de la raya.

— Kim, despierta — JungKook dio por terminado el entrenamiento. Ahora estaba de camino a la base con un pequeño cuerpo enlodado, cabello desordenado. Solo tenía puesta una chaqueta de uniforme y un bóxer negro. Todavía se podía ver la sangre fresca bajo su nariz — ¿Qué mierda te sucede? — Aceleró su caminar. No quería correr porque TaeHyung se veía débil y quizás mucho ajetreo lo pondría peor.

— ¡Coronel Jeon! — Era la voz de Song, quien le llamaba desde atrás — ¡Espere!

JungKook frenó por un momento para ver a Song por encima de su hombro.

— Déjeme llevarlo — JaeHyun lanzó su arma lejos y, al igual que todos los demás soldados, estaba sucio por el entrenamiento.

— ¿Por qué debería dejar que lo lleves tú? — Apegó el cuerpo de TaeHyung más al suyo.

— Él y yo... tenemos un lazo.

JungKook mordió su labio inferior por la rabia.

— No me interesa el lazo que tengan. Kim TaeHyung es un soldado y debo ver por él. Todos están a mi cargo.

— Pero TaeHyung y yo som...

— ¡Retírese, Song! No es el momento ni el lugar.

A JaeHyun no le quedó de otra que morderse la lengua para no decirle al coronel Jeon toda la verdad, así que se quedó allí parado mientras JungKook se llevaba cargado a su hermano desmayado.

— ¡Mierda, mierda, mil veces mierda! — JungKook entró a la base dando patadas a las puertas para abrirlas.

Dentro, yacían varios soldados con sus cuerpos sucios y desaliñados. Estaban sentados en el suelo descansando, y al ver al coronel al instante se pusieron firmes. Pero JungKook ni siquiera los miró; solo siguió su camino con TaeHyung hasta llegar a la enfermería. Allí lo atendió el nuevo doctor, DakHo, quien era el reemplazo del doctor YoJun.

El doctor, de unos treinta años, guió al coronel hasta una camilla para que dejara el cuerpo de Kim.

— ¿Qué le ocurrió? — El doctor quitó su fonendoscopio de su cuello, se colocó las olivas en los oídos y pegó la campana al pecho del azabache, justo en el lugar donde estaba el corazón. Escuchó por un tiempo y luego apartó el aparato.

— No lo sé. Estábamos en el entrenamiento y de repente comenzó a sufrir una crisis. La nariz le sangraba y terminó por desmayarse — JungKook no quitaba la mirada de Kim. Estaba más blanco de lo que ya era y, a pesar de estar todo desaliñado, se veía igual que siempre. Vulnerable.

— Mhm — DakHo buscó todo lo necesario para curar al paciente — Le pediré, coronel, que por favor se retire mientras hago mi trabajo.

Jeon suspiró. Quería quedarse, pero tenía que ir a asegurarse de que sus soldados estuvieran bien. Además, no podía permanecer ahí metido mientras curaban a TaeHyung. Su mano buscó la contraria para acariciarla con la yema de sus dedos. Sin más, salió de la enfermería para ir a ver a los soldados fuera de la base.

Uno. 
Dos. 
Tres. 
Cuatro. 
Cinco. 
Seis. 
Siete. 
Ocho. 
Nueve. 
Diez. 
Once. 

JungKook pudo escuchar perfectamente esas campanadas. Seguramente muchos de sus soldados ya estarían ahora alistando sus maletas para largarse de las Fuerzas Armadas. Por lo que pasaron hoy, era más que seguro que más de uno tenía planeado irse.

Ese era el entrenamiento, y cada vez iría peor.

Por su mente solo pasaba la imagen de TaeHyung: su mirada cargada de miedo, su cuerpo tirado en el suelo, sucio y herido.

¡Dios! Se sentía tan mal que, si pudiera regresar el tiempo para evitar esto, lo haría. Pero no podía y solo quedaba saber la razón de lo que le sucedía a TaeHyung. Y es que eso no era normal. En todos los años en que fue soldado y siendo coronel, nunca había visto algo como eso.

Algo no andaba bien y tenía que saber qué era, porque no podía seguir haciendo que TaeHyung se viera afectado con esto. Cuando salió de la base, ya muchos de los soldados iban tocando la campana con sus mochilas a su espalda, llevando sus pertenencias. Decidieron abandonar el entrenamiento. Abandonaron las Fuerzas Armadas, pero eso era normal. No todos resistirían ante ello y, aunque el camino fuera duro, todo tenía su recompensa al final.

Pero por ahora todos los soldados podían irse si querían. JungKook solo estaba con una preocupación, y esa era la salud de TaeHyung.

— Es bonito, ¿no crees? 

— Sí, sí lo creo. 

TaeHyung paseaba por aquel cuarto desconocido donde las paredes permanecían llenas de cuadros con personas que conocía a la perfección. 

— ¿Ellos quiénes son? — YoJun señaló uno de los cuadros donde estaba una mujer de cabello negro hasta los hombros. Vestía un atuendo elegante, y su cuello estaba adornado con un collar de perlas. A su lado, un hombre de cabello negro y rasgos muy varoniles, vestido de manera formal y elegante. 

TaeHyung se acercó. 

— Son mis padres — Sonrió. 

— ¿Y él? — Señaló un cuadro no muy lejos del de sus padres. 

— Es mi hermano mayor, NamJoon — Volvió a sonreír, pero con nostalgia, viendo aquella foto donde su hermano tenía solo ocho años. Ahora sí podía creer que Song JaeHyun no mentía respecto a su identidad. 

— Y, ¿todas estas personas? — Dio una vuelta con sus brazos extendidos, refiriéndose a todos los demás cuadros. 

— Son mi familia — Dijo avergonzado — Y buenos recuerdos, como este. 

Agarró uno de los cuadros que tenía una foto de una casa. Se veía que era muy sencilla. 

— Aquí vivíamos cuando papá no era político. Sé que es difícil de creer, pero para aquel entonces yo tenía cuatro años y aún tengo vagos recuerdos de ese tiempo. No son muchos, pero sí los suficientes como para saber que éramos realmente felices en aquel entonces — Dejó el cuadro donde estaba — Todos estos cuadros tienen cosas que fueron muy buenas: hechos, personas. Todo lo que está aquí es, sin duda, cosas buenas. 

De repente, todo se distorsionó a su alrededor. Las paredes blancas de hace un momento se volvieron grises, y los cuadros eran diferentes. Buscó a YoJun con la mirada, pero no lo encontró, así que optó por sentarse en la cama de aquella habitación a observar los nuevos cuadros. 

Estos, sin duda, eran malos recuerdos, la asamblea donde su padre pasaba todo el tiempo y por ello casi no lo veían; otro cuadro con el auto color vino tinto donde se llevaron a NamJoon y TaeHyung pudo verse a sí mismo en la foto llorando, siendo consolado por su padre. Otro cuadro mostraba a sus compañeros de instituto insultándolo y burlándose solo porque estaba pasado de kilos, y muchos más donde lo molestaban por su estúpida fobia. A veces, llevaban un parlante para reproducir audios con disparos. TaeHyung odiaba las explosiones y esos dolores de cabeza. Ese miedo se le había hecho costumbre. 

Pero no por eso llegaba a soportarlo. 

Miró hacia la derecha de aquel cuarto y estaba una foto de JungKook luciendo su uniforme militar. 

¿Acaso JungKook también pertenecía a lo negativo de su vida? 

Se levantó y agarró el portarretratos que tenía la foto del mayor, volviendo a sentarse en la cama en forma de indio. 

— Tú también me haces daño, ¿cierto? — Las lágrimas se hicieron presentes y caían como lluvia encima de la foto — Idiota. 

Abrazó la foto contra su pecho, y su llanto fue aumentando, resonando por toda la habitación de forma desgarradora. 

Se acostó en la cama hecho bolita, llorando, pero con la intención de dormir. Unos dedos acariciaron su mejilla húmeda, haciéndolo abrir sus ojos. 

— Te enamoraste de él, ¿verdad? — YoJun tenía una sonrisa de oreja a oreja, pero sus ojos estaban cristalizados. 

Miró que estaba en la habitación blanca y se sonrojó por la pregunta. TaeHyung asintió. ¿A quién quería engañar? 

— Es extraño, pero supongo que polos opuestos se atraen — Sus caricias fueron hasta su flequillo, removiendo un poco esa porción suave de cabello — Si te hubieras enamorado de mí, yo solo trataría que en tu vida haya tranquilidad y melodías armoniosas, pero tu corazón late desenfrenadamente por el hombre que te atormenta con explosiones y pone a prueba tu palabra colocándote un arma en la cabeza. 

— Jun... 

— Shh. 

A pesar de decir esas cosas, Im no dejaba de sonreír y no se le notaba molesto en lo absoluto. Sus ojos se encontraron. 

— ¿Dónde encontraste esa foto? 

— ¿La de JungKook? — La alejó de su pecho un poco. YoJun asintió — En el cuarto gris. 

— ¿Y a mí dónde me encontraste? 

— Aquí — Recorrió con la mirada la habitación de paredes blancas. 

— Es bueno saberlo. Eso quiere decir que formo parte de las cosas buenas que te han pasado. Eso me hace feliz, Tae. 

Se acostó al lado de TaeHyung y lo abrazó por la cintura. A pesar de que estaban cerca, YoJun no tenía otra intención que abrazar al menor. 

— Mira hacia arriba. 

TaeHyung hizo lo mandado. 

Se sonrojó violentamente al ver una foto de él y JungKook acostados en la cama, aquella vez que tuvieron sexo por segunda vez. En la foto, ambos yacían dormidos y desnudos. 

— Ahora mismo te pareces a mi cabello cuando tenía dieciocho — Dijo YoJun antes de cerrar sus ojos, pero no dejaba de sonreír — Tenía el cabello rojo para aquel entonces. 

— ¿E-en serio? — Se sentía invadido, pues YoJun estaba viendo aquella foto. 

— Ajá — Sonrió y, seguido, suspiró — Al parecer, JungKook forma parte de tus recuerdos malos y buenos. Él está en estas dos partes de tu vida y, para serte sincero, siento envidia — Ambos rieron — Pero eso quiere decir que puedes elegir dónde quieres que permanezca. 

TaeHyung no entendía nada. 

— Las cosas pasan por algo, Tae. Todo tiene un motivo. 

De repente, fue como si TaeHyung no pudiera mantener su cabeza en orden. Poco a poco la razón volvía y solo pensaba en: ¿qué estaba haciendo ahí? ¿Jun no estaba en la capital? ¿Por qué las cosas parecían distorsionarse? ¿Por qué Jun estaba vestido con ropa de doctor y no ropa normal? ¿Por qué él estaba vestido de uniforme de F.A? 

— ¿Qué estoy haciendo aquí? — Se removió entre los brazos de YoJun — ¿Esto es un sueño o qué? 

Im sonríe. 

— ¿Ahora es que te das cuenta, pequeño? 

TaeHyung abrió sus ojos, encontrándose con la mirada preocupada de JungKook. Se quedaron viéndose un rato más hasta que el menor miró hacia abajo. El brazo del mayor lo estaba abrazando por la cadera. Pudo notar que estaba limpio, con una camiseta y una pantaloneta gris. JungKook tenía su uniforme puesto. 

— ¿Cuánto tiempo he dormido? — Dijo en un murmullo, pero no se movió, porque la cercanía en aquella camilla con el coronel era muy relajante, y su cuerpo no daba para mucho ahora. 

— Dos días — Dijo en el mismo tono que el azabache habló — Te sedaron porque el doctor decía que no era recomendable que despertaras tan rápido luego de... — Suspiró — Ya sabes. 

TaeHyung era consciente del desconocimiento que JungKook portaba sobre su fobia. Él solo estaba cumpliendo con su deber, pero... le hubiera gustado que parara cuando suplicó que detuviera el entrenamiento. 

— Yo... No sé lo que te pasó, TaeHyung — Por un momento, Kim pensó ver un tipo de puchero en los labios del rubio — Pero quiero que me perdones, porque sé que fue mi culpa. 

"¿Por qué eres así, tan hermoso?" 

— Tengo sueño — Mintió. 

— Pero si estuviste sedado dos días — JungKook frunció el ceño y, por nada del mundo, quería separarse. Pero TaeHyung tenía que caminar un poco — Y me debes una explicación de lo que te pasó. 

— Te explicaré luego y solo voy a perdonarte si me dejas sin entrenamiento por una semana. 

— Te estás pasando de la raya, jovencito — Fingió molestia en su voz. 

— Solo ven acá, JungKook, y duerme un rato conmigo. 

El mayor quiso ser más firme y no caer en la petición de este pequeño soldado. Sin embargo, sus ojos brillosos y suplicantes, expresando su deseo y vulnerabilidad lo llevaron a perder la batalla y acostarse a su lado.


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