Te he buscado en alarmas
que prolongué 5 minutos,
en el desorden de mis sabanas
y en el espacio vacío derecho de mi cama.

Te he buscado en las noticias locales,
en los susurros de la gente,
entre los murmullos, el chisme
y el barullo de las calles

Te he buscado en las cicatrices
que me dejaste en la espalda,
en mi pulso acelerado
y mi frenética frecuencia respiratoria.

Te he buscado en las madrugadas y atardeceres,
en las canciones que te dediqué
y el tiempo que me regalaste.
¿Dónde te me has metido?

Te he buscado en mis cuadernos de bachillerato,
en las hojas de atrás por si aparecia tu nombre.
te busqué en las cartas que me hacias
y en las medias horas de recreo.

Te he buscado en la memoria de nuestros allegados,
en los labios de otras personas,
en momentos ajenos a los nuestros y
y en épocas distintas.

Créeme que mi búsqueda ha sido intensa.

Te he buscado en las grietas de mi corazón,
en los hoyuelos de mis mejillas;
incluso, tu ausencia y yo
diálogamos fantasías en mi cuarto.

Te he buscado en la saliva que dejé en mi mano
cuando prácticaba los besos que planeaba darte,
en los abrazos que no querían despedirse
y en el salado mar de mis lágrimas.

Te he buscado en lugares tan grandes
como mis ganas,
y en lugares tan pequeños
como la eternidad que me prometiste.

Créeme que mi búsqueda ha sido intensa.

Me tocó conformarme con ausencia,
porque al hallarte,
disfrutabas de un buen suplente.

El que andaba perdido era yo.