26 de abril de 2019

A ti, utopía de muchos.

Querida (anhelada) felicidad, hoy te he visto de nuevo, pero no como ayer cuando estabas en la cancha de fútbol al anotar el gol. No. Hoy te vi en la reunión familiar mientras mi padre y su hermano contaban sus anhedoctas de niño.
La razón por la que te escribo es para agradecerte, ya que has estado mucho y nadie te sabe ver. Recuerdo cuando me visitaste el día que estaba en casa con mis compañeros de clase, ibas recorriendo cada puesto y te veía brillar cuando alguien reía. No sé si recuerdas cuando cantaste a todo pulmón junto a nosotros, supongo que sí.
No sé cómo eres tan imperceptible para los demás, siempre los veo atareados por buscarte y compran cosas, venden cosas, trabajan, y trabajan, y vuelven a trabajar; creen que eres hermana del dinero o algo así.
No sé cómo el vecino desempleado, no te mira cuando le enseña a leer a su hija, o como te ignora la niña que rompió con el novio al oir los concejos de mamá. No entiendo como el jóven en rehabilitación, hace caso omiso de tu presencia cuando besa a su novia, no sé porque las madres solteras hacen la vista gorda cuando le sacas esas sonrisas a sus bebés.
No sé por qué te buscan si ni siquiera estás pérdida.
No sé por qué no te miran, felicidad.

Bueno, en fin quisiera en nombre de todas aquellos que no te miran, darte las gracias
Por estar ahí
Aunque sea de visita
O porque algunos decidieron realmente tenerte cerca.
Gracias.

Siempre tuyo, L.B

Posdata.
iré a ver a la abuela al hospital, espero verte allí.