20. ¿𝖰𝗎𝖾𝖽𝖺𝗋 𝗆𝖺𝗇̃𝖺𝗇𝖺?, 𝖾𝗌𝗍𝗈 𝖾𝗌 𝗎𝗇𝖺 𝖻𝗋𝗈𝗆𝖺
「🥊」
Masticaba lo que llevaba a mi boca sin mirar al frente, si lo hacía, me encontraría el rostro de Jungkook, sentado justamente delante de mí, mientras animadamente charlaba con los mayores.
Mi parte curiosa levantaba de vez en cuando la vista analizando su comportamiento. Jungkook se comportaba diferente con cada persona, eso lo había descubierto luego de espiarlo mucho.
—¿Estás nervioso?— pregunto Jin a lo cuál Jungkook negó.— Me alegro, la competencia está demasiado cerca.
—Estoy ansioso, llevo preparándome para este momento mucho tiempo— contestó, llevando un trozo de carne a su boca.
Bebí de mi bebida, mirándolo sutilmente.
—¿Viste el usuario de esa página de cotilleo que habla de ti?— preguntó mamá, envolviendo su carne en una hoja de lechuga.
¿Por qué simplemente no se mantenía callada?
Jungkook dejó a un lado sus palillos para enfocar su atención en un jugo que Seokjin le había pedido pues le prohibió beber ya que debía regresar manejando a su casa.
—Sí, lo ví, me molestó un poco que hablara de mí, pero bueno ya se me pasó — respondió a lo preguntado. Sonaba sincero.
—Debemos dar con la persona que se dedica a eso, puede que en unos años si sigue hablando de ti de forma negativa podría perjudicarte— opinó el tío Seokjin, tragué saliva.
En mi cabeza comencé a imaginar millones de escenarios para nada favorecidos para mí.
No hablé tan mal de él, solo dije que parecía el típico chico que jugaba con las chicas, pero que profesionalmente era un buen boxeador, y le agregué un pequeño consejito. Súper inofensivo.
Le dije que debía concentrarse en querer a alguien como mismo se concentraba en ser un buen deportista.
Nada cruel, solo la realidad.
A parte estaba enojada, tenía mis razones para lanzarle odio.
Solté un bufido, llamando la atención de los presentes.
—¿Paso algo amor?—preguntó mamá, salí de mi charla mental y me apresuré a negar.
—Solo estaba pensando.
Asintió, mirándome desconfiada. Lleve más comida a mi boca y mientras masticaba miré a mi alrededor, a las demás personas que de vez en cuando miraban a nuestra mesa fijando su vista en mamá o en Jungkook.
Una vez que acabamos y que ambos mayores regañaran y se negaran a que Jungkook pagara su parte de la comida. Nos dispusimos a dar un pequeño paseo a lo largo del río Han.
Según el tío Seokjin, ese paseo nos ayudará para la digestión de la comida.
Como era de esperarse, mamá se enganchó del brazo de su acompañante y lo arrastró alejándose de mi y del pelinegro.
El cual me miraba curioso de vez en cuando mientras caminábamos.
Yo miraba a donde sea que fuera, menos a él. Tampoco tenía intenciones de hablarle.
—Que casualidad encontrarte— dijo, llenando el silencio.
—No puedo decir lo mismo— respondí, por educación, aunque mi respuesta no había sido la más agradable que digamos.
—Lo sé, tu cara allá adentro me lo decía todo— expresó, estirando sus brazos.
Giré mi cabeza mirándolo, captando como sus músculos se tensaban en el acto. Se percató de mi descarada mirada una vez que terminó de estirarse y lo escuché soltar una risa nasal.
Quise golpearlo, por muchas cosas concretamente.
—¿Estás enojada?— ¿Y tienes el descaro de preguntar maldito Jeon?
—No te interesa.
Resopló a mi lado, posicionándose frente a mí, haciendo que ambos detuviéramos el paso. Alcé mis brazos cruzándolos en mi pecho y rodeándolo por un lado me dispuse a alejarme.
Pensé que me dejaría tranquila. Pero al parecer el pelinegro no se rendía tan fácil.
Volvió a colocarse frente a mí, esta vez colocando sus manos en mis hombros y ahuyentando cualquier posibilidad de escapar.
—Hablemos.
Genial, ahora quería hablar.
Me miró con cautela.
¿Acaso espera que diga algo?
—Puedes insultarme si es lo que quieres— dijo, con un tono burlón que solo hizo hervir mi sangre.
Lo miré por varios segundos.
No, no te insultaré, te mataré a golpes.
Pensé y siguiendo mi instintos, comencé a golpearle en el pecho. El pelinegro me miró sorprendido retrocediendo, mientras intentaba esquivar los golpes que de forma rápido llegaban a él.
Lo escuché reír.
¡¿Aún así tiene el descaro de reírse?!
Aún más enojada seguí, lanzaba ya sea puño o patada, solo quería darle, de cualquier forma.
Las personas que pasaban nos miraban, algunos asombrados por cierto espectáculo y otros pasaban rápidamente tomándonos por locos.
—Ya, detente—pidió, sosteniendo mi puño que iba en dirección a su cara.
La cual no dañaría ya que no podía llegar a ella. Jeon era más alto que yo, desgraciadamente.
Retuvo mi puño en su mano, tan grande que envolvía completamente la mía y gruñí intentando librarme de su agarre. Con mi mano libre intente darle para que me soltara pero agarro el otro puño también.
Solté un chillido, pataleteando e intentado escapar de su agarre.
De un pequeño jalón me giró en mi lugar, haciendo que quedara de espalda a él y pegó mi cuerpo al suyo, aún aguantando mis manos me hizo caminar hacia el muro del río Han. En el cual me retuvo con fuerza, haciendo presión en mi cuerpo para que no escapara.
—Solo tranquilízate, quiero hablar— pidió, me negué.
—Yo no quiero escucharte.
—Que pena pero tendrás que hacerlo— dijo con falsa decepción.
Lo odio.
Me quedé en silencio y dejé de luchar para librarme de él, mientras más rápido lo dejara hablar, más rápido me dejaría en paz y podría irme.
—Quiero disculparme por haberte besado dos veces— comenzó, sentí mi corazón agitarse.— No debí haber hecho tal acto sin tu consentimiento, me deje llevar por el impulso— se justificó.
No dije nada.
Sentí que su agarre se aflojaba, me giré, dándole la espalda al río y mirándolo a él frente a mi. Suspiró, haciendo que el aire expulsado de sus fosas nasales cayera sobre mí.
Seguí el movimiento de su mandíbula tensarse luego de haberse relamido los labios.
Me embobé por unos minutos, contemplando su cara.
Dios.
¿Por qué lo hicieron con tantas ganas?
Sus ojos están fijos en mi rostro, creo que esperaba alguna respuesta de mi parte. Pero yo realmente no tenía nada que decirle.
Solo quería besarlo, sí, necesitaba besarlo.
Acercó su rostro un poco más a el mío, pero se frenó dejando poco centímetros entre nosotros.
—¿Qué te parece si almorzamos mañana juntos?
Propuso.
¡Ja!
Ni loca, no puedo estar más de diez minutos cerca de él, me revoluciona las hormonas.
Iba a negarme pero me lo impidió.
—Sí, te espero mañana a la hora del almuerzo en el gimnasio del instituto.
Ordenó, alejándose de mi cuerpo y colocando ambas manos en los bolsillos de su jogger. Se giró luego de darme una sonrisa de labios cerrados, tenía intención de marcharse, pero se detuvo unos cuantos pasos lejos de mí para girar un poco su cuerpo y decirme.
—Espero verte mañana, no me hagas ir a buscarte, sería peor.
Eso fue... ¿Una advertencia?
Y sin más se marchó. Dejándome con muchos insultos en la punta de la lengua.
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