ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ꜱᴇɪꜱ
Jisoo corrió la cortina blanca que aislaba la camilla de Minho y se acercó a ellos —Su amigo ya está listo— les dijo con una dulce sonrisa mientras se quitaba los guantes quirúrgicos manchados de sangre. —Puede irse de inmediato, pero yo les sugeriría que pase la noche aquí, a la mañana siguiente debo volver a revisar su herida. El corte no es tan profundo como para colocarle puntos, pero aún así corre el riesgo de que si hace fuerza pueda abrirse y comenzar a sangrar.
Yoongi le hizo una leve inclinación en señal de agradecimiento y respeto —Gracias, recuerda que más tarde necesito el informe de las bajas y los heridos de la organización.
La chica asintió —Lo están elaborando, se lo iré a dejar personalmente— antes de irse para seguir atendiendo a más personas, se despidió de Jimin con un tierno movimiento de mano, haciendo que él recordara que cuando la conoció, lo primero que le dijo fue que si sería aprendiz de Yoongi, visitaría este lugar bastante seguido.
Y vaya que tenía razón.
—Vamos a verlo— tomó la mano que le tendía su mayor y juntos se acercaron a la camilla donde estaba tendido Minho, un poco dopado por la anestesia, los analgésicos y antibióticos que le inyectaron.
—¿Cómo te sientes?— le preguntó Jimin al captar la mirada adormecida del hombre. Yoongi estaba a su lado, mirando la ficha médica sin mucho interés, leyendo las cosas principales y superficiales.
Minho ladeó la cabeza e intentó tocar su pierna herida, fallando en el intento —No la siento...— murmuró preocupado.
—Tienes morfina en la sangre— dijo Yoongi pasando las hojas —Y tu pierna tiene anestesia local, es normal que no la sientas— Jimin asintió, ni siquiera había leído lo que tenía escrito esa ficha, pero confiaba ciegamente en lo que decía su mayor.
Minho miró al pelinegro por unos segundos, preguntándose hasta dónde debía creerle —¿Qué harán conmigo?— inquirió casi arrastrando las palabras. Enderezó su cabeza y se quedó mirando el techo blanco del lugar, como implorando piedad a un Dios que según él no existía.
Jimin sonrió, intentando transmitirle confianza, sabía que estar en el cuartel de tu enemigo significaba que tu vida estaba en peligro durante cada segundo que pasaba, él lo experimento de primera mano —Darte a elegir— sintió como Yoongi dejaba la ficha a un lado y se cruzaba de brazos, Taehyung aún no llegaba, pero sería bueno adelantarle algo a Minho —Intentaste ayudarme cuando solo tenía un cartón donde dormir— el hombre movió su cabeza hasta mirarlo a los ojos, Jimin prosiguió —Quiero devolverte la mano, Minho hyung. Puedes elegir entre trabajar para Yoongi y su organización, o que él limpie tus papeles para integrarte al mundo laborar de verdad...me contaste que tenías un hijo.
El hombre miró a Yoongi —¿De verdad harías eso? ¿Limpiarías mis papeles?
El pelinegro asintió —Lo mínimo que puedo hacer por ti es pedir que limpien tus papeles.
Minho dejó escapar una sonrisa extraña, era una combinación de felicidad y estupor —Mi hijo...— se pasó la lengua por los labios resecos y volvió a sonreír, pero esta vez con notorio alivio —Tiene siete años, estará feliz de verme más tiempo en casa. Mi padre ya está demasiado anciano para cuidarlo.
—¿Qué hay de su mamá?— preguntó Jimin por simple curiosidad, no había oído que Minho mencionara algo de ella, ni siquiera cuando estaban en el cuartel de Dywen.
—Ella murió en un tiroteo— al oír eso Yoongi se separó de su cuerpo y se alejó de donde estaban, Jimin sabía que tal vez le recordaba a su madre, ella también murió a causa de eso cuando él era solo un niño —Trabajaba para Dywen al igual que yo, un día fuimos en grupo a hacer un encargo, en mitad del camino nos emboscaron, y ella junto con otro hombre murieron.
—Lo siento— susurró Jimin al ver que el hombre no daría demasiados detalles. Debió haber sido difícil para Minho quedarse a cargo de un niño pequeño, más si estaba involucrado en este asqueroso y sucio mundo.
Al cabo de unos minutos, Yoongi volvió a aparecer, venía acompañado de Hoseok y Taehyung, este último llevando la misma tableta en las manos, Jimin los saludó con un movimiento de cabeza, notando que el pelirrojo había cambiado la expresión seria y amargada que tenía cuando bajó a buscar a Minho. Quizás solo era una máscara que utilizaba a la hora de enfrentarse a sus enemigo, el verdadero Hoseok era alguien sonriente y divertido, la persona extravagante que se bajó del auto azul cuando le salvaron el trasero en ese callejón.
—Minho decidió limpiar sus papeles— le dijo Yoongi al castaño, él tecleo algo en la tableta y luego se lo mostró, recibiendo una respuesta negativa. Jimin miraba todo con curiosidad, nunca había visto tantos procesos ilegales en un mismo sitio, Taehyung literalmente era un violador activo de leyes.
—Tardaré tres días— se mordió él labio inferior y siguió rebuscando en el aparato quizás que cosa —Tendrás que darme algunos datos personales, si más personas están involucradas contigo, tendrás que darme los de ellos también— dijo sin mirar a Minho, pero todos sabían que le hablaba a él. —Llevarás un chip durante un tiempo, hasta que nos aseguremos de que no eres un peligro para nosotros y que por lo tanto no tenemos que matarte.
—¡Taehyung!— lo regaño Hoseok con una sonrisa divertida en el rostro. Era irónico, porque de no haber sido por Jimin, Minho ya habría sido derretido en ácido hace horas atrás por el pelirrojo. —El chip es solo una medida de precaución, si te hace sentir mejor, todos tenemos uno— Hoseok le mostró la parte delantera de su brazo, dejando ver una zona oscura en forma de cuadrado con una cicatriz casi diminuta sobre ella. Yoongi hizo lo mismo, también tenía el chip.
Minho miró dubitativo a Jimin, buscando en sus ojos castaños un "puedes confiar en ellos" porque a él le costaba demasiado hacerlo por su cuenta. Y al obtener un asentimiento de cabeza, Minho resopló, aceptando la condición del chip.
—Al cuarto día tus papeles estarán limpios, podrás presentarte en cualquier lugar a pedir empleo— Taehyung pareció dar con lo que buscaba y se lo mostró a Yoongi, recibiendo en esta ocasión, una respuesta afirmativa —Bien ¿comenzamos?
Minho asintió. Hoy daría el primer paso para recuperar su libertad.
—¿De verdad quieres quedarte en este mundo, Jimin?— preguntó Minho, mirando disimuladamente a los dos guardaespaldas que esperaban a un metro de distancia de ellos —Si lo haces, no entenderé nunca tu decisión.
Los autos pasaban con cuidado por la calle principal, los niños jugaban y reían divertidos en el jardín del orfanato. Algunos levantaban sus pequeñas manos y los saludaban, Jimin les devolvía el gesto —Quedarme aquí es lo mejor que podría hacer— le dijo al mirarlo otra vez —Tenía planes, quería construir mi futuro y terminar mi carrera universitaria, pero comprendí que nada de eso tendría sentido si no podía contribuir en algo positivo.
—¿Y qué sería ese algo positivo en el que contribuirías quedándote aquí?— la piel morena de Minho reflejaba la luz del sol, haciendo un bonito contraste con la tez blanca de Jimin.
—Sé que nunca cambiaré la visión que tienes sobre ellos— murmuro Jimin, refiriéndose a la organización de Yoongi —Pero yo pude entender el porqué hacen todo esto, y de no ser por esos hombres, mi destino esa noche habría sido horrible, quizás incluso no estaría vivo— sé encogió de hombros, ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora, ya habían pasado los cuatro días que dijo Taehyung, y Minho estaba listo para recuperar su vida —Si puedo evitar que más personas pasen por lo mismo que yo sentí esa noche, lo voy a hacer. Además...yo quiero a Yoongi hyung, no tengo solo un motivo para quedarme aquí, sino que tengo muchos.
—Eres muy valiente, Jimin— le respondió el hombre, abriendo sus brazos para despedirse —Gracias por ayudarme, nunca creí que hacer algo bueno en ese cuartel luego me traería beneficios.
—¿Por qué lo dices?— preguntó Jimin correspondiendo al abrazo.
—No eres la primera persona a la que secuestró Dywen— Minho le revolvió el cabello y se acomodó su bolsos en la espalda —Con todas las otras personas yo intentaba hacer lo mismo, les llevaba agua o mantas. Pero nunca esperé que luego esas personas pudieran devolverme la mano, porque por lo general, no salían vivas de allí.
Jimin asintió, dando a entender que comprendía lo que Minho intentaba decirle, más personas pasaron por la tortura que él tuvo que sentir, pero ninguna era lo suficientemente afortunada para salir con vida, aquello solo reafirmaba su decisión de querer permanecer en este mundo para intentar ayudar.
Ambos se despidieron con una leve inclinación, y antes de ver a Minho cruzar la calle principal para ir a su hogar y encontrarse con su hijo, Jimin susurró un "gracias" muy bajito y delicado, que llegaría a oídos de ese hombre como una tierna melodía de otoño. Miró por última vez a los niños del orfanato y comenzó a caminar hacia sus guardespaldas, grandes hombres con trajes negros y lentes de sol, pero ninguno se compararía con Namjoon.
—Vamos— les dijo, rodeando el edificio para entrar a la base por el subterraneo. Su nueva vida estaba por comenzar, y él la esperaría totalmente preparado.
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