Magia
Y yo que no creía en la magia,
convencí a mi mente
que era un truco tu mirada.
Sin embargo, el hechizo al verla,
me dejaba perplejo,
y tú con tus dotes de ilusionista
sólo continuabas con tu función.
Y yo que no creía en la magia,
objeté, y tú sacaste un as
bajo la manga: tu sonrisa.
Me bastó con quedarme callado
y observar la función.
A ti te bastó un guiño para cerrarla.
Y me enamoré.
Pero que ironía
Yo que no creía en la magia, empecé a creer en ti.
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