
XXXVI
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Pudo sentir la sonrisa del príncipe a pesar de no verla.
Las cosas podían no estar bien, y podían salir mal. Pero no importaba, en esos momentos estaban los dos, en esos momentos todo estaba bien.
Ambos permanecieron en silencio, mirando la vista de en frente, o mirando al cielo que parecía empezar a despejarse, haciendo que las estrellas de esa noche puedan empezar a notarse.
No había pasado su cumpleaños de esa manera nunca, más bien con las Dhollen ni lo había celebrado desde que llegó, y en su último año había firmado el documento que la condenaba con ellas, antes de que todo lo que ya se sabe había pasado.
Era la primera vez que estaba admirando el paisaje desde un alto y lujoso balcón. Con alguien por quien sentía cosas fuertes. Con alguien por quien haría lo que sea.
Para ser sus 22 años, no recordaba haber tenido un cumpleaños tan maravilloso en más de diez años.
Y podía estar en una situación riesgosa, algo donde no se podía evitar ver el peligro. Pero ahí, con él. Estaba feliz. Y no quería que ese momento termine. Quería que la noche aquella dure por siempre.
[•••]
—Usted, tú. —Volvió a hablar Lauren susurrando de repente corrigiendose de nuevo. Era algo a lo que no se acostumbraba. Thomas rio. —No me dijiste como estuvo tu día hoy. Me gustaría escuchar.
El joven suspiró. —Cansado, me dormí en la reunión de mi padre con el consejo de ministros. Fue vergonzoso pero el Conde de Bradford me despertó amablemente felizmente. Todos estaban hablando de que en estos días han habido retiradas en los saqueos, que mucha gente se esta entregando, que todo parece estar mejor. —Suspiró. —¿Recuerdas que en mi cumpleaños contratamos espías?—dijo. Lauren asintió. —Pues gracias a eso supimos varias cosas, algunos puntos de reunión, gente que estaba amenazada para no hablar, algunos culpables y otros sospechosos. En realidad desde mi cumpleaños hasta esta parte, ha habido gran progreso. En realidad no solo desde mi cumpleaños, sino desde que llegaron los Skrlova, sobretodo el primer ministro, el padre de la familia. Ha estado presente en todas las reuniones y muchos de sus aportes han sido los que han hecho esta mejoría. —Contó. —Pero mi padre tiene razón al no bajar la guardia, a esperar a dar el movimiento, la estrategia, el golpe ganador. Esto es por nuestro Reino. Es porque nadie puede quedar impune por el disparo que recibí. Por lo que se ha organizado a espaldas del castillo, este grupo criminal que lejos de ser eso de lo que llevan el nombre, pueden hacer mucho daño.
—Me tranquiliza saber que las cosas están mejor. Ya han pasado bastantes meses, desde casi fines del año pasado.
—Tienes razón, la navidad y año nuevo fueron extrañas. Y ha pasado más tiempo del que mi padre también quiere admitir. —Suspiró el joven. —Lo más importante es cortarlo lo más pronto posible, y no cortarlo porque sí. Sino hacerlo bien, Inglaterra no está para saqueos ni chantajes, este país es poderoso, soberano. Tiene que estar bien. —Dijo. —El ministro de Suecia en representación de su país mismo es quien nos ha salvado en un momento que casi nos vamos al vacío. La misma alianza es sumamente importante para ámbitos económicos y políticos para ambos. Por eso también me han ofrecido en matrimonio como una recompensa.
—Lamento eso. —Contestó Lauren apenada. Empezando a sentir la culpa de estar ahí y de todo lo que estaba haciendo. Como una forma de despertar de ese sueño. El príncipe era un hombre comprometido, a obligación, quiera o no.
—No te abrumes con eso, no voy a casarme de todas formas. —Dijo el joven.
[•••]
La muchacha se extrañó. Separándose ligeramente de aquella especie de abrazo. Haciendo que el príncipe quite el brazo de al rededor de sus hombros, que ambos vuelvan a solamente quedar sentados lado a lado.
—Se me informó que usted se había resignado. —Dijo sin poder evitar hablar de manera formal. Claramente extrañada y sorprendida. Ya que recordaba a Karoma decir que el joven se había resignado. Porque era bastante extraño.
—Eso es lo que quise que todos piensen. Pero no lo haré. No voy a casarme. —Afirmó totalmente seguro de sus palabras. —Déjame contarte todo el plan que hay detrás, mismo que ha permitido que no haya peligro en estar aquí. —Respiró. Lauren le prestó atención, había terminado algo desorientada con las palabras del joven. —Tengo una reunión con el primer ministro de Suecia en unos días, le informaré que no estaba enterado del compromiso y de la gran mentira que hicieron para esconderlo de mi y mi hermana. Que armaron un gran teatro que ya se ha caído, que no es mi consentimiento casarme. Que no lo puedo hacer. —Suspiró. —Digo eso de la Reunión porque tuve un mal incidente con Lea y se me terminó saliendo la declaración de que no me quería casar. Ahora me odia, y todo ese tema. —Pareció lamentarse un poco.—Por eso tengo que hablar con su padre.
Lauren se sorprendió, secretamente las cosas habían estallado en el círculo del príncipe. Estaba aturdida. —¿Pero el Rey no sabe lo que pasó?
—No, ni él ni mi madre. Posiblemente me darían un muy mal castigo. Por eso solo yo tengo que hablar con el primer ministro de Suecia. Ver como arreglo las cosas, entiendo que le han prometido algo, pero ha sido a base de mentiras, y así no se puede dar ninguna relación. No sé como vayan a resultar las cosas, pero Lea ya lo sabe, hemos discutido, y en parte tiene razón porque a ella también le han prometido algo, pero así como a mí. La han engañado. A ella y a su familia, y no merecen ese engaño. Ahí radica mi plan, eso sí no puedo arriesgar la alianza por otro lado, pero al menos así puedo salir del compromiso. Uno que no voy a cumplir.
Lauren entendía el plan del príncipe, tenía sentido. Pero era muy peligroso, así de razonable como era, también todo podía salir mal. Le había caído muy de pronto, pero tenía que procesar las cosas rápido considerando su estado.
La conversación de repente se había vuelto más angustiante. Obligatoriamente despertandola de esa fantasía.
—Eso es muy peligroso. Entiendo que también es factible ¿Pero si algo sale mal? No puede arriesgar que algo malo pueda pasarle a usted.
—Lo que tenga que salir bien, saldrá bien. Y lo que tenga que salir mal saldrá mal. —Dijo el joven tranquilamente.—Nosotros no podemos repetir la misma historia de Karoma y de mi padre. No puedo casarme con alguien que no amo, mientras quiero a otra persona, mientras oculto una infidelidad. Tengo que hacer todo lo posible desde mi parte para evitarlo y no resignarme, porque en su tiempo mi padre se resignó y no puedo hacer lo mismo. —Respiró. — Para esto he hablado con muchos guardias, para poder estar aquí contigo he sacado cualquier peligro. Porque lo necesitaba, necesitaba que sepas, que pronto también todos sepan. Todos tenemos el derecho de amar a quien queramos. Estar contigo en este día me importa mucho.
—Pero yo no podría ver que le hagan algo, que la cosas salgan mal. No es fácil esta situación, por lo de afuera. Suecia puede quitar la alianza, las zonas de élite de Inglaterra pueden estar en contra de usted. —Dijo la joven preocupada. —No deseo ningún daño para usted, porque incluso el derecho de amar a quien queramos tiene mucho peligro, usted es un príncipe al cual todos conocen, sería un sufrimiento horrible para mi soportar que le hagan algo, que le den un castigo cruel o cualquier cosa. Prefiero que me hagan cualquier cosa a mi, que me expulsen de aquí que incluso me saquen de Londres o del Reino. Pero que nada le suceda a usted. —Dijo Lauren, claramente estaba asustada.
—No digas eso. —Susurró el joven. —Sé que la situación de fuera podría traer todo mal, pero con como ha ido mejorando no dudo que irá mejor. Pero esto lo tengo que arreglar, quiero defender mi honor y mis sentimientos. Hacer válido también que los Skrlova no merecen ser engañados con promesas falsas. Sé que puede costar algo en la alianza, que puede flaquear pero créeme que se como arreglarlo, y si no lo sabré pronto. —Dijo. —No quiero hacerte promesas falsas, no las haré. Te digo la verdad, también me asusta que estén las cosas peligrosas. Que pueda salir mal. —Dijo. —Nada es tu culpa. Amar no es un pecado, no importan ni las clases sociales, ni el genero, ni la religión. —Dijo girando su cuerpo para mirarla de manera más directa. —Pero también se que podrían condenarme por pensar de esa manera, Inglaterra no piensa así todavía no sé si lo haga en algún momento. Y tampoco se si lo que pienso está mal. Pero quiero defenderlo.
Lauren pensó unos segundos y también se ánimo a girar un poco su cuerpo para quedar frente a frente—Yo tampoco sé si esta mal, y pienso lo mismo. —Dijo para evitar malinterpretaciones. —Pero tengo miedo. —Confesó con sinceridad. —Por ese miedo y esa incertidumbre. Cualquier cosa puede salir terrible. Por eso también todo funciona cuando es un secreto. Al menos para no arriesgarse a algo peor. —Dijo. —Y de verdad no importa. Yo puedo quedarme callada. Cualquier cosa con tal de que a usted no le pase nada.
—No puedo ver que hagas eso. —Le respondió el príncipe. —No merezco que hagas tal sacrificio por mi cuando yo puedo intentar hacer otra cosa. Conseguir cancelar mi compromiso logrando que no afecte terriblemente a la alianza. Suena difícil. Pero se puede, tengo que intentarlo. —Dijo. —Pero si todo sale mal, el mundo no se acaba si podemos hacer algo también. Si todo se va en mi contra, en la tuya y si todo sale terrible. Vámonos de aquí, de este país, de este lugar. Hagamos lo que Karoma no pudo. Podemos irnos.
—Nos atraparían, nos ejecutarán. En algún momento. Aunque vayamos al otro lado del mundo. Por eso su padre no pudo escapar con Karoma, los hubieran matado. —Respondió Lauren susurrando asustada. Ninguno había elevado la voz hasta el momento, porque no estaban discutiendo y porque habían estado hablando bajo desde el inicio. —No hay seguridad en salir bien de eso. Pero no importa, sabes, no importa ya no importa, yo lo haría, sí lo haría. Por ti. —declaró dándole un giro a la situación entonces.
Fue el príncipe quien quedó en blanco varios segundos entonces. Pensando profundamente en algo. —No quiero prometerte nada en vano. Y esta claro ese otro riesgo si nos escapamos, fuera de eso, yo también lo haría. No sé si este amor nos esté ofuscando, si nos este cegando. Pero créeme que yo daría hasta mi propia corona por estar a tu lado.
—Yo no tengo mucho que ofrecerle pero también lo daría todo. Cualquier cosa, mi vida misma.
—Yo quiero estar contigo, Lauren. Quiero intentar lo que tengo en mis manos para lograrlo. Aprovecharme de quien soy es lo único que tengo para hacer respetar lo que siento, con mi familia, con el Reino. Sé que me arriesgo a hacer todo mal, a aventurarme a un vacío. Que hasta pongo todo el Reino en peligro. —Suspiró. —Pero tampoco soy ningún héroe, ningún mártir que vaya a sacrificarse a si mismo por su país, aunque ese sea mi deber como príncipe, o como Rey, si es que llego a serlo. No me siento un héroe, no quiero serlo, soy solamente una persona. Nadie nace siendo un héroe.
—Yo no necesito que usted sea un héroe. —Respondió Lauren. —Me gusta como es, me gusta usted. No por fuera, ni porque es un príncipe. Para mis ojos es más que eso. Siempre lo será. Tampoco sé si el amor es tan cegante como se dice, a mi nunca me ha pasado. No sé si quiera este hablando desde la ofuscación o la ilusión. —Suspiró. —Pero estoy dispuesta a aceptar lo que suceda. Lo que usted decida. Ninguno de los dos es un héroe, es normal querer serlo, querer asumir esa gran responsabilidad como príncipe. Pero yo he caído profundamente en este sentimiento, es muy tarde para mi decir que no. Yo también solo quiero estar con usted.
—Yo jamás quisiera que fueras mi amante. Y no dejaría que en nombre de lo que sentimos, un secreto nos arruine la vida. No tenemos que tener la misma historia. —Habló. —Haré cualquier cosa, para arreglarlo por las buenas, porque ser quien soy me da esas oportunidades. Quiero estar a tu lado, salir contigo. Pedir tu mano. Hacer bien las cosas, avanzar al ritmo en el que tu te sientas bien, tomarnos tiempo para eso. —Dijo. —No sabemos si terminara mal, pero daré todas mis fuerzas porque no lo haga. Y si no te puedo prometer un final feliz, puedo prometer que lo intentaré.
—Yo confío plenamente en usted. Esperaré el tiempo que sea necesario, y todo el tiempo posible. Mi corazón ya es suyo, y lo será siempre.
El joven suspiró limpiando lágrimas repentinas que cayeron por su rostro. —No sabes cuanto lamento estar en esta situación. No quiero esperar a otra vida, porque quiero amarte en esta. —Dijo, y esas palabras hicieron que el corazón de Lauren lata como no lo había hecho antes. —Cuánto hubiera deseado puedas tener la carta que escribí para ti en esta noche.
En ese momento Lauren cobró lucidez y no pudo evitar interrumpirlo.—Sí pude leerla. —Confesó, tomando de total sorpresa al príncipe. —Un par de guardias me la dieron, al escoltarme de vuelta después de lo que pasó en la sala del trono. Dijeron que se cayó del bolsillo de su padre, que la tomaron y decidieron dármela.
El príncipe pareció sorprendido aún. Pero también se notó mucho más aliviado.
No era necesario avergonzarse al respecto, pero aún así el rostro del joven quemó hasta las orejas, aún cuando sabía que era correspondido. Y con la conversación que habían acabado de tener habían vuelto a declarar su amor por el otro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro