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68. Estar enamorado.

( Verdades. )




Narra Narradora

Joe se levantó de su cama, exhausto. Su cabeza le dolía como no tenía idea, había llorado como nunca antes, estaba frustrado y nada le estaba saliendo como lo había planeado.

Su vida estaba bien.

Pero Candace llegó a su vida, él estaría en Los Ángeles tranquilo hallando la manera de acercarse a Sydney. No hubiera conocido a Love y estaría tranquilo, ya se hubiera encargado de Leonard, lo sabía. De una manera u otra, lo hubiera hecho. Le dolía su pecho, las palabras de Love resonaron por toda su habitación, la mirada de Sydney, ese profundo ojiverde, penetrando cada parte de su cuerpo y alma.

Podía sentir como su corazón se rompía, se golpeó la cabeza una y otra vez con su almohada, maldecía el momento que cruzó miradas con Candace, maldecía el momento que llegó a su vida. En como siguió su juego, en como manipuló con el. Como lo utilizó. ¿Por qué sus planes no salían como él deseaba? La vida de Ethan Moore había salido como él quería, por un tiempo. ¿Por qué él no? Porque la vida no le daba tregua y lo dejaba disfrutar su vida.

De su telescopio trató de ver a Love pero ella había tapado sus ventanas, las había cerrado y tapado con unas grandes cortinas negras. A diferencia de Sydney, al principio cuando apenas había llegado a la ciudad se percató que también hacía lo mismo, tapaba su balcón, sus ventanas. Ahora, que estaba al lado de Leonard eso había cambiado. Sus ventanas estaban abiertas, con plantas, cortinas de colores incluso transparentes.

¿Por qué?

Siempre miraba como Leonard llegaba a verla, a pesar de lo sucedido. Había superado rápido la muerte de su hermano. No pareció dolerle tanto o ya había llorando lo suficiente cuando estuvo con vida, no se arrepentía de sus acciones. Había salvado vidas, vidas de traumas a próximas víctimas, incluso la de Ellie.

Joe tenía que seguir con su vida, debía ver como las mujeres que más quería ahora estaban con otros hombres. Podía ver como Love ahora estaba con su juguete favorito, Milo. Palabras del mismo Forty, él lo detestaba, era amigo del difunto esposo de Love y no tardó nada en meterse con su hermana después del velorio. Viajaba por todo el mundo, África, España, la manera en que se vestía para decir que no tenía menos privilegios, era otra copia de Benjamin, hasta en el tono de pelo.

—No te preocupes, mi hermana solo está despechada, pronto volverá contigo.

—Tu hermana fue muy clara conmigo.

—Oh vamos, no me dirás que estás bien viendo como ese se está cogiendo a mi hermana. Además de que el oficial del año está con tu ex amor, Dede.

Al escuchar ese apodo, sintió un escalofrío por todo el cuerpo.

—Vamos, puedes decirme la verdad. El hecho que Love sea mi hermana, no significa que tú no puedas tener otras mujeres antes que ella. —Pausa, suspirando—. El hecho que hayas estado con Sydney Harper, me dejó perplejo, nunca vi señales, nunca vi que la buscaras.

—Por qué le ocasione demasiado daño, no quería hacerle lo mismo.

—Dejando de lado eso, digo, estuvo con Andrew, con Ethan, Dios, ese hijo de puta dejo un estándar alto. Estar enamorado de Sydney Harper se mira que es la aventura sexual y dulce más atractiva posible. Pero el simple hecho que te correspondió, significa que hiciste algo bien. No a cualquiera deja entrar a su círculo de amigos, mucho menos amorosos. Andrew fue un idiota pero al principio no era así, era distinto. Después, bueno, Ethan siempre estuvo enamorado de ella.

—Ethan Moore, claro, tuve el placer de conocerlo.

—Es un imbecil, ¿Verdad? —Sonríe—. Después del video de cómo le pegaba, no ha salido de su madriguera.

Joe por su parte, vio cómo un oficial entraba a Anavrin, fue cuando lo reconoció perfectamente, era Leonard. El nuevo pretendiente de Sydney. No pudo evitar apretar sus puños además de eso, ver cómo hablaba con Love. No parecía nada bueno ya que cuando terminó de pagar, volteó a verlo sin decir ni una sola palabra y solo irse de la tienda. A simple vista vio lo que había comprado, un pie de limón y de frambuesa.

Algo de solo ellos dos.

En serio quería hacer algo pero si debía hacer algo. Era asegurarse de su seguridad en Los Ángeles. Debía encargarse de si mismo de Candace, no podría descansar en paz sabiendo que estaba por ahí. Con cautela y un poco de información de Forty logró ubicar la casa donde estaba quedándose. Una casa rosa, literalmente. No es que Forty sea un santo a pesar de lo que hizo Love, no parecía apreciar sus esfuerzos y seguir viéndola a escondidas.

No era muy lejos de donde vivían, ya la había seguido una vez y la había perdido. Ahora que Forty le dio la pieza que le hacía falta, estaba enfrente de la casa de la pelirroja, quería que pagara, no solo por usarlo a él en su momento. Si no también por querer amenazarlo con Sydney, ella no merecía más sufrimiento. Ella no merecía cargar con ese peso, ya tenía demasiado con lo que había pasado con Beck.

Entró con cautela en la casa en la parte de atrás, nada fuera de lo normal. Visitó con cuidado cada parte de la casa hasta poder llegar a donde se supone que sería la habitación de Candace, en una parte de esta la pared estaba repleta de fotografías de él junto con Beck, Love y Sydney, eran fotografías de cuando estuvo en Nueva York, recién llegando a Los Ángeles y de Sydney. Fotografías que no pudo conseguir por sí sola Candace, no podía estar trabajando sola.

"Si algo me pasa esta noche, te juro que todo lo que tengo mi amigo se lo enviará a la policía. No estoy sola Joe." Las palabras de Candace resonaron por su mente, ya habían platicado.

Siguió revisando la casa, dejando de lado la habitación de Candace, era otra habitación que llamó su atención.

—¿Qué demonios? —Habían pegadas solo fotografías de Sydney, con su hermana y con Leonard.

Entre sus manos tomó un collar que llamó su atención, era el que le había regalado Ethan a Sydney y el cual ella le regresó, Joe vio la ropa que estaba tirada y era de un hombre.

—No puede ser posible...

—¡Candace! ¿Ya estás en casa? —La puerta principal se abrió, alarmando al castaño.

Ethan Moore.

Joe como pudo tomó fotografías y antes de escuchar como subían por las escaleras, se tiró de la ventana.


Narra Sydney

Vi como Leonard regresaba al auto, se miraba inquieto, más bien, algo le molestaba. Recibí los pasteles que compró y no dijo ni una sola palabra.

Me dejó hasta mi casa, quedándose ahí parado en medio de la calle.

—¿Qué sucede? —Pregunté ya algo alarmada.

—¿Fuiste algo de Will? —Sus palabras me sorprendieron, desde que limpié sus papeles no nos habíamos acercado ni un solo.

—¿A qué viene esa pregunta?

—¿Lo fuiste? ¿Fuiste pareja de Will? ¿El novio de tu amiga Love? —Me quedé perpleja, el hecho de cómo lo recalcaba.

—Esto es una pelea estúpida, ¿Lo sabes, no? —Silencio—. Leonard, no sé qué te pasa y que es lo que te aflige.

—Love terminó su relación por ti.

—¿Y yo que tengo que ver en eso? Yo no vivo con ella, yo no estoy con ella. Estoy aquí, contigo. El hecho que ella no pueda mantener su relación no significa que sea mi culpa.

—Ella me dijo que él no dejaba de pensar en ti, que él, había hecho cosas por ti... —Suspira—. ¿Es verdad? Bueno, Joe.

—¿Me vas a decir que te dijo todo eso en cinco minutos?

—Si, si lo hizo. ¿Quién eres?

—¿Quién soy yo? Leonard, soy yo. Sydney Harper, lo que te dije antes, cuando nos conocimos fue real. Lo que pasó con Joe, mi pasado con él es real. Si te aflige que regrese con él, digo, estamos aquí. Si, me dolió saber que estaba con Love pero contigo, lo nuestro es real.

—El tiene tu corazón.

—Eso no es cierto. Lo que sea que te dijo Love, lo hizo para envenenar tu mente. Soy sola tuya, mi mente y corazón están contigo. —Me acerqué más a él, nerviosa—. Lo que haya pasado con Joe ya es parte del pasado, de un mundo que ya me alejé. Si, lo amé, sufrí como no tienes idea pero ya dejé eso atrás y ahora estoy contigo, Leo.

Pude notar como su mirada se iba suavizando poco a poco, ya no era con ese enojo.

—¿Te he dado razones para que pienses lo contrario? Cuando empecé a sentir cosas por ti, tuve miedo. No quería volver a salir lastimada después de tan poco tiempo pero creo que no podemos controlar al corazón, a lo que siento. Me enseñaste a vivir de nuevo, me enseñaste que el dolor es parte del proceso de algo nuevo y hermoso, y creo en ese destino que me prometiste. Creo en lo nuestro, me da igual si Love Quinn piensa que su relación no funcionó por mi, me preocupa lo que pienses tu. Tu sanaste cada parte de mi alma, sanaste algo que no rompiste y que no debías hacerlo, agarraste cada pedazo y creaste algo hermoso en mi.

Leonard se acercó a mí.

—Antes no me preocupaba por lo que pasaría, si vivía o moría, me preocupaba lo que pasaría si no lo hacía antes. Los momentos que perdería con mi familia o amigos, me preocupaba no poder recordar todos esos momentos. Y fue gracias a ti, me enseñaste a pasear, me enseñaste que no tengo que subir a una montaña para estar en la cima del mundo. Que el lugar más horrible de todos puede ser hermoso mientras te tomes el tiempo de ver y que está bien perderse, siempre y cuando puedas volver. Me enseñaste a empezar de cero nuevamente, viste y tomaste todo lo malo de mí y me ayudaste a mejorar. Y te lo agradezco, en el fondo de mi mente y de mi corazón, no habrá un solo día que no podremos estar tranquilos pero está bien, por qué quiero superar cada una a tu lado.

Vi como Leonard se derrumba en el suelo, arrepentido.

—Lo siento, lamento tanto dejar que llenaran de esa forma mi mente. Debí suponer lo mismo, es solo que... Me dejé llevar.

—Es cierto que tuve una historia con Joe Goldberg, no puedo tapar el solo con un dedo. ¿Quieres saber mi historia? Lo haré, te seré sincera y estaré de acuerdo con tu decisión.

Sabía que no debía hacerlo pero Leonard debía y se merecía la verdad. Aceptaría las consecuencias pase lo que pase.

No podía seguir con este peso.

Estábamos sentados en la banqueta, saqué los pasteles que había comprado y se lo entregué, solo le había contado la mitad de lo que había pasado.

—Creo que debo empezar con Ethan Moore. —Suspiré—. Donde todo empezó.


Narra Narradora

Leonard se quedó en silencio, no podía creer todo lo que le había contado. La mujer que había conocido y todo lo que tuvo que pasar no se lo deseaba a nadie, ni a su peor enemigo.

—Y entiendo si quieres entregarme, soy culpable, soy culpable de todo. Yo me quedé callada y creo que por eso estuve encerrada. No quería afrontar la realidad.

El castaño solo la abrazó, sorprendiendo a la castaña al sentir sus brazos en ella.

—¿No crees...?

—Nada de eso fue tu culpa, tu no pediste nada de lo que pasó, todo fue culpa de Ethan, él te puso en esa situación. Solo, solo hiciste lo que fue necesario.

—Pero yo, Dios, no. —Niega—. Lo que hice fue horrible. No justifiques lo que hice, lo que no te mata te hace querer desear estar muerto.

Leonard estaba entre la espada y la pared, su moralidad como policía del bien y como pareja, como ser humano. Entendía el contexto y de cómo habían pasado las cosas, Andrew era un idiota de primera y Ethan es un peligro. Su forma de ver el bien y el mal ahora estaban en duda, si antes le hubiera confesado eso. La hubiera entregado, pero ahora.

No podía hacerlo.

—Me sentía en una ola que me hundía más y más, así que por favor, no digas que hice lo correcto.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Que te arreste? Por qué no puedo y no quiero hacerlo, te impregnaste en mi piel, en mis pestañas. Sembraste una semilla en lo más profundo de mi ser que no puedo estar tranquilo sabiendo que no estás a mi lado. No me importa saber que estuviste con otro hombre, me importa saber si soy el único en tu vida. Por qué te amo, Sydney Harper, amo cada parte de ti. Amo la sonrisa que tanto odias, amo tus lunares y como hacen juego con tu sonrisa, te amo en cada faceta. Pelirroja, castaña, te amo a pesar de que no puedas hacer café, te amo incluso si te cuestan decir ciertas palabras. Con tus rarezas, con tus inseguridades, con tus insufribles chistes, porque no te importa hacer el ridículo conmigo en las calles, amo cada parte de ti, amo como defiendes lo que crees, amo el hecho de cómo me haces sentir.

Ambos se miraron a los ojos, un sentimiento de paz que no sentía hace tiempo llegó a la castaña. Nunca nadie se había sincerado de esa manera con ella, cada detalle, la forma en que lo dijo y en su mirada decía todo.

—Te amo, te amo... Te amo.

Esa vez fue Sydney quien lo abrazó, sintió su aroma y solo se limito a disfrutar el momento. Fue cuando abrió los ojos y vio a Beck, pero no era la misma. Se miraba feliz, yéndose poco a poco de su vista.

—¿Entramos a casa?

Leonard se levantó primero, ayudando a la castaña a levantarse para entrar. Ya era de noche y había frío. Toda duda que pudo tener, estaba resuelta. No importaba lo que dijeran ahora, él sabía la verdad.

Ni Love Quinn, Ethan Moore o Joe Goldberg arruinarían su relación.

Por otro lado, estaba Joe, se levantó aturdido del suelo luego de esa caída. A pesar de ver borroso no se podía dar el lujo de quedarse ahí, sabía que Ethan lo había escuchado así que corrió con todas sus fuerzas, no solo corría por el, corría por Sydney. Debía saber que Ethan estaba de regreso, y no estaba solo. Estaba con su ex, si que eran un gran equipo.

Por estar enamorado.

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