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Capítulo 10 🎨

Media hora después de que Taehyung le hiciera el no tan agradable recordatorio de su tarea olvidada, Jungkook se hallaba establecido en una de las terrazas, con un caos de pintura y pinceles en la pequeña mesa.

Tenía los minutos contados, pero confiaba plenamente en que iba a lograrlo.

Trabajar bajo presión era complicado, y peor aún cuando necesitaba impresionar a su docente, o en este caso, había que demostrarle a Taehyung que él, siempre cumplía con sus tareas sin excepciones.

Por otro lado, eso lo obtendría exclusivamente si no sufría de interrupciones mientras pintaba; en pocas palabras, una visita innecesaria a su área de trabajo, era lo que no deseaba en ese momento.

Y aun así, la tuvo, porque la vida nunca le daba lo que quería.

-Hola Jungkook, ¿qué haces?

Se vio obligado a levantar el rostro para focalizar al recién llegado y por inercia, volcó los ojos al reconocerlo.

-Largo de aquí, Lex -dijo, regresando la vista a su tarea-. No te incumbe.

-Vaya, tus buenos modales han pasado a la historia -El nombrado levantó una ceja, sonriendo irónico-. ¿Dónde quedó ese omega lindo y servicial?

-Existe solo con las personas que valen la pena -murmuró, deslizando su pincel sobre la cartulina con precisión-. Tú me metiste en problemas, así que vete de aquí antes de que se formen más.

No era un buen pronóstico, Lex era el alfa de Jaemin y eso lo sabía toda la universidad.

Desgraciadamente, su relación con el omega era complicada y se tornaría peor en caso de que un rumor insano se esparciera por el campus. Los chismes corrían a la velocidad de la luz, y empeoraban cuando estaban relacionados a esa parejita inestable.

Ese chico siempre hacía cualquier cosa a su conveniencia y su novio le creía con los ojos cerrados, ya lo había sufrido.

-Antes eras muy amable conmigo, ¿qué cambió? -El tono de su voz era altivo-. ¿Jae te prohibió hablarme?

-A mi nadie me prohibió nada -gruñó, cortando un trozo de su cinta para enmascarar-. Y por tercera vez, te pido que te vayas, estoy ocupado y necesito mi espacio.

Seguía sin mirarlo, eso empezó a picar en el orgullo del chico que presumía una perforación en el septo nasal.

-¿Por qué estás así de apático? -Visualizó el trabajo en proceso-. Deja eso y vamos por un café, yo invito.

-Creo que en definitiva, a ti te falta un tornillo o dos -No lo dijo en broma, en serio lo pensaba-. ¿Qué no fui claro la última vez?

-Oh, vamos...

-Que no, mierda, ¿de verdad sigues jodiendo? -Tuvo la delicadeza de soltar su herramienta de pintura, antes de virar de filo hacia el implicado-. Al parecer las palabras de un omega no son válidas para ti, hazte un puto favor y respeta tú relación, porque después de tus mentiras, a mí me ocasionaste una riña con Jaemin que ni siquiera tendría que existir. Ahora estás aquí, poniéndote de tapete para que yo pase por encima, ¿y qué crees? Ni así me interesas.

Estaba enojándose.

No tenía porqué soportarlo y le molestaba aún más, la mueca hilarante del contrario que no se inmutaba con sus vocablos.

-Él y yo no estamos en algo formal, te lo comenté en la fiesta -espetó y se mordió la punta de la lengua-. Somos novios pero tenemos carta abierta, podemos ver y probar el menú...

Dicho eso, Lex intentó acariciarle la mejilla y lo que obtuvo como resultado, fue un manotazo que le impidió tocarlo.

Aún así, volvió a sonreír.

-No te atrevas, animal -masculló, harto de su presencia-. Te lo voy a volver a repetir, porque quizá tus neuronas no cumplen correctamente con su función -Estrechó sus orbes y contabilizó con los dedos-: Me queda claro que eres un idiota, no vales la pena, no me agradas y no te quiero cerca, ¿así o te lo deletreo?

El alfa rechinó las muelas, apretando el mentón.

-Eres terriblemente difícil y no sé por qué eso me engancha -Golpeteó las yemas en la mesa-. Con Jaemin todo fue tan fácil, desde el primer día cayó...

-¡¿Qué demonios?! -Su límite se vio superado. Arrastró la silla hacia atras y se puso de pie-. ¿Qué te da el derecho de hablar de nosotros como si fuéramos juguetes o no valieramos nada? -Lo señaló, de modo acusador-. Sé un alfa de verdad y amárrate los pantalones, acepta que eres un irrespetuoso con tu pareja y que te importa un carajo lo que él sienta, de verdad espero que se de cuenta de la basura que eres y te deje.

Enrabiado, empezó a guardar sus materiales, revisando con rapidez que los botes estuviesen correctamente cerrados y limpió las cerdas de sus pinceles.

Creyó que había bastado con batearlo hasta home run la noche en que trató de acercarse a él, lo más natural era entender que no lo quería rondando, pero por lo visto, su petición no fue respetada.

Era increíble la mentalidad tan indigna.

-Hey, Jungkook, relájate -Lex lo pescó del antebrazo-. Vamos a mejorar nuestro compañerismo con un café.

-¡¿No conoces el significado de la palabra no?! -Tironeó su brazo para soltarse. Falló en el intento-. Suéltame.

-Cálmate, yo sé que quieres ir por algo de tomar -Cerró todavía más su agarre y lo jaló hacia sí-. ¿Por qué te comportas como un niñato berrinchudo?

-Quiero que me dejes en paz -El desprecio desbordaba de su dicción-. Suéltame.

Lex negó y rugió una risa altanera.

-De verdad me causas mucha intriga, eres... -Su frase se perdió en el aire.

-¡Maldita sea contigo, Alexander!

Y la demanda de un estudiante iracundo, se escuchó fuertemente, a pesar de estar en un espacio abierto. Jaemin se acercaba a ellos, echando humo por las orejas y con la cara roja del disgusto contenido.

La extremidad de Jungkook fue liberada y al notar la cercanía del omega fúrico, miró al cielo, implorando que un piano cayera de la nada y lo aplastara, eso sería menos caótico que la probable contienda presagiada.

-¿Qué diablos haces aquí, con este? -El joven de hebras carmín, se detuvo frente a ellos-. ¿No se suponía que estarías en el salón de computo?

-Aguarda, ¿me dijiste Alexander?

-¡Pues así te llamas! -cacareó, enardecido-. ¡Y te hice una pregunta!

Estaba sacando chispas, hasta omitió el diminutivo de su novio.

-Solamente salí al baño, amor -resopló-. Jeon me llamó porque necesitaba ayuda y yo únicamente vine por solidaridad.

-¡Eso no es cierto! -Jungkook no se lo podía creer, el cinismo ajeno lo tenía asombrado-. Dile la verdad, ¡dile que me estabas invitando a ir por un café!

-¡¿Qué cosa?!

-¡No es así! -Lex pronunció y sujetó a su chico de la mano-. Tú sabes que yo no haría eso, solo quise ser amable con él...

El semblante del pelirrojo cambió con facilidad; lucía dudoso pero redujo su cólera.

-¿Me lo prometes? -preguntó, batiendo las pestañas.

-Te lo juro -Con falsa caballerosidad, le besó los nudillos-. No lo invité a ningún lado.

El rizado estaba asqueado, le era imposible entender como su compañero podía confiar en ese alfa pero no era su asunto. No intervino, ignoró en su totalidad la repugnante escena y aceleró sus movimientos, recogiendo los útiles regados.

-¿Acaso no te es suficiente con estarte tirando a Kim?, ¿También quieres a mi alfa?

El veneno que Jaemin expulsó, le entró por las venas pero no le respondió.

-¿Es así como lo haces? -insistió-. ¿Vas por ahí de polla en polla sin importarte nada?

Respiró, moldeando su paz interior. No iba a escucharlo, no le daría importancia.

-Eres un fracaso. Toda la clase sabe que te mueres por Taehyung y tú no existes en su panorama -masculló, con el odio reluciendo-. Pero yo te ayudaré a que seas relevante para él por lo menos hoy.

Por instinto, Jungkook viajó su visión hasta el omega que estampó la palma derecha sobre su lámina; aún tenía la pintura fresca. Con saña, restregó la mano extendida y mezcló los colores, creando una mancha enorme en la parte inferior.

Después, no tardó en apoderarse del frasco con agua y lo vertió sobre el papel, arruinando por completo el trabajo del menor que miraba las acciones sin ningún tipo de expresión.

-¡Listo! -exclamó, agarrando el pliego mojado de una esquina y lo alzó-. Ahora puedes arrastrarte y pedirle disculpas de rodillas por no entregar su tarea.

Tragó abrupto al denotar las múltiples gotas desprenderse de la cartulina.

Miró al par de insensibles que le habían echado a perder la mañana; Jaemin mostraba sus pequeños colmillos al sonreír con descaro y Lex yacía sorprendido, con ambas cejas curvadas.

-¿Te quedaste en el jardín de niños? -sondeó sin enseñar su tristeza y se colgó la mochila-. Que maduro de tu parte, en verdad, ¿qué edad tienes?

-¡Te hice un favor! Solo así, Taehyung escuchará tus plegarias desesperadas de atención.

-Eres muy considerado, gracias.

Sin más, le quitó con cuidado su tarea, dándose cuenta de que era imposible rescatarla; la hoja estaba a nada de romperse, escurriendo agua como trapo viejo.

-No cabe duda de que están hechos el uno para el otro -refutó, sonriendo con hipocresía-. Vivan los novios.

Se alejó del sitio, volviendo al interior de la facultad y dejando a aquellos muchachos metidos en un beso que le ocasionó arcadas.

Al estar un par de pasos adelante, bajó la cabeza, analizando su pésima suerte. No terminó y no había forma humana de recobrar todo su avance.

¿Qué le iba a decir a Taehyung?

[...]

Taehyung finalizó la clase veinte minutos antes de la hora habitual, justificándose con un dolor de cabeza insoportable, que realmente no lo aquejaba. Fue un pretexto mal planeado pero sus alumnos lo agradecieron y se retiraron, dejándolo tranquilo para que pudiese ir a la enfermería a pedir una pastilla.

A decir verdad, si tenía un malestar extraño pero justamente en la boca del estómago... Y no, no había comido nada en mal estado. Una voz interna lo estaba apedreando y no se concentró durante toda la hora que cubrió del taller.

Y si aunado a eso, le sumaba que Jungkook no asistió a la sesión, a pesar de advertirle que tendría la mejor lámina de todas... Bueno, un poco tonto negar la causa primordial de su mal presentimiento.

Caminó al bote de basura cercano a la puerta para desechar un bolígrafo que ya no tenía tinta y salió al corredor solitario; los estudiantes todavía estaban en sus respectivos salones y no había ni un espíritu en el espacio.

O eso especuló.

-Taehyung...

La mención fue hecha y pronto encontró al responsable del llamado sigiloso.

Jungkook permanecía sentado, mirándolo desde abajo, con la espalda recargada en uno de los muros y en pose de indio; su mochila la tenía sobre los muslos, y había una bola de papel mojado en la loseta.

-Hola -masculló, extrañado-. ¿Está todo bien?

-Eso creo...

-¿Por qué no entraste? -La cosquilla de la incertidumbre lo venció-. Dejé salir temprano hoy.

-Tuve complicaciones con tu encargo -Sus ojos se fijaron en la lámina húmeda-. Y traje la prueba para que me creas...

Taehyung centró la vista en el pliego de cartulina que se había comenzado a secar y su entrecejo se arrugó, comprendiendo la raíz de la problemática.

-¿Qué le ocurrió?

-Le cayó el agua de los pinceles y se arruinó -contestó y sus ojos se empalmaron con los adversos.

Por alguna razón, el alfa no se convenció con la versión que oyó; pudo captar la zozobra en la mirada de Jungkook. La esencia tenue que desprendía, pasó a ser ligeramente más intensa.

Se dio cuenta de que no le estaba hablando con la verdad.

Lo percibió.

-Vamos adentro, quiero hablar contigo -puntualizó y le ofreció la mano para ayudarlo a levantar.

El omega accedió, sonriendo apagado y enseguida se incorporó, cargando con todas sus cosas; no olvidó su tarea estropeada, estando dentro del salón, la botó en el cesto de basura.

Avanzó hasta quedar a un lado del escritorio, sus manos se escondieron en los bolsillos delanteros y sopló hacia arriba, quitando un tirabuzón rebelde que le tapaba una parte del ojo.

Taehyung tomó asiento, su laptop estaba abierta y la carpeta que usaba para las planeaciones, también.

-¿Me dirás la verdad? -Fue directo al grano, presionando distintas letras del teclado-. ¿Qué le pasó a tu trabajo?

Jungkook pestañeó y destensó sus músculos superiores.

-Ya te lo dije -corroboró-. El agua...

-Estás mintiendo -Lo cortó. Sus ojos sellados en la pantalla-. Dime la verdad.

-Te la estoy diciendo, el agua se me cayó sin querer... -Tuvo un destello de lucidez, su argumento podía ser usado en su contra-. No estarás pensando que yo mismo la derramé para no entregar, ¿verdad?

El silencio prolongado no podía significar algo bueno.

¿Por qué no le creía?

Joder, si estaba mintiendo pero era por su propio bienestar, no quería traer encima al alacrán de Jaemin por acusarlo, no pretendía verse como un niño pequeño e indefenso.

-Sé que no fue un accidente, y te voy a decir por qué lo sospecho -farfulló, apagando su portátil-. He visto como trabajas y lo cuidadoso que eres, siempre alejas el recipiente de agua y precisamente por tu prevencion, ocupas uno que difícilmente se puede volcar por la forma que tiene...

Jungkook quedó anonadado con la acertada observación; en una semana había notado que tenía un serio compromiso ligado a la limpieza de sus entregas.

-Los incidentes pasan... -Se balanceó de atrás hacia adelante, inquieto-. No lo planeé.

-¿Sabes algo? Lo creería más de Jimin, que de ti -Lo miró, inquisitivo.

-Él es más descuidado, eso es cierto, pero yo también lo soy cuando me siento un poquito presionado.

En eso si existía una brizna de veracidad, pero Taehyung continuaba sobre la misma línea.

-A juzgar porque se te olvidó hacerla, y tomando en cuenta que, quizá no la ibas a finalizar por el escaso lapso de tiempo... -Un chasquido salió de su boca-. Presiento que tú te saboteaste para tener un buen pretexto.

La exaltación desalineó los estribos del más joven y sus brazos cayeron a los costados de su cuerpo.

-¡No es así! Es... ¡Yo no lo hice intencionalmente!

El alfa esquivó una mueca alevosa que no debía colarse en su rostro.

Era obvio que lo sabía y confiaba en esa parte de la versión, Jungkook no sería capaz de hacer eso pero tampoco se tragó el cuento de un derrame descuidado, pues de ser así, la reacción del omega (y de cualquiera) habría sido instantánea y sus reflejos lo hubiesen apoyado a levantar en un segundo el frasco derribado.

Las secuelas serían salpicaduras; aquella hoja escurriendo dejaba mucho que desear y llegaría al fondo real de la situación.

-¿No? Yo también fui estudiante y hasta dije que el perro se había comido mi tarea. Bastante anticuado, pero verás de cuántas me salvó...

-Ningún perro tuvo que ver en esto... fue mi torpeza.

Taehyung exhaló con vehemencia y los vellos del omega se erizaron.

-¿Y por ello tengo que darte otra oportunidad para entregar después? -pronunció, y su gentileza pereció.

No habían dejado de verse a los ojos.

-No te estoy pidiendo eso, solo quería explicarte, no pasa nada si pierdo esa calificación, me repondré con las demás actividades -recalcó, y una línea se marcó entre sus labios rechonchos.

-Recuerda que mentir no es bueno, si no querías quedar mal, simplemente era suficiente con decirme que no acabaste y no echar a perder tu avance -Se apoderó de su carpeta y destapó una pluma nueva-, eso que hiciste, es una estrategia poco usada.

Pasó un par de páginas con serenidad, hasta que halló el listado de quienes estaban inscritos en el taller; la hoja era la destinada a albergar las calificaciones de la evaluación continua desarrollada.

El rizado se mordió la uña del dedo pulgar al verlo buscar un nombre y se preocupó cuando frenó al hallar la letra "J".

¡Le iba a poner una maldita mala nota!

-¡Es que yo no lo hice! -Temeroso, zarandeó sus cabellos y susurró a destajo-: Todo es culpa del tarado de Jaemin, es un desconsiderado y-...

Bingo.

-¿Jaemin? -Taehyung pausó su labor e investigó, vacilante-. ¿Él que tiene que ver en todo esto?

-No, nada... -Se arrepintió al momento. Viró hacia el pizarrón-. Sigue con lo que estabas...

Habló de más, enrojeció de repente y su coraje lo traicionó.

-Acabas de mencionarlo.

-¿Lo hice?

-Jungkook...

Lo reprendió con una media sonrisita y subió ambas cejas, incitándolo a continuar; Jungkook sorbió la nariz y se dejó vencer por esos ojos retadores que lo doblegaron.

-Tú ganas... -Inhaló, inclinando la cabeza hacia abajo-. Tuve una discusión con mi compañero, se molestó conmigo y bueno... se desquitó con mi lámina.

Era de suponerse.

Presintió que el embrollo, tenía algo que ver con ese omega descortés y no era normal que las entrañas le ardieran en resentimiento.

Con la mandíbula tensa, nuevamente se enfocó en la lista de estudiantes, paró nuevamente en la letra "J".

-Vamos a tomar cartas en el asunto -La punta del bolígrafo rayó una casilla y anuló lo previamente escrito-. Jaemin ya no tiene calificación aprobatoria.

Lejos de alegrarse, el menor se alertó y chilló.

-¡No! No compliques más las cosas, por favor -rogó, poniéndose una mano en la frente-, si lo haces, sabrá que te lo dije y te juro que será peor...

-Es lo justo, no tiene por qué tratarte así y se lo haremos saber -La decisión estaba tomada-, incluso deberías ir con el director...

-No... no es la gran cosa -balbuceó y después, permaneció callado un instante.

Taehyung no quería obligarlo a delatar las agresiones, pero tal vez él se encargaría de comentarle al rector los disturbios ocasionados en el plantel a causa de un chiquillo desubicado.

Se levantó de su cómoda silla, rodeó el escritorio y se apoyó en el borde de este, justo delante del omega; lo vio mordisquearse los labios, irremediablemente atormentado por el acontecimiento.

-Vamos, quita esa carita -pidió, amaestrado por la adoración-. Es más bonito cuando sonríes.

Adulador.

-Tú... tú te concentras mucho en tus alumnos -Se sintió asfixiado por la proximidad entre sus fisonomías-, notaste de inmediato que por mis hábitos, sería extraño que yo tuviese complicaciones...

Taehyung disimuló una sonrisa juguetona y con finura, puso las yemas en su barbilla y le levantó la cara; las miradas tropezaron, sin ningún filtro que retuviera sus secretos más recónditos.

-Honestamente, solo le prestó atención a uno -El corazón le galopó sin medida-, pero no puedo evitarlo, es un muy lindo artista.

A partir de ahí, todo pasó demasiado rápido.

No pensó lo que hizo cuando tomó la iniciativa de acercarse a la mejilla ajena con lentitud, dándole oportunidad a Jungkook de que lo abofeteara si lo consideraba un atrevido sinvergüenza... Pero eso no ocurrió; se quedó quieto, con el pulso desbocado y sus sentidos aturdidos.

La sangre se le heló al sentir unos labios delgados posarse sobre su piel, proporcionándole un besito cariñoso en el cachete sonrosado y los gritos internos no demoraron en hacer su aparición; perdió la calma, su alma tambaleó y cerró los ojos por un segundo, disfrutando de la divina sensación.

El roce fugitivo se desvaneció como el vapor y cuando se volvieron a mirar, hubo dos sonrisas cómplices que dieron por entendida la confabulación.

Con el horrible sonido del timbre, la burbujita se pinchó, haciendo que el rizado retrocediera sin precaución, con las comisuras arriba y tocándose el área que fue besada con tanta ternura. Su espalda chocó con el marco de la puerta y agitó la mano en despedida hacia el alfa, quién permanecía observándolo con dulzura.

Se mezcló con el resto de jóvenes en el pasillo, saliendo del aula y brincó de la emoción, corriendo en busca de Jimin.

Y Taehyung se juró mantener los ojos bien abiertos; nadie se aprovecharía de la bondad del omega.

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