Capítulo II
El ruido de un libro al caer despertó a Aira de su profundo sueño. Parpadeó lentamente hasta poder aclarar su vista y observó su alrededor. Se encontraba en una sala pequeña, parecida a un desván; la sala era oscura, tan solo estaba alumbrada por una pequeña bombilla que colgaba del techo. Habían tres estanterías con libros que Aira ya conocía muy bien.
Se levantó del suelo y caminó hasta el lugar donde se encontraba el libro caído. Lo recogió y leyó el título "Principios de la magia". Recordó cuantas veces se había leído ese libro, cuantas tardes había malgastado leyéndoselo y aprendiéndoselo de pe a pa.
Lástima que ya no me haga falta, pensó.
La puerta del desván se abrió y dejó ver la figura de un hombre alto, corpulento y moreno, que miraba a la muchacha con rostro serio.
-Sus padres la esperan.
-Como no, solo ellos serían tan cabrones como para abandonarme durante dos años y después raptarme. ¡Cuánto los quiero! -contestó sarcasticamente Aira. Sabía que no debía decir eso, y menos ante un guardia de sus padres, pero la ira la dominaba por dentro. La joven vio como el guardia apretaba la mandíbula; sus palabras lo habían molestado. Era lo normal, todos los habitantes de Domum les tenían mucho respeto a Zéfiro y a su esposa.
Golpe bajo, estúpido. pensó con satisfacción Aira.
-Por favor, señorita; acompáñeme. No hay tiempo que perder.
Minutos después, Aira estaba ante sus padres.
Ellos la miraban con alegría pues no la habían visto desde aquel suceso, fueron corriendo hasta ella y la abrazaron con ansia, pero ella a pesar de lo enfadada que estaba, les correspondió el abrazo. Al fin y al cabo, eran sus padres.
-Hola Aira, estas tan guapa, te pareces a tu madre...En joven, claro. - Dijo su padre con un tono humorístico mientras recibía una mirada asesina de su mujer.
-Aira, te hemos echado tanto de menos- Contestó su madre, ignorando el comentario de su esposo.
-Ya...yo supongo que también os he echado de menos...
-Siento todo esto, no podíamos hacer otra cosa, lo sabes de sobra, Aira.- contestó su padre frio como el hielo.
-Ya bueno, que más da, al fin y al cabo solo soy tu hija a la cual has abandonado durante dos años.
-Por favor dejad de discutir, no te hemos hecho venir para esto, si no para darte una alegría.
-¿De qué hablas?
-Aira, hemos descubierto una cosa muy importante... Y si es cierta, podrías no ser la culpable de aquello, una fuente de información confiable nos ha dicho que hay un sospechoso.
-¿Cómo? ¿Me estás diciendo que te fías de esa persona antes que de mí?
-¡No te entiendo, Aira, intento ayudarte, intento que vuelvas a Domum!, ¿¡y me lo pagas así!?
-Zéfiro, basta. No es momento de discutir. -La mujer riñó a su marido con rictus enfadado.- Cariño, por favor, escucha lo que tenemos que decirte; es algo muy importante y que podría cambiar Domum...Y tu vida.
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