Para Giyū, Shinobu era como un hada.

Una figura angelical, tan delicada que parecía que al más mínimo roce se podía romper, con una voz tan dulce a veces que era imposible de creer que fuera humana, y sus pasos eran tan ligeros que no hacía absolutamente nada de ruido al andar.

Le encantaba mirarla.

Y el día que ella apareció para curar sus heridas en batalla donde acabó mal parado, fue como ver casi un angel dirigiéndose a él.

Y Tomioka, poco consciente de lo que decía, soltó:

- Kochō...

- Silencio, Tomioka-san, es mejor que estés callado — Dijo ella, sacando de su bolsillo algunos frascos y algunos vendajes.

- Kochō es...tan bella como un hada

Ella se volvió rápidamente a mirarlo, sonrojada, encontrándose con el hombre totalmente inconsciente.

Para Shinobu, aún es un misterio si lo que escuchó fue real o tan solo imaginación suya.

Aunque lo cierto era que deseaba que no fuera su imaginación.