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ℂ𝔸ℙ 𝟛𝟜 > 𝕿𝖆𝖑𝖐


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         LOS SUAVES ZARANDEOS que alguien me estaba dando no me permitían continuar con mi maravilloso sueño en el que conocía y me casaba con Javon.

—¿Qué?— pregunté adormilada sin aún abrir los ojos.

—Rubia, son las dos de la tarde. ¿No querías dar una fiesta?— preguntó mi novio al lado mía en la cama.

—No, prefiero seguir durmiendo, la verdad.— conteste con una suave sonrisa mientras agarraba la almohada fresquita.

—Venga, levántate. Tenemos que comprar toda la comida, vasos y platos para la fiesta.— me dijo mientras me agarraba de las manos para incorporarme.

Yo de mala gana me levanté de la cama.

—¿Tienes hambre?— me preguntó haciendo que yo negase con la cabeza. —¿No? ¿No vas a desayunar?

—Son las dos de la tarde.— le contesté mientras reía levemente.

Él sonrió suavemente. —También es verdad. Si lo prefieres, vamos a comprar las cosas y ya allí almorzamos en algún lado.

—¡Sí! Me encanta la idea.— aplaudí emocionada.

Me hacía demasiada ilusión ir a almorzar con Ashtray por algún lado.

—Lo sabía.— se halagó el mismo con una arrogante sonrisa.

—Ay, qué tonto eres.— reí por su actitud. —Bueno, vámonos.

Agarre mi bolso y mi móvil, este último se encontraba en la mesita de noche junto a la cama de Ashtray. Y si alguien se lo pregunta, sí, llevo la misma ropa con l que he dormido. Me da un poco igual.

—¡Fez, nos vamos!— exclamé canturreando cuando lo vi en el sofá con Michael.

Él se giró hacia nosotros apresuradamente. —¿Qué? ¿Y qué hago con Michael?

—Pues quedarte con él.— respondió el pelinegro mientras agarraba algo de dinero.

—Sí, claro.— dijo irónico. —No es por nada, pero es que este niño es un poco pesado.

—¿Perdona?— fingí estar ofendida.

—Sí, no sabe decir nada, solo una miserable palabra. Siempre lo mismo, es que es imposible hablar con él.

El pelinegro hizo una mueca de confusión. —Por Dios, Fezco, si es un bebé de ocho meses.

—¡Ashtay!— exclamó el menor mientras elevaba sus brazos contento.

—¿Ves? Todo el día con Ashtray en la boca.— se quejó el pelirrojo.

—¿Y? Si soy su favorito, ¿qué hacemos?— dijo con una sonrisa mi novio.

—Hombre, fastidia un poco que yo me quede con el niño y encima no te pare de llamar a ti.— explicó con un gesto de tristeza fingida señalando a su hermano.

—No llores más, Fez. Enséñale a decir tu nombre. Aunque claro, eso no me hizo falta a mí.— se burló.

El pelirrojo negó. —Da igual, iros y pasároslo bien. Intentaré que Michael diga mi nombre.— anunció algo emocionado esta vez.

—Bien. Vamos.— se despidió el pelinegro mientras situaba su mano en mi espalda guiándome a la salida.

—Adiós, chicos.— me despedí de mi cuñado y mi hermano con una sonrisa.

Ashtray y yo nos montanos en su moto y encendió el ruidoso motor. Antes de que comenzase a manejar le di dos toques suaves en su hombro.

—Dime.— giró un poco su cabeza hacia atrás.

—¿Crees que hacemos bien dejando a Michael con Fezco?— le pregunté pensativa.

—Claro, Fez es bastante responsable. No le pasará nada.— me respondió obvio.

Yo negué antes de seguir hablando. —Me refería a que no quiero que tu hermano esté obligado a quedarse con el mío. ¿Sabes lo que digo? Me siento como si yo obligase a Fez a quedarse con Michael cada vez que me da la gana.— le expliqué sintiéndome mal.

Escuché como el motor de la moto era apagado por el pelinegro, para luego girarse y quedar frente mío.

—Rubia, te aseguro que a Fezco le encanta Michael. Además, tú lo escuchaste, estaba enfadado porque no paraba de mencionarme a mí. En ningún momento dijo que no se quedaba con Michael.

—No sé... no estoy convencida.

El motor de la moto se volvió a encender y comenzó a andar.

—No seas, tonta. Seguro que ahora mismo se lo están pasando genial.


—Ba, ba, ba.— pronunciaba Michael con una sonrisa mientras sacaba su lengua de su boca juguetonamente.

Fezco hizo una mueca de confusión. —No. Ba ba ba, no. Tienes que decir "Fezco" o "Fez", que es más fácil.

—¡Ahhhh!— gritó Michael alegre mientras aplaudía dejando ver aquel diente que aún crecía.

—Ay, no grites. Qué molesto eres, no sé cómo le puedes agradar a mi hermano.— dijo Fezco mientras hacía una mueca de dolor.

—¿Ashtay?— preguntó el pequeño agrandando sus ojos marrones mientras sus pupilas estaban ligeramente dilatadas.

—Sí, Ashtray.— sonrió el pelirrojo al ver cuán el pequeño apreciaba a su hermano. —Vale, das un poco de miedo.

—¡Ahh gggg ashtay!— exclamó eufórico el pequeño rubio.

Fezco rió. —Di "Fez".

El pequeño hizo una mueca de confusión. —¿Oh?

—"Fez", di "Fez".

—¿Ashtay?— preguntó el bebé ladeando su cabecita.

—¡No!— negó cansado el mayor. —"Fez", "Fez".

—F... ¿eee?— pronunciaba costoso Michael mientras se llevaba un dedo a la boca.

Fezco aplaudió. —¡Sí! ¡Sí! Casi lo consigues decir. Vamos, inténtalo de nuevo. "Fez".— repitió mientras le agarraba la pequeña manita y se la sacaba de la boca al menor.

—Feee.— pronunció Michael con una gran sonrisa.

—¡Perfecto! ¡Lo hiciste!— aplaudió de nuevo emocionado. —Ahora solo falta "co". "Fez... co"

El pequeño sonrió. —Feee... oooo.

—¡Ay! ¡Casi lo dices! Vamos, tú puedes. "Fezco".

—¡Ohhh!— gritó el rubio mientras bailaba. —Feecoo.

El pelirrojo alzó su puño en señal de victoria. —¡Sí! ¡Lo dijiste! Ven aquí campeón.

Cargó a Michael suavemente mientras provocaba que el bebé riese fuertemente. —¡Ahhhh, Feeeco!

Ya verás cuando se enteren.— dijo Fezco con malicia mientras miraba al pequeño. —Bueno, ¿me vas a ayudar en la tienda, no?

—¿Oh?— preguntó el bebé volviendo a ladear su cabecita confuso.

—Digo que encima que me quedó contigo cuidándote mientras hay una fiesta tendrás que ayudarme a reponer.— mencionó.

Feeeecooo.


—¿Lo tenemos todo listo?— pregunté algo candada al haber preparado todo con Ashtray.

—Creo que sí, solo falta esperar a que vayan llegando.

Ashtray y yo nos tumbamos en el sofá que había en el chalet que yo había alquilado para una noche.

—Oye, Millie. ¿Tú te vas a disfrazar para la fiesta?— me preguntó llamando mi atención.

—Claro, ¿por qué?

Él suspiró. —Yo no tengo disfraz.— dijo mientras apoyaba su brazo en mi muslo.

—No, pero tienes una novia muy atenta.— le contesté con una sonrisa. —Te compré un disfraz inspirado en los años 80.

—¿Qué?— preguntó confundido.

—Sabía que tú no lo ibas a comprar, entonces te lo compré yo. No te preocupes, es sencillito, sé que no te gusta llamar la atención. Solo consiste en unos pantalones vaqueros, una camiseta blanca sencilla, unas deportivas blancas, unas gafas de sol y unos walkman.

—Menos mal que dijiste que era sencillo el disfraz.— respondió irónico.

Le di un ligero zape en la cabeza. —Calla, me lo he currado.

—¿Cuánto te costó todo?— me preguntó.

—Mh, creo que unos quince euros.— respondí pensativa.

Ahora que lo pienso, ¿funcionarían esos walkman?

Pues entonces olvídate de que funcionen los walkman.— rió bajo.

—Entonces lloraré y le prenderé fuego a la tienda donde compré el pack del disfraz.— le contesté con una sonrisa.

Estuvimos en silencio por unos largos minutos, hasta el punto de casi quedarnos dormidos en un determinado momento.

—¿Crees que esto es buena idea?— le pregunté mientras situaba mis manos en su cabello y comenzaba a hacerle una especie de masaje.

Qué calvo eres, Ashtray.— mierda, Mills no pienses eso que lo acabas diciendo en alto.

¿La fiesta?— preguntó él ahora.

—Ajá.— afirmé. —Tengo un mal presentimiento.

Él pensó antes de hablar. —Pues eso no es bueno.

—Ya. Es que siento como si no vaya a pasar algo grave, pero sí que va a haber una pelea o algo así.— le expliqué.

—Vale, eres un poco rara.— dijo ofendiéndome.

—Habló.— respondí con una sonrisa.

El timbre del chalet sonó al haber sido pulsado, Ash y yo nos levantamos enseguida por el susto.

—¿Habrán llegado ya?— le susurré mientras nos acercábamos a la entrada.

Ash me indicó con la mano que yo parase y me quedase allí, mientras él seguía acercándose.

—Es raro, falta... una hora y media. No pueden ser ellos.— expliqué.

Ash se asomó por una ventana al lado de la puerta para ver quién era. Pronto, su semblante cambió a una de fastidio.

—¿Quién es?— pregunté confundida.

—Debí suponerlo.— dijo él abriendo la puerta y mostrando a una joven de rulos cargada de bolsas.

—¡Hola, familia!— elevó las bolsas mientras entraba con una gran sonrisa en su cara. —Dios, qué casoplón. ¿Por qué no cambiamos las cerraduras y nos quedamos con la casa?

—¡Rue!— exclamé yo acercándome a ella y luego abrazándola.

—Hey.— saludó de nuevo. —He traído un montón de cosas. Ya sabéis, comida, bebidas,... bah, lo típico.

Dejó las bolsas en la mesa y empezó a vaciarlas, enseñando todo lo que habría comprado.

—Patatas, chuches, fanta, más patatas, palomitas, agua, más patatas,...— decía cuando yo la interrumpí.

Ashtray bostezaba con cada palabra que la morena decía, se notaba bastante aburrido el pobre.

—Espera, ¿qué son esos cuadrados brillantes?— pregunté con curiosidad agarrando varios.

—¡No, Millie!— decía Rue cuando ya era demasiado tarde.

Yo lo lancé en la mesa riéndome. —Por Dios, Rue. ¡Has comprado condones!

—¿A cuántas personas has invitado?— preguntó mientras yo seguía riéndome.

Ashtray agarró uno y empezó a mirar el envoltorio.

—A unas... 132.

—Bien, pues de esta fiesta saldremos 132, nada de 133, 134,...— decía.

—Vale, vale, lo pillo.— respondí entendiéndolo.

Ashtray empezó a reír fuertemente, cosa que se nos hizo impactarte a Rue y a mí. —¡No puede ser! ¡Has comprado condones con sabor a croqueta!

Eso era lo último que necesitaba oír para estallar a carcajadas junto al pelinegro. —¿¡Qué dices!? ¿¡En serio!?

—¡Mira!— el pelinegro asintió mientras me señalaba donde ponía "Condones talla XL con sabor a croqueta".

¡Rue, por Dios!— exclamé mientras Ash y yo seguíamos riéndonos de ella exageradamente.

—¿Qué pasa? A todo el mundo le gusta las croquetas.— se intentó defender la morena.

—¿Las croquetas? Dirás croquetones, porque la talla XL mediana no es.— dije mientras me seguía riendo.

Hubo un momento en el que parecía que Ashtray y yo nos habíamos vuelto locos sin parar de reír. Me dolían hasta las costillas cuando conseguí parar, lo de los condones con sabor a croquetas era algo que no se me iba a olvidar en la vida.

—Dios, tengo que ir al baño. Ahora vengo.— anuncié con una lágrima cayendo de mi ojo. —No me he reído más en mi vida.


Es la primera vez que me he equivocado acerca de mis supersticiones, la fiesta fue perfecta. Todo el mundo fue acorde a la temática. Deberíais haber visto a Ashtray vestido con el disfraz, estaba muy gracioso y le quedaba genial.

A la fiesta también vino mi abuela, la cual minutos antes de terminar se fue andando a su casa, ya que vivía cerca.

—¿Puedo llevar el coche?— pregunté mientras cerrábamos el chalet, ya todos se había ido.

—¿Segura?— me preguntó haciéndome asentir. —Bien, pero ten cuidado.

Me lanzó las llaves y enseguida arranqué el coche. Estaba emocionada, no tengo carnet, pero me lo estoy intentando sacar.

Puse el coche en marcha con sumo cuidado y algo de nervios.

Todo parecía ir bien, excepto por el hecho de que me estaba quedando dormida al volante, uno de los mayores y más peligrosos fallos de la conducción.

—¡Millie, despierta!— exclamó Ashtray mientras agarraba el volante y llevaba el coche de nuevo al carril.

—¿Eh? ¿Qué ha pasado?— pregunté confundida.

—¡Casi nos estampas contra una valla! Para el coche, lo llevo yo.— sentenció serio.

Yo negué espabilandome. —No, no, perdón. Estoy despierta.

—Sí, y dentro de cinco minutos te vuelves a dormir. Para el coche que nos cambiamos.

—No, no.

Tras varios segundos de discusión y varios volantazos por parte de ambos, pudimos notar como un bache o boquete en la carretera, cosa que enseguida identificamos lo que era.

Seguimos unos metros más hacia delante sin aún creernos lo que habíamos hecho y estacionamos el coche.

—Ashtray.— lo llamé con voz aguda. —Hemos atropellado a alguien.

—Bueno, no tiene porqué ser alguien, a lo mejor era un perro.— dijo él tartamudeando un poco.

—La verdad es que prefiero que sea alguien antes que un perro.

Recibí una mala mirada por parte de mi novio. Estábamos en una casa puerta en mitad de una oscura calle, tratando de mirar a ver si aparecía un sujeto o algo. Una brisa de aire frío hacía que los bellos se me pusieran de punta, mis labios temblaban, literalmente estaba cagada de miedo. ¿Nos llevarían a la cárcel por haber atropellado a alguien? ¿Lo hemos matado?

Agarré la mano de mi novio mientras me escondía ligeramente detrás de él, escuchaba unos pasos acercarse.

—Ashtray, ahí viene alguien.— le anuncié con miedo.

Él no contestó, solo miraba la silueta aquella que cada vez se aproximaba más a nosotros.

—¡Joder!— exclamó una señora de unos 70 años. —Alguien me ha atropellado el pie.

—¿Abuela?— la llamé yo sin creérmelo, había atropellado a mi abuela.

—¿Mills? ¡Hola, cariño!— saludó cómo si nada de repente. —¿Qué hacéis aquí?

Yo pensé durante unos segundos. —¡Nada, solo veníamos a comprobar que regresabas bien y eso!

—Ay, que linda eres.— me halagó. —Pues estoy bien, únicamente un o una gilipollas me ha atropellado el pie y se ha ido sin más. Pero no pasa nada, cuando me entere quien ha sido lo único que va a quedar del coche van a ser los sillones.

Ash y yo nos quedamos en silencio ante las palabras de mi abuela, estábamos cagadisimos.

—Bueno, no pasa nada. Me voy ya, hasta mañana, chicos.— sonrió y siguió con su camino mientras cojeaba.

—Joder.— pronunció el pelinegro sin creérselo.

—He atropellado a mi abuela, a mi abuela.— repetí con voz aguda mientras me tapaba la boca con mi mano. —Eso es como si... como si tú y yo tenemos hijos y esos hijos tienen hijos y ellos me atropellaran y salieran corriendo. ¡He atropellado a mi propia abuela!

Las manos de mi novio me taparon la boca en el momento en el que me sentía histérica.

—No grites, que tu abuela se va a enterar al final.— me dijo tranquilizándome. —Tu abuela está bien, solo tendrá un esguince de tobillo o algo, si lo tuviese roto estaría en el suelo llorando, y más a su edad. Vámonos a casa, Fez y Michael nos estarán esperando.

Yo asentí mientras Ashtray sonreía y pasaba su brazo por encima de mis hombros conduciéndome al coche, el cual lo llevó el de vuelta.


—¡Hombre, si ya llegasteis!— exclamó Fez con Michael en brazos.

—¡Ashtay!— exclamó con una sonrisa el pequeño.

—Ey.— saludó ahora Ash.

Fezco llamó nuestra atención. —Mirad lo que le he enseñado a Michael. Ey, ¿yo cómo me llamo?

—¿Ashtay?— ladeó el bebé su cabeza confundido.

Desgraciado, no me dejes mal ahora, por favor.— pensaba Fezco.

No.— negó el pelirrojo riendo. —Soy "Fezco".

El rubio sonrió aplaudiendo. —¡Ahhh! ¡Feeco!

¡Sí! ¿Habéis visto?— nos preguntó mirándonos.

—Ajá.— afirmé mientras me iba al cuarto de Ashtray a dormir, me encontraba cansada y algo triste.

El pelirrojo se confundió y se giró a ver a su hermano. —¿Qué le pasa?

—Nada, solo que ha atropellado a su abuela.— encogió sus hombros como si nada.

—¿¡Cómo!?

—Sí, bueno, iba despistada conduciendo y pues le atropelló el pie, y ya está.— explicó brevemente. —Hasta mañana.

Ashtray también se fue a su cuarto dejando a Michael con Fezco en medio del salón.

—Joder.— dijo el pelirrojo. —Bueno, ¿yo cómo me llamo, Michael?

¿Ashtay?

¡No!— lloriqueó el mayor. —Soy Fezco, tío.

—¡Feeeco!— exclamó el pequeño mientras agarraba las mejillas de Fezco sonriendo y casi bailando.

—¡Sí!

Holisss, pues este es el cap d hoy juju

Lo siento, pero me ha hecho demasiada gracia lo d q mills atropello a su abuela, lo siento pero mi humor es un poco bastante raro. Y bueno, ya lo d los condones cn sabor a croqueta ya es q me he meado d una.

Espero q os haya gustado, no olvidéis d votar y comentar mucho porfii

~Pauu 👺👺

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