
36
Los muertos vivientes.
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Las gotas de llovizna caían en mi rostro. Tres grupos yacían divididos en el mismo punto cardinal, alerta. Intentaba de ser cuerda, pero la amarga sensación del llanto de mi hija menor me acechaba de una manera muy perturbadora. Miedo, paranoia. Era eso lo que estaba sintiendo de una manera bastante abrumadora. Mi cabello estaba completamente suelto, mi ropa oscura y chaqueta de cuero me hacía sentir calurosa, pero no dejaba de sujetar mi mochila con armas y municiones. He estado en esta situación antes, pero no así, no de esta manera tan turbia y macabra. Sostenía mi pesada arma, mirando hacia puntos ajenos del bosque. Las hojas caían y se oía la ventolera, manteniéndome tensa. Jamás había tenido tanto en mi interior, ni siquiera el vacío intermitente que sentí en estos últimos seis años cuando creí perder a personas importantes para mi. Este sentimiento, está irá y miedo en mi interior, se acumulaba. Es como si quisiera devorar algo, un león buscando su presa, pero fui yo la que fue devorada.
Camine varios pasos adelante, puse unas hojas secas. Esperábamos la unión de personas con las que antes habíamos contado en situaciones tan tensas cómo está. Desesperaba, lo único que tenía en mi mente era una morbosa imagen de mi arma apuntando hacia la frente de Sarah. Era así como funcionaba esta mierda. Nadie era bueno, no en este mundo. A este punto ya lo sabía, no debía temerle a los caminantes, si no a las personas que vivían entre los muertos vivientes. Sentí que perdía el balance, no había comido y estaba exhausta. Me sentía humillada, mi rostro en césped y Sarah apuntándome mientras me susurraba al oído lo que podía hacer con mi vida, una miseria como la suya. Fui a retener mi peso de aquel tronco del árbol, pero perdí el balance e iba caer. Me sujete del brazo que me sostuvo, levante la mirada encontrándome con aquel parche y cabello castaño ondulado. La mirada azulada de Carl interfirió con la mía como un alfiler, se veía en su rostro la impotencia.
—Siéntate, desde la mañana no te has detenido.—me pidió, los demás rodeaban el perímetro.—Solo, siéntate.—recito, de manera sutil.
—No perderé ni un minuto. ¿Qué podría estar pasándole a mis hijos en ese minuto?—cuestione, en un tono bajo y con rabia.
—Son mis hijos también.—afirmó, sujetándome de los dos brazos para retenerme frente a él.—Eliana también lo es.—artículo, fríamente.
—Carl, ya hemos hablado de eso.—dije, mirando al otro extremo derecho donde Ethan se mantenía cabizbajo y aislado de todos.
—Se que es suya.—dijo fríamente, separándose de mi, maldije por lo bajo ante ese maldito triángulo amoroso que nos ataba.
—Carl.—levante mi mirada, observando a mi padre llamas a Carl con prudencia, otra mirada fría se cruzaba por aquí.
Carl se distanció de mi, dirigiéndose hacia el hombre que alguna vez intentó retar y desafiar. Lo único que había era una línea de respeto entre ellos que apenas comenzaba. Me giré para mirar detenidamente cómo Ethan se inclinaba en el suelo, con pereza me acerqué, pero lo dudé. Cuando lo conocí, lo menos que quería era cruzar una línea firme con él, pero cuando sentí esas mariposas renacer en mi interior, no quería tener que verlo irse lejos de mi, ahora, no parecía haber nada. Solté mi arma y me incliné en el suelo aún lado de él. Sentí su mirada verme de reojo, sentía su tristeza y lo entendía, más que nadie, yo podía entender su dolor y sentir en este oscuro duelo. Deslicé mi mano hasta la suya, apretándola con fuerza para así girarme y ver su mirada, la misma que aún me seguía a todos lados, esclareciéndose ese amor que me tenía tan claro como el agua. Ethan sostuvo mi mano y dejó caer toda su tristeza en esa acción. Me preguntaba... ¿había elegido a Carl por costumbre o por amor?
—Recuperaremos a Michael y Eliana, te lo juro Ethan.—afirme fríamente, él asintió y sus ojos se humedecían.—Vengare a Connor, lo haré por ti.—añadí, en un leve murmuro.
—Aliana.—me llamo.—¿Qué más harías por mi?—se preguntó, apunto de soltar una lágrima que se deslizaría por su mejilla pecosa.
—Hay hombres de esa maldita comunidad en el área.—de reojo observe a mi padre acercarse, su mirada fría continuaba en sus palabras hostiles.
—¿Cuantos?—pregunte, levantándome del suelo para ver a Ethan limpiar sus lágrimas, mi padre nos observó con detenimiento y sonrió.
—¿Reconciliación?—puse de lado la cabeza y esbocé un rostro amargo, mirándolo con seriedad.—Bien. Hay diez, armados al norte, es como una barrera para que no podamos pasar, lo que significa que esa perra sabía que iríamos tras de ella.—añadió.
—Debió matarme cuando pudo.—afirme, moviéndome del lado de mi padre hasta que me detuve en seco para ver a Maggie asomarse con su leve grupo de personas.
—Trajimos refuerzos.—dijo ella con una sonrisa, haciendo que pudiera mirar a las personas que venían detrás de ella.
—Carol.—llame con entusiasmo, ella me miró con su cabello ahora corto para extender sus brazos y abrazarme con fuerza.
—Jamás te abandonaría en esta situación.—comentó, detrás de ella se veía a mi madre cruzada de brazos y cabizbaja.—Jamás.—recitó.
—¿Cual es el plan?—se cuestionó Ezequiel, aún lado de Daryl y rodeado de varios hombres conjunto a Aaron, quien miraba.
—Conocemos el camino, pero hay una situación, dudamos que ellos hayan despejado todo, deben de haber más por ahí.—decía Carl, trazando una línea en la tierra.—Es una comunidad grande, dividida en tres localizaciones. Residíamos en el último sector, "la menos importante".—explicaba.
—Sarah querrá llegar al primer sector, pero no podrá hacerlo sin antes obtener un permiso. Los niños estarán bajo un tipo de cuarentena, más aún si es un secuestro. No le conviene que sepan que es así.—añadía mi madre, aún lado de él para mirar a los demás y hacer entenderse.
—Hay que cazarlos.—opinó Rosita, aún lado de mi se mantuvo, intercambiando miradas con Michonne quien se veía ahora segura.
—Me parece justo.—adjunto Michonne frente a mi, con un semblante también reacio; nos habían dado en el punto más débil, la familia.
—No hay porque precipitarnos.—comentó Carl, notando la leve tensión que se formó entre los demás grupos, llenos de adrenalina.
—Lo has dicho Carl, si Sarah tenía gente de su lado e influencias en ellos, deberán merodear por aquí. Nos cazarán y evitarán que llegamos a los niños.—explicaba Rosita, en desacuerdo con él, por lo que la atención se presentaba aún.
—No podemos actuar de una manera improvisada. Deberíamos planear bien como atacaríamos, somos tres grupos con varias divisiones de personas, unos podrían ir enfrente, otros en el lado izquierdo y derecho.—pensaba Maggie.
—Hay que matarlos a todos. Y ya.—incitó mi padre, poniendo todo su peso encima de un tronco para Maggie mirarlo con disgusto.
—¿Y luego que vengan de nuevo?—le cuestiono Maggie.—Solo queremos a los niños, no deben morir personas inocentes.—aclaraba ella.
—¿Y a cuantas personas inocentes has matado tú?–le preguntó mi padre, rodee los ojos notando como la conversación se desviaba.
—Aliana.—llamó Ethan, irrumpiendo a todos y creando un silencio.—¿Qué hacemos?—me preguntó, mirándome detenidamente.
—Diez hombres están al norte, esperan nuestra llegada para evitar que irrumpamos en sus funciones. De ellos, deben haber más después de esa barrera.—comente, mirando al suelo.—Un grupo irá atrás, otro enfrente y añadiremos otro para que acompañe al grupo de la izquierda.—articulaba.—Los susurradores llegarán para bloquear todo el lugar, nadie sospechara que nosotros hicimos un asalto, nos mezclamos entre los susurradores y Carl, como Alessandra se encargarán de guiarnos para buscar a los niños.—añadí, viéndolos asentir.
—¿Qué pasará con Sarah?—preguntó Gabriel, respiro hondo, sabiendo cómo la sangre me hervía ante nada más esa mujer ser nombrada.
—Yo la matare. A ella y a todos los que se interpongan.—masculle, sujetando mi arma para así girarme.—Divídanse.—pedí.
Caminaba de una manera solitaria y en silencio, sosteniendo mi arma. Nos movíamos con más sigilos que antes, mirando hacia cada uno de nuestros alrededores. Si íbamos en auto, nos hubieran atrapado igual, pero así a pie llamamos menos la atención y más cuando nos manteníamos separados en grupos. Yo iba en el grupo delantero, atrás cubrían mi zona y ambos costados también. Algunos susurradores estaban esparcidos por el área, nos hacían saber que eran ellos con una señal de manos y también enmarcaban los troncos de algunos árboles para que supiéramos que estaban tomando la delantera para asegurar el perímetro antes de seguir guiando su horda tan desastrosa. La conciencia no me molestaba aún, pero cuando esa horda arrase con esa comunidad y los niños gritaran del pánico, sería un infierno viviente para mi. Oía pasos detrás, alguien quería alcanzarme pero cuando miré hacia adelante y vi a Carl mirar de reojo, supe que no era él. Mi codo sintió un roce, por lo que vi cerca a mi padre.
—¿Problemas en el paraíso?—me preguntó con una sonrisa, parecía masticar algo, ¿una maldita goma de mascar?—Yo creo que si.—afirmo.
—La situación no tiene tensos.—intervine, manteniéndome a su lado para verlo reír por lo bajo, me irritaba esa actitud.
—O elegiste apresuradamente.—infirió, eliminó su risa y su semblante neutral me hizo saber que ya no se burlaba, que iba en serio.
—Solo quiero recuperar a mis hijos y volver a casa, eso es todo.—musité, desviando el tema para sentir las gotas aún de la llovizna.
—Fui un padre de mierda.—admitió con pereza, reí ante eso y le interrumpí.
—No me digas.—comente de una manera sumamente sarcástica, para notarlo denegar con la cabeza con rapidez.
—Fui un padre de mierda.—volvió a repetir para que esta vez lo dejara culminar.—Pero se que ustedes son unos buenos padres. Tanto tú, como Carl y Ethan, realmente lo son.—artículo.
—No te culpes.—pedí rápidamente ante saber al punto que se iría esta conversación.—Todos moriremos en algún punto.—añadí.
—Pero así como tú quieres evitar la de tus hijos, yo pude evitar la de los míos.—musitó, mirando adelante con amargura.—Oh Natasha, ella sí que tenía puntería.—añadió, con una sonrisa.
—Así es.—apoye, viéndolo avanzar hacia adelante para dejarme sola y con una gran melancolía, donde mi madre debía estar oyendo al otro extremo con Michonne.
—Se esfuerza por redimirse.—detrás de mí se posicionó Ethan, me detuve un momento para llegar a él y verlo mirarme.
—Lo hace bien.—respondí, quedándome a su lado y caminando, sentía un calentón en mis piernas, caminar y caminar, me traía recuerdos.—¿Tú vagaste mucho luego de que el virus llegó?—pregunte.
—No mucho.—respondió sutilmente.—Pero intentamos de sobrevivir en los grupos a los que íbamos, igual en los Salvadores.—comentó, sosteniendo su arma.
—A veces caminábamos por meses sin encontrar refugio o comida, era un infierno los inviernos. Habían días donde creía que moriría.—articule como pereza, mirando alrededor.
—¿Crees que regresemos?—me preguntó.—¿Crees que regresemos vivos de esta?—esclareció, me detuve en seco al igual que él para verlo.
—Nuestros hijos si, eso lo sé.—afirme, para pasar por su lado y volver a caminar, sujetando mi arma para sentir mis manos temblorosas.
—Aliana.—me llamo, volví a girarme de reojo para verlo.—Prométemelo.—pidió, acercándose a mi con algo de brusquedad.
—Los traeré de vuelta.—afirme de nuevo, pero él negó, sujetando mi brazo.
—Que tú volverás.—esclareció, cambie la mirada y tan solo veía a Carl avanzar, él charlaba con Aaron, desde aquí podía verlo.
—Nos atrasamos. Y no perderé más tiempo, Ethan.—desvíe, para así rozar con su hombro y verlo quedarse atrás, como si analizara.
Si yo había perdido mucho en esta vida, ¿cuanto perdió él? A sus hermanos, sus amigos. Ethan parecía estar solo ahora, la única razón por la cual estaba avanzando, era por su sobrino e hija, porque era suya. Eliana era de Ethan y no había nada que me hiciera creer lo contrario. Apreté mis nudillos. Seguí avanzando, con mi ceño fruncido. No había manera de que volviéramos todos completos, pero sin importar cuánta sangre derrame en el camino, me aseguraría que mis hijos volvieran. Este era su mundo, aquel que quería en donde ellos vivieran. Tengo veinticuatro años, si no me he equivocado, sé que he llegado a la adultez y que deje de ser una niña desde hace mucho tiempo. Viví esperanza, viví una salvación, como también la unidad de lo que somos, pero si quería ver algo y estar viva para eso, era ver a mis hijos sanos y salvos, al menos de ese macabro lugar. Alanna, Caleb y Eliana, les juro que iré por ustedes. Solo esperen, mamá llegará muy pronto y los traeré de vuelta a casa, porque ustedes son el futuro, si. Son el futuro del nuevo mundo, de la nueva orden.
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Lamento haberme desaparecido otra vez. Tenía otras obras y continuar esta sin el trama de la serie se me ha hecho algo cuesta arriba, escribí este capítulo en menos de tres horas con tal de seguir avanzando porque quiero darle un cierre digno.
En fin, espero poder terminar esta novela y no dejarla en la nada, o en borradores, porque fue una etapa muy bonita. Fue con esta novela que inicié en Wattpad y con la que atraje a muchas personas, también con la que conocí a varias de ellxs que ahora son cercanos. Intentaré terminarla.
Añadiendo, ¿que team son? ¿Ethiana o Carliana? En lo personal, yo soy Ethiana.👉🏻👈🏻🩷No me maten please, pero es que la química que hubo en ellos dos fue súper natural. Esto no cambiará el final de la historia, que ya lo tengo un poco claro. Nos vemos pronto.
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