Más y más preguntas se acumulaban en su mente. ¿Quién era ese ser? ¿Por qué solo aparecía en sus sueños? Y lo más confuso de todo, ¿por qué deseaba tanto volver a verlo?

—¿Quién se cree que es...? —murmuró Twilight, suspirando frustrada.

Había visto a la entidad en sus sueños muchas veces, y cada vez se sentía más desconcertada por la forma en que la criatura parecía acortar la distancia entre ellos. Su comportamiento extraño la tenía completamente confundida. ¿Qué quería? La situación estaba empezando a desgastarla.

—¿Qué quiere de mí? —exclamó, su voz resonando en la habitación. Si alguien la hubiera visto, habría pensado que estaba hablando sola.

La criatura no se comunicaba con ella. No quería su ayuda. ¿Podía ser que esta cosa existiera solo para atormentarla? Su horario de sueño estaba completamente alterado; dormía durante el día y encontraba a la bestia en sus sueños, despertándose a medianoche porque no podía volver a dormir debido a la frustración que le causaba.

—¿Podría ser que...? —murmuró, un rubor notable apareciendo en su rostro.

Recordó el toque de la criatura, el cálido abrazo que, a pesar del frío general del sueño, la envolvía y le daba una extraña sensación de seguridad. Sus acciones, su actitud que a veces parecía incluso infantil y obstinada. Incluso ahora, sentía su calor.

—¿Qué estoy pensando?! ¡Esto no puede ser! —dijo, sacudiendo la cabeza en absoluta negación—. No seas tonta, Twilight. ¿Quién sabe cuáles son sus intenciones? ¡Quizás quiere que baje la guardia para poseerme o algo así!

Miró el reloj; todavía era temprano. No había pasado mucho tiempo desde que se despertó; eran las 2 p.m., el quinto día.

—Es hora de pasar al siguiente nivel —dijo, decidida.

Con creciente determinación en mente, Twilight se levantó de la cama y se sentó en su escritorio. Su mirada se paseó por los apuntes y los libros de hechizos, buscando cualquier pista que pudiera ayudarla.

Durante horas, pasó páginas de libros y apuntes hasta que sus ojos empezaron a doler.

Twilight golpeó su frente contra el escritorio, frustrada. La pila de libros y papeles extendida ante ella, pero parecía como si no estuviera más cerca de encontrar una respuesta.

—Esto no está funcionando... —gruñó, cerrando los ojos con fuerza.

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La oscuridad que la rodeaba ahora le parecía familiar; en lugar de inquietarla, ahora la reconfortaba. Solía recordar cómo, de niña, temía a la oscuridad. ¿Quién no había corrido a meterse en la cama cuando se apagaban las luces o dejaba una ventana abierta solo para dejar entrar la luz de la luna?

—¿Cuándo me dormí...? —murmuró Twilight, buscando en el vasto vacío, que parecía merecer algún tipo de castigo.

No tardó mucho en encontrarlo. Esta vez, la criatura estaba acostada, con la espalda vuelta hacia ella. ¿Era posible que no supiera que estaba allí? Aunque no había pasado mucho tiempo desde que se había ido, parecía como si no esperara su presencia.

Twilight se acercó sigilosamente para no ser notada, aprovechando que el sonido se disipaba en el vacío.

—Pero mírate. No eres tan intimidante ahora —dijo, acercándose lo suficiente para notar su respiración. ¿Quién hubiera pensado que incluso los monstruos necesitaban dormir?

No quería despertarlo. Simplemente se sentó a su lado, escuchando sus ronquidos.

Twilight no podía evitar preguntarse qué había llevado a esta entidad peligrosa a dormir en una posición tan vulnerable. ¿Realmente estaba dormido o solo fingiendo? Si estaba dormido, ¿por qué había revelado su espalda, dejándose expuesto a cualquier ataque?

—Incluso podría abrazarlo, y él no lo sabría... ¿Podría incluso abrazarlo, y él no lo sabría, verdad? —Estos pensamientos cruzaron la mente de Twilight. Cediendo a la tentación, se movió un poco más cerca, descansando contra su pelaje.

No podía abrazarlo porque él era mucho más grande que ella, pero al menos podía hacer esto.

Se sentía increíblemente bien, un calor que la envolvía completamente. A medida que su cuerpo se relajaba, comenzó a sentirse somnolienta. ¿Realmente estaba a punto de quedarse dormida dentro de un sueño? No importaba; la sensación de comodidad era tan intensa que pronto cedió.

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...

Twilight abrió los ojos y no esperaba ver lo que vio.

—Tus débiles intentos de desentrañar mis planes son divertidos, Twilight —dijo el unicornio oscuro burlonamente mientras agarraba las cadenas que la ataban.

—¿Qué...? ¿Qué está pasando...? ¿Dónde estoy? —murmuró Twilight, confundida e incapaz de entender lo que estaba sucediendo. ¿Estaba en un sueño, o era un sueño dentro de un sueño? La sensación era tan real que comenzó a cuestionar la realidad.

Miró a la figura que le hablaba y, al reconocerla, frunció el ceño y apretó los dientes.

—Rey Sombra... —dijo con firmeza.

—Ah, por fin despierta, pequeña poni —respondió Rey Sombra con una sonrisa malévola.

El unicornio malévolo se acercó a ella, las cadenas que la aprisionaban sonando ominosamente.

—Créeme, te he estado esperando durante mucho tiempo —continuó el unicornio malvado, posicionándose frente a ella—. Y finalmente, eres mi prisionera.

—¿Qué...? ¡Estás loco! —exclamó Twilight mientras las cadenas la ataban, sintiendo una extraña incomodidad. La sensación era completamente opuesta al confort que había sentido con la bestia. Sin embargo, algo se sentía familiar.

—Oh, cómo me divierte tu confianza en el futuro, pero seamos honestos, pequeña poni—respondió Sombra con una risa fría—. Aquí estás, sola. Sin tus amigos. Sin escape.

Sombra se acercó más a ella, su oscura mirada enfocada en su presa atrapada.

—Puedo ver la desesperación en tus ojos, desesperación y cierto miedo. Sabes que no puedes escapar. Sabes que ahora me perteneces.

Sombra extendió su pata para acariciar la mejilla de Twilight, su toque frío y dominante en agudo contraste con la cálida sensación de ese extraño toque.

—Quiero despertar —pensó Twilight, deseando escapar de esta pesadilla.

—Quiero despertar—.

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"¡Ah...!"

Estaba sin aliento, incapaz de respirar. Se levantó con dificultad, tambaleándose, sintiendo la presión en su pecho nuevamente.

Un débil gruñido la sobresaltó. Lo había olvidado; la criatura la estaba mirando, como si acabara de despertar.

Al ver a Twilight hiperventilando, él se levantó rápidamente y se acercó a ella.

—¡Detente! ¡No te acerques...! —dijo, respirando con dificultad—. Espera un poco... no te acerques ahora... —temblaba y se desplomó en el suelo, tratando de regular su respiración.

La bestia solo la observaba, pero había algo en su mirada, algo extraño, como si supiera exactamente lo que estaba pasando.

—¿Por qué no puedo despertar...? —murmuró Twilight, deseando regresar al mundo real, sintiendo que moriría si se quedaba allí más tiempo.

La entidad intentó acercarse de nuevo, lo que la sobresaltó aún más.

—¡Te dije que no te acercaras! —dijo con visión borrosa.

Sin embargo, la criatura la ignoró y siguió acercándose. Una vez frente a ella, inclinó la cabeza ligeramente, apoyando su frente contra la de ella, sus cuernos rozándose suavemente.

—¿Qué... qué estás haciendo...? —dijo, confundida por la situación. La criatura se alejó un poco y la miró, sus ojos rojos comenzando a brillar verde.

Ahí estaba de nuevo, esa sensación de familiaridad, como si lo hubiera visto antes. ¿Pero dónde?

La criatura abrió la boca de nuevo, como lo había hecho en varias ocasiones anteriores.

Twilight ya sabía lo que iba a pasar; por alguna razón, cada vez que él hacía esto, ella despertaba.

Un movimiento de boca y palabras silenciosas...

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—"¿Eh?"

Estaba en su cama, con las sábanas y almohadas esparcidas por el suelo.

Su respiración era estable, y la presión en su pecho se había aliviado. Todo estaba bien ahora, excepto por ella.

—¿Rey Sombra...? —dijo finalmente.