Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

NamJoon se reportó como enfermo el siguiente sábado. Al parecer, le había pegado una infección terrible en el estómago por ingerir comida rápida en un carrito de procedencia dudosa que encontró mientras regresaba a su casa.

Le habló por video llamada a Jimin, avisándole que por ese motivo no iría a trabajar; su jefe amablemente le dijo que no había ningún caso con que se ausentara esa noche o las que fueran necesarias para que sanara pronto. Preocupado por su bienestar, le pidió que fuera al doctor y consiguiera tratamiento médico lo antes posible, le deseaba una pronta recuperación.

SeokJin si tuvo que asistir al club, aunque él hubiese preferido quedarse toda la noche y cuidar a su novio, su deber le llamaba y le gritaba al oído que si no iba ninguno a trabajar, les descontarían el sueldo a ambos.

Las medicinas eran caras, tenía que salir a ganar lo que costaran los fármacos recetados.

Aparte de todo, justamente esa noche era la subasta del pelinegro. A SeokJin le tocó el día anterior y obtuvo la fantástica aportación de cuatroscientos setenta dólares junto a una cena en un restaurante mexicano en la ciudad.

—¿Entonces? —cuestionó el ojimiel, desempolvando la contrabarra y sus entrepaños—. Vas tú Kook, ¿te parece?

—Pero se anunció ayer que el siguiente sería Nam —musitó el rizado, sonando perturbado.

—Lo sabemos, ¿pero qué hacemos? A menos que hoy no haya subasta, pero no creo que sea conveniente perder un fin de semana —opinó acertadamente, mientras se deshacía de los últimos rastros de polvo.

—No lo es... Creo que puedo hacerlo —Jungkook no quería demostrar la emoción que le causaba ser el siguiente en turno—. Me toca a mi, sin problema.

—Bien, iré a decirle a Jimin.

Así como lo dijo, SeokJin se quitó el delantal que traía encima y se sacudió las manos, levantando un pulgar en señal de aprobación antes de dirigirse hacia la oficina de su jefe con el objetivo de llevar el informe sobre quién sería el Bengala subastado esta noche.

Mientras tanto, Taehyung se mantuvo callado, realizando el acomodo de los vasos y tarros para la cerveza de barril que servirían a los que pidieran, esa noche habría una promoción al dos por uno.

No comentó nada con respecto a la decisión tomada, solo escuchó y le quitó importancia; al final no le era relevante quien fuera, él solo esperaba que su otra oportunidad de salir a cenar gratis llegara pronto.

—Treinta y seis vasos... —murmuró, dejándolos perfectamente alineados—. Más seis que tengo por acá... son treinta y ocho.

Aquello salió en un tono lo suficientemente alto como para que Jungkook lo escuchara y no pudiera contener la risa sardónica que expulsó de sus cuerdas vocales, sin detener su limpieza en el mostrador.

—¿Treinta y ocho? —habló sorprendido.

—Eh... —El ojiazul replanteó su operación, haciendo la suma de nuevo en su cabeza y se avergonzó cuando notó su fatal error—. No, dije cuarenta y dos.

—Yo escuché otra cosa —La mofa estaba presente en todo su esplendor.

—Pues aparte de metiche, saliste sordo —escupió con rencor.
Otra carcajada llenó la zona en la que estaban, pues por azares del destino, el menor sintió la confianza de cotillear ligeramente con Taehyung.

Aunque desafortunadamente, no compartían el mismo pensamiento.

—¿Muy feliz por ser la siguiente subasta? —espetó, aclarando su garganta—. Yo no estaría tan alegre si fuera tú.

—¿De qué hablas? No estoy feliz por ello —Mintió, moviendo su nariz.

—Claro, se nota que no te emociona.

—Ni un poco.

Taehyung se giró con el propósito de verlo a la cara, pero lo que halló fue la espalda de Jungkook protegida por un jersey blanco y desgastado de los Lakers. Graciosamente, su nombre estaba impreso en la parte posterior y tenía el número diez en el medio.

Le dio una mirada apreciativa, de arriba hacia abajo, explorando las deliciosas piernas con las que había estado fantaseando esos últimos días. Su trasero estaba fuera del área de visión, ya que la camiseta caía más allá de sus muslos, pero sabía lo que existía detrás de esas prendas.

Ya lo había probado.

—¿En serio crees que pagaran más de cien dólares por ti? —comentó, arrojándole un tapón de cerveza directo a la cabeza—. Digo, no quiero bajar tus sueños ni nada de eso, pero tampoco me gustaría que te decepcionaras cuando nadie gaste dinero para salir contigo.

—Lo que paguen no me importa, así sean veinte dólares, yo estaré orgulloso de dárselos a Jimin —recalcó, tallando con más fuerza de la debida el mostrador e ignorando el golpecito que recibió.

—Yo solo te lo digo porque soy buena persona y te evitaré una vergüenza pública, ellos no te conocen, dudo que alguien suelte dólares por ti.

—De verdad, Tae —El ojiverde rezongó, dándose la media vuelta para afrontar la arrogancia habitual—, te agradezco tanto tus vagos intentos de consejos que yo nunca te pedí, en serio, te diría que los reserves pero como siempre estás pendiente de mi vida, entiendo que no puedas hacerlo.

La boca de Taehyung se abrió y sus cejas casi se unen al centro por la expresión tan marcada.

—No estoy al pendiente de nada que tenga que ver contigo, no te ilusiones —dijo lo más imponente que pudo.

—No me ilusiono, pero es evidente que tienes una obsesión conmigo y no te culpo —Jungkook manifestó, avecinándose con pasos tardíos hacia su colega.

Taehyung no se movió ni un centímetro, lo poco que alcanzó a hacer fue rascarse torpemente su brazo izquierdo; no lo ponía nervioso, en absoluto, Jeon no tenía ningún efecto sobre su persona que no fuera atracción física que pudieran solventar a base de sexo casual.

—Ahora a ti se te cruzaron los cables —siseó, cuando Jungkook se posicionó frente a frente suyo con una mínima separación—. Yo no estoy obsesionado contigo.

—Mjm, yo creo otra cosa —Con cautela, colocó las palmas de sus manos sobre el abdomen ajeno y las subió tranquilamente hasta que llegó al pecho, siguiendo el recorrido con sus ojos.

No iba a ceder por un roce, Taehyung podía más que eso, claro que lograría pensar con el cerebro y no con la polla, no le daría el poder de hacerlo tambalear, su dignidad no la iba a perder por ninguna circunstancia.

—Tú estás loco —replicó, haciéndose hacia atrás para alejarse del toque.

Pero Jungkook fue más rápido al enrollar sus manos detrás de su cuello, pegándose a él sin importarle la postura rígida con la que fue recibido. Exhibió una sonrisa maliciosa y sus dedos juguetones se dedicaron a rozar los cabellos cortos en la nuca del mayor.

—¿Loco? Yo no le llamaría así —rumió expectante, con la llama prendida en sus ojos jade.

—¿Cómo le dirías entonces? —Taehyung estaba peleando en lo más profundo de su ser por no tomar el camino equivocado.

—¿A tu fijación conmigo? Fácil... te encanto —aseguró, tomándose el atrevimiento de robarle un beso flojo, que tardó al menos dos segundos en ser correspondido.

Taehyung no soportó, se dio un galardón en su mente por haber durado un buen tiempo sin caer, pero su quietud se jodía fácilmente cuando las situaciones daban giros inesperados.

—¿Tan seguro estás? —tanteó, estrujándolo con frenesí de la cadera.

—Un... un ochenta por ciento —jadeó en respuesta, sosteniéndole la mirada altanera.

—Lindo de mierda... Ten cuidado con eso, te puedes mentir tu solo —El castaño clamó soberbio, eliminando la risa de Jungkook al unir sus bocas en un beso que removió sus tripas.

Los latidos de ambos resonaban en sus orejas, no hubo lenguas de por medio, fue algo intenso pero a la vez dulzón, algo frágil, con sonrisas altivas siendo desaparecidas y un par de manos traviesas apretando el culo del ojiverde.

—¡Lo sabía!

Entonces, todo se fue al carajo cuando Jungkook fue aventado hacia atrás por Taehyung, provocando una caída no programada junto a un lamento por el choque de su trasero con el suelo recién trapeado.

SeokJin los señalaba con un agitador.

—Cállate —advirtió Taehyung, antes de ignorar de filo el hecho de tener a un muchacho con el gesto torcido por caer sin meter las manos.

—¡Eso explica muchas cosas! —gritó, caminando detrás de su amigo—. ¡Lo tiene que saber NamJoon!

—¡Que te calles Jin!

El dueto se refugió en lo vestidores, olvidando en su totalidad ayudar al rizado en su desgracia. No se enojó, no tenía por qué hacerlo, entendió perfecto que SeokJin no estaba preparado mentalmente para verlos besándose de tal forma y fuera de un juego para borrachos.

Agradeció no ser él quién debía dar explicaciones.

Se levantó sobando sus glúteos por el rebote y aliviando cualquier malestar causado por la reacción agitada de Taehyung. Rememoró las palabras que le fueron dichas y no tardó en sacar su celular del pantalón, desbloqueándolo en busca de enviar una serie de mensajes a su persona de mayor confianza en esos momentos.

<Para: Irwin ♥︎>

«Necesito tu ayuda, tenemos un 33-12»

Presionó la tecla "enviar" y se mordió el labio a la espera de una pronta contestación.

<Para: Jeon ♡>

«¿Un qué?»

Al recibir el texto, rodó los ojos por el nulo conocimiento que su amigo tenía con los filmes de Disney.

«¡33-12! ¿Es que nunca viste Monsters, Inc?»

---

«Claro, hace años, lamento no
entender tu referencia Kook. Pero dime, ¿qué ocurre?»

---

«Ugh, será la siguiente película
que veamos. Eh, seré la subasta de esta noche y Taehyung me dijo que
voy a quedar como idiota porque nadie pagará por mi.»

---

«¿Eso te dijo? Será imbécil, ¿a qué hora es?»

---

«No lo sé, a las 10:00 quizá. :(»

---

«Ahí estaré para aportar la jugosa y cuantiosa cantidad de... cincuenta dólares.»

El rizado se rio enternecido, moviendo su cabeza en negación mientras escribía su siguiente mensaje:

«Eres genial, un ángel caído del cielo, un hermano que mi corazón eligió.»

---

«Hasta para mi fue demasiado cursi, ew. Te veo 9:30.»

De nuevo se carcajeó con los ojos fijos en su pantalla.

«Nunca más te expreso mis emociones, grosero. Acá te espero.»

---

«👍🏻»

---

«🖕🏻»

Iba a guardar ya su teléfono, pero vibró y sonó una sola vez más:

«Te quiero Kookie, haremos que Taehyung se trague sus palabras.»

Suspiró, aflojando los hombros antes de teclear:

«Y yo a ti, Ash. Eso espero.»

[...]

Las mesas del club por fin estaban llenas, todas ocupadas y con gente impaciente golpeando la superficie al ritmo de un "queremos subasta" cantado unánimemente.

SeokJin le daba ánimos y calma a Jungkook; cuando más cerca estaba de su momento, más le temblaban las manos y palidecía por el recordatorio de ser un fracaso para eso.

—¡Espera! No estoy listo —exclamó Jungkook, al verlo sostener el megáfono.

—Lo estás, relájate, lo que sea es bueno —El ojimiel le apoyó, sobando su espalda.

—Es que... ellos esperan a NamJoon, no a mi —Ahora si que estaba angustiado.

—Te aseguro que todo va a salir bien, confía en mi.

—Para ti es fácil decirlo, los clientes te conocen, te han visto y te adoran. Yo no tengo tanta trayectoria como tú, apenas estoy puliendo mis habilidades, aún se me resbalan los vasos y al bailar todavía los he pisado sin querer —dijo con timidez—, no me quieren a mi.

La actitud tan negativa del rizado hizo que su amigo desconcertara visiblemente, la única vez que le vio así de inseguro, fue el primer día y era comprensible. De ahí en fuera siempre llegó con toda la intención de aprender y aportar su capacidad para lo que fuese necesario, nada lo detenía.

—Hey, tranquilo Kook —Trató de sonar lo más amoroso posible—, esto no define nada, recuerda que solo lo estamos haciendo por Jimin y por el Club, así que no te preocupes por lo que venga.

—Yo sé que lo hacemos por él, la idea fue mía pero... —Pausó, respirando por la boca—. Tengo miedo, algo así.

—Yo no sé que te pasa, pero hoy necesitamos al Jungkook que siempre viene aquí con la actitud de comerse al mundo, cálmate y te juro que esto irá bien —pidió, ofreciéndole una sonrisa reconfortante.

El menor suspiró, afirmando con la cabeza.

—Solo, espera... —divagó, remojando sus labios en un shot de tequila que se tomó de un solo trago, solo para cesar el nerviosismo.

Sus manos estaban transpirando, ¿Dónde había quedado su yo atrevido y seguro? Era momento de sacarlo a flote, ahora más que nunca. Se mentalizó, prometiendo a él mismo que si no salía por más de doscientos dólares, no se sentiría mal y daría las gracias con una sonrisa al momento de la cita amistosa.

—¡Buena noche, Club Bengala! —SeokJin habló con el megáfono, subiéndose a la barra para dar inicio a la dinámica.

Pegados a la esquina, en la zona de servicio, estaba Jimin junto a Taehyung fumando un cigarrillo y visualizando al ojiverde de forma distinta. La mirada del rubio denotaba diversión y esperanza, pero la de Taehyung en cambio no tenía su chispa usual, solo estaba ahí, fija en su persona...

—¿Su dinero está listo? ¡Porque la subasta de Bengalas es ahora! —gritoneó y la gente se volvió loca con el comienzo de la bendita actividad.

Jungkook mordió sus uñas, viendo a su compañero interactuar con la multitud; era un acuerdo explicar los términos y condiciones antes de las citas para evitar disturbios.

Gracias al todopoderoso, sus ojos chocaron con unos en tono claro que reconoció en cuestión de un respiro. Ashton le saludaba no muy lejos de la barra, se había colocado cerca de una columna y aparte había robado una silla en la que ahora se encontraba parado al igual que muchos otros clientes en el bar.

Se sonrieron, devolviéndole una sección de su confianza y el australiano levantó las manos cuando la voz de SeokJin volvió a entrar en su radar.

—Entonces, al no ser NamJoon el disponible esta noche, uno de ustedes podrá cenar nada más y nada menos que... ¡Con Jeon Jungkook!

Él creyó que al ser mencionado por nombre, serían cuatro o cinco personas las que pedirían una oportunidad de convivir como amigos con él. Sin embargo, el alma le volvió al cuerpo cuando la replica no fue nada de lo que imaginó.

O eso se había imaginado gracias al comentario de Taehyung.

Pero su sorpresa fue inmensa, al ver que el número de personas arriba de las sillas e incluso de mesas, incrementó al saber que él sería el siguiente. Se quedó estático, pudo volver a la tierra cuando SeokJin le llamó, dándole su mano para que terminara subiendo y quedara justo al medio del mostrador.

—¡Al fin!

—¡Gastaré cada centavo!

—¡Valió la pena la espera!

Entre ese tipo de comentarios, no pudo hacer más que sonrojarse como pocas veces en su vida, mordiendo su mejilla interna al saludar coqueto con los dedos de su mano derecha.

Ya estaba ahí y no había vuelta atrás.

—¡Recuerden! —Por último, SeokJin levantó tres dedos para enumerar una lista de advertencias—. ¡Levanten su mano solo si de verdad tienen la intención de invitarlo, en orden y si ganan la subasta, tendrán que pagarla o serán vetados del bar!

—¡Sí! —Aceptaron todos juntos.

Jungkook estaba listo.

Taehyung apretaba una lata de cerveza entre sus dedos, regando el líquido por su muñeca.

¿Era en serio?

—¡La subasta comienza con veinte dólares, adelante! —aclaró, quitando el alto parlante de su boca.

—¡Cincuenta dólares! —Ashton se hizo oír por encima de todos, colocando sus manos alrededor de su boca para amplificar su tono de voz.

Al castaño le hirvió algo en la sangre.

—¡Ochenta dólares! —Un chico de ojos pardo vitoreó desde una silla.

—¡Cien! —Le ganó un joven con camisa estampada.

—¡Ciento veinte!

—¡Ciento cincuenta!

Jungkook regresó a ser él, marchando por la barra mientras apuntaba las manos levantadas y riendo de cómo entre el público se quitaban el turno al aumentar las cantidades.

—¡Venga! —SeokJin estaba complacido, intentando no perder ninguna oferta—. ¡Por acá escuche doscientos treinta!

—¡Doscientos cincuenta! —El grito del baterista junto a una pañoleta haciendo círculos sobre su cabeza, resaltó entre las propuestas.

—¡No! ¡Trescientos! —Otro más le quitó la posibilidad.

—¡Joder, trescientos cincuenta entonces! —repitió, tragándose la carcajada ante la desesperación ajena.

Los ojos del menor se movían en todas direcciones, el control era primordial en esa controversia ya que no querían tener problemas con su jefe.

No entendía porqué cuando alguien le sumaba a la apuesta previa ofrecida, Ashton le agregaba cincuenta más mientras se reía con ganas.

—¡Cuatrocientos veinte —Intentaron una vez más.

—¡Cuatrocientos setenta! —contraatacó.

Las cosas se fueron hilando de tal forma y el único que entendió la técnica empleada por Ashton, fue SeokJin.

Solo estaba haciendo que el efectivo creciera: cada que él adicionaba había alguien que no estaba dispuesto a dejarse ganar. Muchos, en verdad, muchos anhelaban salir con Jungkook y su amigo planeó su estrategia desde que venía camino al bar.

Tenía que ayudarlo a triunfar.

—¡Quinientos! —bramó un muchacho con la esperanza al cien por ciento.

—¡Quinientos cincuenta!

—¡Maldita sea!

El dinero estaba disparándose a la estratósfera, eran ingresos que nunca habían tenido por ese medio, quizá era porque mucho individuo sentía su instinto de competencia crecer y crecer o tal vez la mayoría encontraba atractivo a Jungkook, no sabían que estaba ocurriendo pero Jimin yacía alegre por el beneficio directo a sus bolsillos.

Por el contrario, Taehyung permanecía con la boca seca, no perdiendo detalle de la revolución que se había instaurado en el lugar por la estúpida necesidad de tener la compañía de Jungkook. Su estómago dolía, con la amenaza frente a sus narices: un chico precioso contorneando las caderas mientras le ofrecían dinero por salir con él.

Sus sentidos se bloquearon, dejó de escuchar las fuertes sumas de dinero después de los ochocientos, solo centrando su atención en el cuerpo del rizado, moviéndose de un lado a otro.

No sabía la razón con exactitud, pero el enojo le estaba pasando factura al ver que el australiano se aferraba tanto a obtener la cita. Era algo estúpido, al final ellos eran amigos por lo poco que sabía, era ilógico que quisiera pagar tanto por algo que el tenía sin costo alguno.

SeokJin continuaba registrando las voces que aclamaban su turno siendo derribadas por el joven chico extranjero.

—¡Mil doscientos! —decretó un hombre uniformado.

—¡Mil trescientos! —El baterista de verdad se divertía, iría más seguido al bar.

Pero su regocijo declinó al notar que después de él, no hubo un incremento por parte de los demás; todo cesó, la numerosa concurrencia se quedó en silencio al estar cansados, se dieron por vencidos y comenzaron a bajar de sus sillas para asumir la derrota.

Ashton tuvo miedo, no tenía más que los cincuenta dólares que informó por mensaje y Jungkook también se preocupó porque sabía de sobra que ese dinero pactado no existía.

El conteo dio comienzo.

—Mil trescientos a la una... mil trescientos a las dos... —SeokJin no podía hacer nada, era parte de las normas impuestas y debía seguir con el proceso.

—Mil quinientos por el chico londinense.

Fue enérgico, franco y conciso.

¿Los mismos bartender de Club Bengala podían participar?

Al parecer sí.

Porque Taehyung masculló ese total, sacando los billetes de su cartera y los mostró a lo alto, presumiendo su increíble aporte con la lengua pasando por sus dientes.

Jimin se ahogó con su ron, Ashton sonrió victorioso.

—Eh... ¡Vendido a Kim Taehyung por mil quinientos dólares! —SeokJin cerró la subasta, dejando a decenas de espectadores extrañados.

Y Jungkook perdió todo color en su rostro.

[...]

Lsksksks gente, espero que el "chat" de mensajes se entendiera. 🐰

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro