Capítulo 20
Jungkook salió campante del edificio principal que albergaba la prestigiosa Universidad de Columbia. El proceso que llevó a cabo para ingresar a su cita previamente establecida, fue más rápido de lo que creyó, no hubo grandes filtros; simple y sencillo le pidieron su nombre completo, su horario para la reunión con el rector y con eso, la secretaria le indicó que podía pasar a las instalaciones.
Era preciosa, enorme y selecta, seis manzanas completas dedicadas a la casa de estudios, la descripción que leyó en internet se quedó corta.
Cuando tuvo al director frente a frente, no se puso nervioso, se centró en ser él, en no decir idioteces y dar la mejor primera impresión que pudo. Se dio una charla amena, obtuvo la información sobre la carrera, el precio y los beneficios que tenía estudiar ahí; quedó absorto, llenaba sus expectativas en todo sentido.
Respecto a la cuota, vaya que era elevada, demasiado en realidad... pero no inalcanzable. Con el sueldo de Club Bengala, quizá en unos meses podría pagar el primer año completo y seguir generando para continuar con su formación.
Le explicaron que podía aplicar para becas que le darían un apoyo significativo y los costos totales se reducirían hasta cierto porcentaje, pero obviamente debía mantener una calificación aprobatoria para mantenerla.
Y si alcanzaba la excelencia académica, incluso la ayuda aumentaría hasta el cien por ciento, becándolo en su totalidad.
Anotó lo relevante en una pequeña libreta que traía consigo, escribiendo en forma de lista los puntos que le servirían si es que decidía ingresar ahí; tenía que cumplir con los requisitos y prepararse al presentar el examen de selección, pues el rector le informó que solo se aceptaban aproximadamente seis de cada cien estudiantes que hacían el intento de quedar dentro de los programas de estudios.
Sabía que era competente y que, si se lo proponía, iba a conseguir estar dentro de esos seis estudiantes, pero ya lo vería en el futuro.
Como quiera, ya iba hacia afuera, el mensaje de Taehyung diciéndole que estaba estacionado unos metros a lo lejos de la entrada principal, le llegó cuando la secretaria estaba cotejando sus datos en la computadora; y sí, el alivio le llenó al saber que no lo dejó botado a su suerte como en aquella ocasión.
Vio el auto a lo lejos y su andar saltarín fue cediendo al identificar que el castaño estaba esperándolo, aparentemente acompañado.
—¿Qué es..?
Fijó un recordatorio mental: comprarse unos anteojos. Su vista no le era de mucha ayuda y desgraciadamente tuvo que avanzar unos cuantos pasos, vislumbrando a tres jovencitas con un precioso uniforme de porrista.
Una de ellas estaba delante de Taehyung y el par restante a un costado, al parecer conversando entre ellas mismas.
Una sonrisa jocosa surgió en los labios de Jungkook y la cubrió con su puño al ver que la mano del ojiazul estaba siendo rayada con lo que parecía ser un plumón. Alzó ambas cejas, imaginándose que era lo que estaban anotando en la piel de Taehyung; no fue difícil de adivinar.
Mordaz, se dio la media vuelta, suspirando profundo al considerar lo que haría: era su turno de molestar.
—A ver, con esto...
Rápidamente, se desabrochó los tres primeros botones de su camisa, dejando a la vista de cualquiera la piel de su pecho y el inicio de su tatuaje favorito: una flor.
No exhibía mucho, pero si lo sobrado para alterar la tranquilidad de su compañero.
—Muy bien, listo.
Se acomodó su sombrero, las mangas y el pantalón, antes de girar en su propio eje, retomando el bello paisaje de la chica haciendo ademanes coquetos en dirección a Taehyung. Entonces, sin tardar más, anduvo a paso veloz hasta arribar con el cuarteto que lo esperaban fuera del medio de transporte.
—Taehyung, ¿nos vamos? —preguntó con inocencia y los cuatro pares de ojos le cayeron encima.
Su sonrisa fue natural, al ver la admiración legítima de las porristas; lo miraban con la boca abierta, los ojos amplios y las mejillas rosadas por la fascinación.
El ojiazul no se quedó corto a eso: le observó con deleite, como si horas antes no lo hubiese visto bien.
—¿Podemos irnos ya? —repitió, acercándose a la zona dónde se compartía una convivencia sana.
—Si, pues solo estaba esperando a que salie...
Y antes de que la palabra fuese dicha entera, Jungkook pegó sus labios suaves y con sabor a bálsamo de fresa, a los temblorosos pertenecientes a Taehyung.
Fue un picoteo corto, un choque pulido y sonoro, que dejó al castaño inmóvil, peleando con el estímulo para no ponerse colorado.
—Se me hará tarde —susurró, concediéndole una mirada de cachorro en peligro—. ¿Te importa?
—Súbete —ordenó, jalando una abundante cantidad de aire para saturar sus pulmones—. Te espera otra escuela.
—¡Gracias! —chilló fácil, teóricamente emocionado—. ¡Oh, dios! ¡Soy un mal educado!
Miranda quedó atónita, no procesaba aún lo ocurrido en menos de cinco minutos frente a sus narices. Las otras dos muchachas ni siquiera lo notaron, después de alabar mentalmente a Jungkook, volvieron a estar metidas en sus teléfonos celulares haciendo quién-sabe-que-cosa.
—Mi nombre es Jungkook, ¡Un gusto! —Saludó, extendiendo su mano en busca de un apretón.
—Hola, soy Miranda —Avergonzada, titubeó. Esos dos eran los chicos más atractivos que en algún momento sus ojos habían visto... y acababan de besarse.
Su corazón se apachurró, pero nada alarmante.
—Un placer, pero lamento que no tengamos más tiempo de conocernos, se me está haciendo tarde, Taehyung y yo de verdad tenemos las horas contadas —aclaró, con un puchero exagerado—, quizá luego nos veamos por aquí, ¿sí?
—S-si, ehm... espero que sí —No sabía que más decir, estaba muy apenada—. Hasta luego.
—Hasta pronto —Dio por finalizado el acercamiento, cuando la chica acabó huyendo hacia sus amigas y no les explicó por qué terminó llevándoselas a rastras del brazo.
Jungkook cruzó los suyos al verlas caminar de regreso, satisfecho de haber logrado su cometido.
—¿¡Tú qué te crees!? —Taehyung lo empujó por el hombro, haciéndole reaccionar de golpe y mirarlo confundido—. ¿¡Era necesario hacer eso!?
—¿Hacer qué? —sondeó, escondiendo su sonrisa ladina—. ¡Fui amable con ella!
—No me refiero a eso, Jeon —contestó frío, posicionando su mano en la mejilla ajena y lo sentenció con su mirada penetrante—. ¿Por qué me besaste?
—¿Por qué no hacerlo? —respondió, juguetón—. Tú lo haces cuando quieres, creo tener el derecho de besarte si se me da la gana, sin importar dónde y con quién estés.
—¿Eso piensas? —Con su pulgar, hizo presión sobre los labios finos del menor—. ¿Qué te hace pensar eso?
—Me estás follando, con eso es más que suficiente —Le insistió, apartándose del contacto.
—¿Y eso qué? Una cosa es follar y otra muy diferente es ser así de ridículo —Taehyung no estaba enojado, pero de alguna forma le asustó que el rizado marcara territorio de esa manera—. No lo hagas.
—No, Kim —Jungkook se metió en el papel de la arrogancia—. Ya te lo dije, si tu lo haces, yo también puedo hacerlo.
—Yo no te debo nada a ti.
—Ni yo a ti, pero aquí, las cosas son parejas. Y si no te gusta, olvídate de seguir teniendo mi trasero a tu disposición.
Taehyung chirrió las muelas, contando en su mente hasta diez para no abofetearlo unas dos veces.
Bien podía decirle que se fuera con todo y su culo al carajo, que no le importaba y que si ese era el costo de meterle la polla, no estaría dispuesto a pagarlo.
Porque su confusión lo estaba matando y no quería terminar enterrado por sus atrevimientos impensados, ponerse en riesgo por un chico de cuerpo escultural y rostro de ángel era inaceptable para sus reglas.
—No somos exclusivos Jungkook —afirmó, con la cara deformada por las facciones tan bruscas que se le asentaron—. No somos ni amigos, que eso te quede claro.
Jungkook dejó escapar una risa que sonó ligeramente irónica, ocultando un sentimiento extraño que se desarrollo en la boca de su estómago, casi como un vacío.
Esperó no darlo a notar, porque él también se hallaba con un enredo en su cabeza que no sabía como deshilar para atar los cabos sueltos.
—N-nadie habló de exclusividad, tu puedes hacer con tu culo un papalote, si quieres —murmuró, recobrando su conducta cáustica—. Yo no hice nada malo, solo te di un beso, así como tú lo haces.
—Pero...
—Da igual, déjame ver si entendí —Inhaló, inflando el pecho y asintió con la cabeza al hablar—, yo me puedo enrollar con quién se me pegue la maldita gana, me puedo dejar follar por cualquier chico que me guste, así como tú puedes hacerlo —exclamó sin rodeos, intentando convencerse a él mismo de lo que estaba diciendo.
Jungkook no buscaba llegar a ese nivel, si bien aceptaba a medias que tenía una rara pero natural atracción sexual por Taehyung, no sabía si le agradaba la idea de pensar en compartirlo.
Si, se sentía con el derecho de exigir un poco en su posición; a pesar de que en los adentros del bar era muy complicada la relación de trabajo, de la puerta hacia afuera se entendían bien... bastante bien, mejor dicho.
Pero ya estaba claro que el ojiazul no quería amarrarse con algo que no tenía una definición lógica y él tenía que ser listo para no terminar mal en cualquier aspecto.
—Así es, todo se basa en eso. Solo tenemos sexo, no nos damos explicaciones, no hacemos reclamos, tú me das lo que yo quiero y yo te doy lo que quieres, ¿se entiende? —puntualizó el ojiazul, con las cejas alineadas y la expresión gélida.
Jungkook estuvo a punto de negarse.
—Sí, está bien para mí.
No lo hizo, tremendo idiota.
Y tampoco se opuso cuando su cintura fue estrechada por unas manos que sabían cómo fundirlo, lanzándolo en contra de la puerta cerrada del auto y encarcelándolo bajo un cuerpo familiar. Gimió con dolor cuando la manija le lastimó la zona lumbar y su órgano bombeante latió con desenfreno al verse fijamente con Taehyung.
—Ahora que las cartas están sobre la mesa... ¿Qué te parece si para cerrar el trato, te invito a mi casa después de tu cita? —sugirió, tirando gentilmente de unos cuantos rizos bajo su sombrero—. Me toca reclamar algo a mí.
—¿Tú qué te crees? —siseó el rizado, haciendo eco a las palabras que el mayor le dijo con anterioridad.
—¿Quieres ir o no?
Jungkook no quería complicarse más la vida, si Taehyung deseaba que las cosas fueran así, podría con eso y más; porque lo iba a seguir disfrutando, disminuyendo su atención de los puntos negativos en su vínculo particular.
—Claro —Se entregó al efecto colateral de una exigencia corporal.
Una mueca torcida fue recíproca, más o menos una sonrisa que se reservaron por la honra.
[...]
NamJoon estaba hecho un ovillo sobre su cama, con una manta cubriéndole hasta el cuello y una taza de té humeante sobre su buró. El tratamiento que le entregaron con el médico recién empezaba a hacerle efecto y todavía sentía su estómago muy sensible.
Gracias a las atenciones por parte de su novio, su recuperación era pronosticada a ser próxima aunque la gastroenteritis diagnosticada le había hecho pasar las peores horas de su vida.
Estuvo levantándose al baño cada treinta minutos a vomitar, era desagradable pero las arcadas lo volvían loco, no conciliaba el sueño y los lapsos en los que logró dormir, se vieron irrumpidos por las náuseas que la enfermedad le causó.
SeokJin fue el más preocupado del mundo desde que volvió del club, él siempre daría todo con tal de que a NamJoon nada malo le pasara; pero en esos momentos solo lo reprendió por haber consumido alimentos en un sitio desconocido y le sobó la espalda cada que vaciaba todo lo que tenía dentro, en el w.c.
Afortunadamente, por la mañana ya estaba mostrando mejoría, seguía pálido con las ojeras debajo de sus ojos cafés, marcadas como si fuese un mapache. Al menos ya había comido una gelatina y no la quiso devolver al instante.
La tele encendida en volumen bajo, el control a un costado y las mantas de su cama revueltas, eran el principal indicio de que pasó una noche ajetreada y no como a él le gustaba.
—Buenos tardes girasol —SeokJin entró por la puerta de su habitación compartida, empujándola con el pie y traía el desayuno en una bandeja de metal—. ¿Cómo te sientes?
—Mejor, ya me dio un poco de hambre —bisbiseó, sentándose en su lecho y se talló los ojos con ambas manos—. Perdón por no dejarte dormir.
—Son pasadas las dos de la tarde, deberías comer algo ya, no te puedes tomar el siguiente medicamento así —Se acercó al borde la cama, dejándose caer ahí con una sonrisita reconfortante—. Y no pidas perdón por eso.
—Es que tú tienes que trabajar y estarás cansado por mi culpa.
—Hey, eso no importa —El ojimiel se apoyó del colchón, dando un rebote liviano y se acercó a la cabecera dónde reposaba la espalda de su chico—. Todo bien, ¿sí?
—Te amo mucho —contestó, apretando sus labios resecos y maltrechos.
—Te amo también —Depositó un mimoso beso en la frente ajena, suscitando que el pelinegro cerrara los ojos unos segundos.
—¿Qué trajiste para almorzar?
—Una sopa de pollo, le caerá bien a tu estómago... y un suero.
—¡No! —refunfuñó, golpeando su nuca con la pared—. No me lo pienso tomar.
—Ayer vomitaste todo lo que comiste en un año, estás deshidratado —espetó simple—. No es una opción, te lo vas a tomar, además lo conseguí de mora.
SeokJin tomó el envase plástico del electrolito oral que su pareja debía beber. Lo agitó precavido, antes de girar la tapa y retirarla, dudando en darle un sorbo para poner el ejemplo.
—Uno tú y uno yo —Como siempre, NamJoon le leyó los pensamientos.
—Vale, a mí no me disgusta —Lo cierto, era que el ojimiel odiaba ese líquido, lo aborrecía—. Uno yo y tres tú.
—¿¡Por qué!? —repeló, con un gesto desaprobatorio.
—¡Porque el enfermo eres tú!
Vale, eso era cierto.
Sin argumentos, el pelinegro inspiró paciente, aguardando que el otro remojara los labios en el suero primero. SeokJin sonrió frustrado, conteniendo la respiración cuando se llevó la botella a la boca y le dio un trago considerable a la bebida hidratante.
—¡Tramposo! —Fue descubierto.
El ojimiel negó con la cabeza, sus mejillas reteniendo la solución.
—¡Ves, tampoco te gusta! Nadie debería tomar...
Un chorro del suero fue expulsado a presión, yendo a parar en la cara de NamJoon, pues su novio no pudo pasárselo, le dio asco en cuanto sus papilas gustativas detectaron el sabor y lo escupió sin escrúpulos.
—¡Caray, discúlpame! —Se tapó la boca y sus ojos se aguaron al ver al pelinegro empapado del rostro, y de su playera de pijama.
—Increíble —Con la misma tela, procedió a limpiarse un poco la humedad en sus pómulos—. Te debería de inscribir a tiro con arco, alguna mierda de esas, tienes una puntería excelente.
—Perdón, perdón, perdón —repitió con preocupación, tocándose el pecho.
—Ya, Jin.
—¿Ya qué? —Una gotita abandonó su lagrimal.
—¡Ya ríete, joder! Ya te contuviste mucho, vas a llorar y te pusiste rojo, parece que explotarás —Le señaló al recriminar y luego le dedicó la seña que Taehyung hacia constantemente con su dedo medio.
—¡Perdona! —Y la carcajada rebotó en la recámara, siendo escandalosa y de volumen alto.
SeokJin se echó hacía atrás sobre la cama, retorciéndose en esta mientras se apretaba la barriga por la risa que le salía de lo más profundo de su alma. NamJoon lo miraba, al principio con leve molestia, pero conforme los segundos avanzaron, se infestó del humor bobo.
—Para, basta —Entre risitas transparentes, le dio en la cabeza con un cojín—. Te vas a orinar.
—Ay, dios mío, ayuda —SeokJin trataba de respirar para calmar su ataque risueño, abanicándose y limpiando las lágrimas que dejó salir a causa de su hilarante estupidez.
—Idiota, te odio —dijo, acomodando su cabello también mojado—. Después me las vas a pagar.
—Me dejarás de odiar cuando te cuente lo que pasó ayer con Taehyung y Jungkook —comentó entusiasta, concentrado en moderar su jolgorio.
—¿Qué les pasó?
—¿Ya no me odias?
La quietud se apoderó por fin de SeokJin, neutralizando su comportamiento y poniendo atención a lo que era de importancia.
—Si me cuentas, ya no —masculló con la curiosidad de un buen chisme.
—Vale, pues mira —El chico se incorporó, entrelazando sus dedos como si fuera a dar un discurso presidencial—. Primero, los encontré besándose justo en la barra...
—No jodas —Aquello se le escapó a NamJoon.
—Y espera, la mejor parte de esto... es que lo compró en la subasta —SeokJin hacía los mismos movimientos que su madre al contar anécdotas—. Le presté dinero para que asegurara el gane.
—No te creo —sonrió ladeado—, el beso en tu fiesta...
—Así es —murmuró con orgullo—. Yo te lo dije.
—Pensé que era por su borrachera.
—No, amor. Ellos tienen algo más, cargan una energía mutua muy fuerte, es una ligadura destinada, estoy seguro —Apartó un instante su mirada de NamJoon y tomó el plato con la sopa de pollo que había dejado enfriar todo ese rato—. Esos dos van a terminar juntos.
—Cero posibilidades.
—Oye, tu negativa no aporta.
—Cariño, conocemos a Taehyung. Sus problemas del pasado lo atormentaron mucho y no creo que pueda mantener una relación seria... —Parpadeó pesadamente, antes de abrir la boca y recibir la cuchara con el alimento, que le fue acercada.
—¿Tú crees? Pensé que eso no lo afectaría en sus amoríos...
—Quizá lo hace, son traumas que dejan huella duradera, cosas así son difíciles de superar —habló, después de terminar de masticar.
—Es que nunca terminaré de entender como es que su...
—Hey —NamJoon lo pausó—. Recuerda, son temas que no nos corresponden a nosotros.
—Cierto, lo siento —articuló desanimado.
—Ahora, solo espero que sea honesto con Kook y no lo lastime.
—Yo igual espero lo mismo, podríamos proponerle de nuevo la solución que hace un tiempo le mencionamos —repitió la acción, entregándole una cucharada más de su comida al pelinegro.
NamJoon declinó la idea y SeokJin acató, ellos nunca podrían ayudar a alguien que no quisiera brindarse ayuda propia primero.
Eran testigos, definían a Taehyung como una persona fuerte, pero también terca y testaruda la mayor parte del tiempo, en casos así evadía las recomendaciones y vivía inmerso en su realidad perfecta que él se había encargado de forjar.
Pues tenía una casa que pronto acabaría de pagar, un auto que compró con varios años de ahorro, un trabajo que amaba y amigos con los que contaba incondicionalmente. No le hacía falta nada, lo ocurrido fue reprimido de sus recuerdos y salió adelante como pudo, se las ingenió por la buena.
Siempre había razones (buenas o malas) que fijaban con claridad la forma de ser en determinada persona; se proyectaban a través de los miedos, las aspiraciones y en la ideología.
Como quiera, Taehyung era feliz... con heridas, pero feliz.
[...]
¿Que es una historia, sin sus secretos y traumas pasados? 🙃
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