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Anécdota 94

Anécdota anónima

Quiero empezar diciendo que me gusta (demasiado) el yaoi, que son relaciones amorosas y/o sexuales entre dos chicos. Gays, para estar claros. Y junto a esto, vinieron las manías de escuchar porno gay cada vez que pudiera.

Hace un mes más o menos el auto de mi padre se descompuso, lo que me obligaba a ir al colegio en bus; algo fastidioso, pero debía hacerlo. Lo malo era que, por seguridad, no podía estar sacando mi celular ni audífonos para escuchar música en el trayecto, ya que me los podían robar.

Pero igual, eso no me detuvo.

Había salido de casa con la chaqueta y la capucha puesta, de modo que no se veían mis audífonos y sólo tendría que conectarlos al celular de forma disimulada. Llegué a la parada del bus y una vez que éste arribó, me monté y me fui a la cuarta fila de la ventana. Yo, muy ansiosa, conecté los audífonos al celular y pulsé el botón de reproducir; me sobresalté un poco al escuchar un audio yaoi, pero no le di importancia, es más, subí el volumen. Igual, no se escucharía.

Error.

Había pasado casi un minuto de audio suculento cuando comencé a notar que la gente me miraba raro. Algunos se reían, otros simplemente apartaban la mirada con vergüenza. No entendía. Con un movimiento bajé el audífono de mi oído y hasta entonces pude entender lo que sucedía.

Mis audífonos estaban mal conectados. Lo que se había reproducido del audio —que eran gemidos pasivos de hombre— se estaba escuchando por todo el bus.

Tuve que olvidarme de mi miedo a que me robasen y saqué el celular a máxima velocidad para pausar el audio. La gente para ese punto ya se reía a carcajadas. Decir que yo estaba avergonzada es poco.

Unos segundos después alguien del asiento trasero me tomó del hombro riéndose.

—Oye, tranquila. Tengo el mismo audio en mi móvil y muchos más. No eres la única.

Lo peor, o más bien, lo divertido, es que aquella persona que me estaba admitiendo tal cosa sin conocerme, era quien años antes había sido el molestón escolar de mi hermano mayor.

Hoy en día la vergüenza sigue persiguiéndome cada que subo al bus.

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