- Y como les he dicho hijos míos, ¡Nuestro señor Jesucristo no quiere a los homosexuales! ¡Deben de cuidarse de ellos!¡Porfavor mantenganse alejados o de lo contrario el señor los castigará!

Gritaba con orgullo al ver a las personas asentir y decir palabras de honor y sabiduría al mantenerse alejados de esas personas, baje del podio y sacudí mi bata que usaba para dar los sermones a mi rebaño.

Todos comenzaron a salir poco a poco y coloque una sonrisa en mi rostro al ver qué todo estaba bien, iba a abrir la puerta para ir hacia las habitaciones de la iglesia cuando alguien me llamo.

-¡Padre Jung!

-¿Que pasa hija mía?

-¿Es cierto lo que dijo hoy?

-¿Sobre que Jennie?

- Sobre los homosexuales.

- Es cierto, el gran señor no acepta a esas personas, esos actos son de Lucifer lo que los convierte en unos demonios. ¿Porque lo preguntas?

- M-mi hermano el-

-¡Oh dios mio! Debes de traerlo de inmediato, debemos de pararlo antes de que sea un monstruo. Estará en mis oraciones.

- ¿De verdad padre Jung?

- Por supuesto, debemos de curarlo antes de que este en las manos de Lucifer.

Me sentía aterrado sobre lo que me acababa de decir, la familia Kim era una de las más fieles a la palabra del señor y que uno de sus hijos quiera caer en la tentación del diablo era imperdonable, no podía dejarlo desamparado.

Salió con una sonrisa y con la promesa de que regresaría con el, corrí hacia las habitaciones y abrí la última puerta en donde estaban mis cosas, tome mi Biblia y me fuí directo a la página en donde debía decir lo que se hacía con las personas que eran diferentes.

Cerré el libro y frunci mi ceño mientras dejaba salir un suspiro, apenas eran las diez de la mañana y ya tenía que hacer un sobreesfuerzo para poder sanar al hijo de los señores Kim.

A tan solo mis veinte años ya me había convertido en un padre para mi rebaño, desde mi corta edad me habían enseñado e inculcado la palabra de Dios y había demostrado interés en guiar a los demás.

Mientras otros niños jugaban con cochecitos de juguete yo me leía cientos de libros, e incluso cuando todos pasaban los domingos con sus familiares o parejas yo me encerraba y practicaba mis palabras que diría en la misa que se organizaba, para mí todo era muy diferente.

La madre Lee me había contado que yo llegue un día en donde la nieve blanca caía, que solo me habían dejado en el frío en la puerta de la iglesia y que ella me tomo en sus brazos y le juro a Dios que yo sería una persona que enviaría su mensaje de amor al prójimo a todos los demás, y así fue.

- Hoseok.

Escuche que tocaron y me apresure a ir a abrir la puerta para no hacer esperar a la persona del otro lado, abrí la puerta poniendo una sonrisa y saludé amablemente a la Madre Lee.

- Madre, ¿Necesita algo?

- Hoseok no haz tomado tu desayuno, hijo mío enfermeras si te descuidas de ese modo.

- Pero madre quien necesita de desayunos si podemos alimentarnos con la palabra de Dios.

Le dije sonriendo orgulloso y ocasionando una pequeña risa en ella, ví como traía en sus manos el plato de comida y decidí tomarlo pues se había esforzado en hacerlo, no podía dejar que se tirará, eso sería un pecado

- Comelo todo, en cuanto acabes debes de ir al pueblo.

-¿Al pueblo?¿Eso no le tocaba al hermano Bae?

- El hermano Bae ha tenido que organizar a los niños esta mañana.

- Está bien, pero después de volver no puedo atender a nadie más Madre.

-¿Porque hijo mío?¿Todo bien?

- La verdad no madre, la familia Kim tiene un grave problema y me han pedido ayudarlos.

- Bien hecho hijo, si sigues así pronto tu serás quien guíe al rebaño hacía el camino de Dios.

-¿A qué se refiere madre?

- El padre Choi está buscando a la persona que tome su lugar en la iglesia y tú mi niño eres alguien demasiado joven, tú podrías hacerlo Hoseok.

Sentí algo en mi pecho, un sentimiento que no había sentido antes, no sabía que era mi como interpretarlo pero solamente puse una sonrisa en mi rostro y le di las gracias la madre Lee, ella se fue dejándome solo.

Cerré la puerta y deje la comida sobre mi buró, me senté en la orilla de la que era mi cama y simplemente deje salir un suspiro,seguía teniendo ese peso en mi pecho y me frustraba en no poder saber a qué se debía.
Sacudí mi cabeza y mejor me levanté para tomar el desayuno.

El padre Choi me había apartado de los demás hermanos ya que el creía que yo sería alguien diferente, una persona que merecía estar oculta, pero cuando demostré todo lo contrario intento que me juntara con los demás pero fui rechazado lo que ocasionó que ninguno de mis hermanos de la iglesia cruzará palabras conmigo.

Termine y deje el plato en la cocina en donde estaban las madres, camine hacia la puerta de la iglesia y salí por está mientras tenía en la cabeza la lista de cosas que hacían falta en la cocina, pase por la casa de los Kim y no pude evitar detenerme un momento mientras me ponia a pensar.

A las personas que no se les podía curar el problema de la homosexualidad eran sacrificados en el nombre de Dios, era algo que podían hacer las personas que tenían algún pecado y el entregarle un homosexual al gran señor los liberaba de todo pecado que tuvieran, no quería que aquel joven pasará por eso.

Compre todo lo necesario y compré algunas cosas que ocuparía en el niño Kim, fui corriendo a la iglesia a dejarle todo a la madre Lee y al darme la vuelta estaban los señores Kim frente a mi con ambos hijos, Kim Jennie estaba con la mirada en algo y una bonita sonrisa mientras que el Joven Kim Taehyung tenía la mirada baja y mordía su labio inferior que temblaba debido al llanto.

Cuando tuve que "sanarlo" podía jurar que jamas podría quitarme esos gritos de la cabeza, gritos llenos de dolor porque estaba sacando aquel mal para que Dios lo iluminara y me diera otra oportunidad pero lo que aún fue peor fueron las palabras del señor Kim.

- Si eres un homosexual es mejor que estés muerto a ser un hijo del diablo.

Esas palabras me dejaron pensando sobre una pequeña pregunta que tenía pero que nadie podría saber, no hasta que yo mismo lo estuviera.

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- Jungyuli3312💜