Después de tanto tiempo pensando en tu forma de querér, de estar y de entender. Me he dado cuenta que en el planeta no hay otro ser que haga lo que tú:
aconsejar, servir, cuidar, educar y sobre todo dar, sin esperar nada a cambio.
Me he dado cuenta que eres un ser extraño e incomprensible, y estoy agradecido de ello, de ser parte de ti, de tu mundo, de tus entrañas, de tus pensamientos y tus sentimientos. 
Recuerdo las palmas de tus manos en mi espalda
Los sermones por alguna que otra estupidez, —aun los escucho—. Recuerdo la chancleta y la correa que formaron el tamaño que tengo hoy. Recuerdo cada uno de tus gestos y frases, oraciones y hasta párrafos completos. Recuerdo la gripe y el repelente de insectos.

He vivido torpemente, y he fracasado muchas veces y ahí estas, con los pies en el suelo, con días pasados de euforia, y al siguiente tu consuelo.
Recuerdo torpemente como acudía a ti cuando algo no me salia a mi, recuerdo tus "no" y mis tercos "si". Recuerdo las historias que contenían ficción, realidad, drama y comedia. Recuerdo la palabra más hermosa del mundo, y siendo tan bonita, la decías siempre sin tener que mover un milímetro de tu boca. Recuerdo las cosas malas que hiciste parecer como si no pasara nada. Recuerdo... te recuerdo.
Y que extraña manera de dar amor, que aún con cada golpe, y cada grito se encontraba un te amo más sincero que cualquier acepto en un altar.
Y que extraña tú y que orgullo compartir la vida contigo.

Y después de tanto tiempo pensando en la forma de tu querer, me he dado cuenta que nunca recibiré un amor tan grande como el que vos me has dado.
-Te amo madre